pamplona - César Azpilicueta disfruta ahora de unas vacaciones más que merecidas tras haber vivido un año repleto de regalos. Un curso en el que ha nacido su hija Martina, se ha ganado un puesto fijo en el Chelsea en los planes de Mourinho, ha ganado la Liga inglesa y acaba de contraer matrimonio con Adriana.
Antes de nada me veo en la obligación de preguntarle por su nuevo estado civil. ¿Qué tal el sábado?
-(Risas) Lo pasamos muy bien. Lógicamente fue un gran día y muy especial para nosotros. Todo el mundo acabó muy contento.
Sabemos que es un hombre tranquilo, pero una boda es una boda. ¿Se desmelenó?
-No, no. Pero lo pasamos bien. Se creó un ambiente muy bueno.
¿Alguna anécdota que pueda contar?
-Ufff (risas). Tengo tantas cosas ahora que ni me acuerdo. Conforme vayamos viendo las fotos recordaremos todo lo que ocurrió ese día.
¿Hubo algún invitado ‘VIP’?
-No. Vinieron los amigos de verdad, nada más.
Se rumoreó que iba a asistir José Mourinho. ¿Al final fue?
-Ese rumor no sé de dónde habrá salido -entre risas-. Pero no estuvo, no.
¿Qué tal se lleva con él?
-Me llevo muy bien. Es una relación profesional y es una persona que me ha dado muchísima confianza desde el principio. Ha confiado siempre mucho en mí y yo intento devolverle esa confianza cada día, en cada entrenamiento. Eso es lo más importante yo creo, que cada día aprendo algo de él.
Hay jugadores importantes en su puesto. Sin embargo él sigue confiando en usted. Parece que es su ojito derecho...
-No sé... yo trabajo para jugar lo máximo posible y devolverle esa confianza. Hay que dar el nivel para poder jugar y yo siempre intento hacerlo cada día.
De España se fue con la fama de ser una persona un tanto polémica. Usted que lo conoce más, ¿qué diría al respecto?
-Lógicamente él protege a su equipo y a sus jugadores. Hay veces que la gente no está contenta con todo lo que se hace, pero como él están más personas que se comportan de la misma forma. Yo creo que se agradece tener a alguien así porque todo lo que hace él siempre es por el bien del equipo y de los jugadores.
Volviendo al tema de la boda, ¿tiene planes de luna de miel?
-Sí, sí. Pronto va a haber algo.
¿Puede desvelarnos el destino elegido?
-No, mejor no.
¿Se llevarán a la peque?
-A alguna parte yo creo que sí. Pero a otra iremos sin ella para poder disfrutarlo nosotros solos.
¿Qué tal se porta?
-Bien, bien. No da ninguna guerra. En la boda se lo pasó y portó muy bien.
Le conocemos como futbolista, pero ¿cómo es César Azpilicueta como padre?
-Intento disfrutarlo al máximo. Desde el momento en el que nació Martina todo va en función de ella, sobre todo por sus horarios. Pero estoy muy contento e intento estar el máximo tiempo posible con ella.
¿Le toca también cambiarle los pañales?
-Sí, todo. Eso también forma parte del bebé y estoy muy orgulloso de tenerla.
Cambiando de tema. Salió de Osasuna a Marsella siendo un chaval. ¿Por qué eligió ese destino?
-Didier Deschamps, que en aquel momento era el entrenador del equipo, se puso en contacto conmigo para explicarme el proyecto que tenía para ese año. Me conocía muy bien y quería que fuese a jugar allí . Lógicamente lo primero tenía que haber un acuerdo entre clubs y cuando se alcanzó yo sabía hablar francés, por lo que aprendí en el colegio. Conocía el idioma y además me apetecía salir de casa y descubrir mundo. Fue una etapa muy bonita porque fue la primera vez que salía con mi novia, fuimos los dos juntos allí y fue un cambio muy grande en lo futbolístico y en lo personal.
¿No le asustaba salir a otro país?
-No, yo soy muy valiente en ese sentido. Llevaba ya aquí (en Osasuna) tres años y creía que era una oportunidad muy buena para salir y así lo decidí. No tuve mucho que pensar porque era un opción que me atraía.
¿Cómo se adaptó a su nueva ciudad?
-Bien. Yo vivía a 40 kilómetros de Marsella y estuve muy a gusto. Todo el mundo se portó muy bien con nosotros y tenemos un gran recuerdo y muchos amigos.
Tengo entendido que era un lugar no muy seguro...
-Sí. El centro de Marsella sí que era un poco peligroso. Gracias a Dios en el tiempo que estuve a mí no me pasó nada malo, pero creo que era una ciudad como la mayoría, que tiene sus partes buenas y otras menos buenas que hay que intentar evitar.
¿Fue ese uno de los motivos para cambiar de aires y apostar por su siguiente aventura en el Chelsea?
-No creo. Solo ya el hecho de que te llame el Chelsea, solo con eso, ya hay motivos suficientes como para pensar en cambiar de aires. El club tenía mucha confianza depositada en mí y al final se llegó a un acuerdo con el Olympique, donde tenía contrato en vigor. Para mí fue una gran ilusión poder empezar una nueva etapa en el equipo inglés.
Habiéndose formado en Osasuna, supongo que habría sido un sueño hecho realidad.
-Así es. Quién me lo iba a decir. De pequeño, en Osasuna solo pensaba en jugar, después conforme me acercaba al primer equipo, el sueño era debutar. Luego quería conseguir jugar más de 100 partidos, en el Olympique di un paso más en mi carrera y ya he alcanzado uno de los mejores clubs del mundo que es el Chelsea. Pero lo importante ahora es seguir ahí y mantenerme en el máximo nivel.
¿Cuál ha sido su evolución desde entonces hasta ahora?
-Mucha. Con errores también he aprendido lógicamente y sobre todo con mucho trabajo e intentando mejorar día a día. Si veo un partido de cuando jugaba en Osasuna y uno de ahora, seguro que no tienen nada que ver. Hay ciertas cosas que lógicamente son las mismas, pero otras he intentado mejorar con el paso del tiempo y con todo el mundo con el que me he encontrado en el camino, ya sean entrenadores o compañeros. Porque esa yo creo que es una fuente muy buena donde mirar.
Antes ha dicho que de francés tenía buen nivel. ¿Qué tal el inglés?
-Bien también. Al principio me costó adaptarme un poco, pero después de unas clases que di, mucho mejor. Además, ya había estudiado en el colegio, no tanto como francés, pero lo cogí rápido.
A su llegada coincidió con Torres, Mata... ¿Qué tal es compartir vestuario con este tipo de jugadores?
-Muy bien. Es un vestuario muy normal. Cuando llegué me dio un poco de cosilla por eso, pero la verdad es que todo el mundo se ha portado muy bien conmigo.
Hábleme ahora de Londres.
-Es espectacular. Tienes de todo, hay todo tipo de culturas y es una ciudad muy bonita.
¿Tiene algún rincón favorito?
-Hyde Park. Me gusta mucho y suelo ir a menudo con mi mujer, mi hija, mi perro?
Ahora que lo menciona, ¿cómo hacen para llevarlo y traerlo?
-A veces lo dejamos allí en la guardería y otras, lo traemos a casa. Para nosotros es como si fuese un hijo.
Aterrizó en un nuevo país, pero con los años se ha convertido en una colonia española...
-Sí, ha habido muchos jugadores, y cada vez más españoles, que deciden probar suerte en equipos ingleses.
¿Qué atractivo tiene?
-Antes yo creo que el español en el tema futbolístico y creo que también en lo profesional era menos arriesgado. Nos costaba más salir de casa, pero creo que con los años hemos abierto más esa barrera que teníamos puesta y ahora la gente sale más.
Nacho Monreal también probó suerte en Inglaterra. ¿Tiene relación con él?
-Sí. Tengo relación y tratamos de mantener el contacto, pero vive a una hora de donde estoy yo y muchas veces, por calendario, es muy complicado vernos.
¿Qué le parece el mote, Dave, que le han puesto?
-Fue la primera vez que hicimos una charla con los aficionados y yo no entendí muy bien la pregunta que me hicieron. Pensaba que me llamaron así en ese momento, pero ya he visto que no es así y que se me ha quedado para siempre.
Parece que es una palabra que hace referencia al típico chico rebelde que juega a fútbol en la calle. ¿Se ajusta a su personalidad?
-He jugado en la calle, sí, pero no sé hasta qué punto se adapta a mí. En cualquier caso, me lo he tomado muy bien.
Le vimos en un vídeo dando clases de pronunciación de su apellido. ¿De quién fue la idea?
-Del señor Rodríguez. Llevaba mucho tiempo queriendo que hiciera ese vídeo, pero al principio yo no me animaba. Al final me convenció y fue todo un éxito.
¿Dieron frutos sus clases?
-Sí, sí. Aunque yo creo que antes de su difusión la gente ya lo iba pronunciando bien.
¿Y dentro del vestuario cómo le llaman?
-Me llamaban César o Azpi, de las dos formas. Y alguna vez, alguno, un poco en broma, también me ha llamado Dave. Pero por lo general no me llaman así más que los aficionados.
¿Es Londres tan gris como dicen?
-No sé qué decirte. El primer año sí que fue el más duro porque hubo mucha lluvia, pero estos dos últimos años ha estado bien. No nos podemos quejar.
¿Cree que afecta al carácter?
-Cuando tienes un tipo de clima al que te acostumbras el carácter también va en ello, está claro. Allí a las cuatro de la tarde ya es de noche y eso te invita a hacer otro tipo de vida.
Cambiando de tema. Ha vuelto a su tierra para hacer una edición más de su campus. ¿Cómo surgió?
-Es el tercer año que lo hago. Desde que empecé trato de estar con los chavales y que pasen un rato agradable, les doy pequeños regalos y procuro aplicar valores humanos que se traduzcan en el fútbol y más allá de este deporte.
¿Tiene buena mano con los peques?
-Algo tengo. No se me da del todo mal.
¿Cómo ha vivido la situación de Osasuna?
-Han sido dos años muy complicados y hemos sufrido siempre hasta el último minuto. Lo he seguido siempre que he podido porque sé de la importancia que tenía ese partido para el club y ha habido muchos equipos que han bajado directos de Primera, pasando a Segunda un año y a Segunda B al siguiente. Después remontar es muy difícil por eso creo que adaptarse a Segunda ha costado más de lo que todo el mundo esperaba. Pero al final se ha conseguido.
Sin embargo, en lo institucional el club está todavía tambaleándose...
-No son noticias muy buenas para ningún osasunista. Ojalá se aclare todo porque yo creo que todo el mundo merece saber lo que ha pasado.
¿Qué diferencias encuentra en el club de su época y el actual?
-A nivel de club teníamos una estabilidad que yo creo que era vital. Había más poder adquisitivo para poder fichar jugadores. En el mundo del fútbol los goles y todos los puestos hay que pagarlos porque los tienes que fichar de otros clubs. Entonces vivimos los mejores años, deportivamente hablando. Yo no estaba, pero poco antes de jugar yo, estuvimos en la final de la Copa del Rey o jugamos una UEFA... Aunque también viví momentos difíciles, donde conseguíamos la salvación en el último partido.
¿Cree que se podría volver a esa época?
-Habrá que tomarlo con paciencia. Tenemos que ser conscientes de que en dos años no llegaremos a ese nivel, ni mucho menos. Habrá que ir recuperando poco a poco porque en su día también costó regresar a Primera División. Hay que tener paciencia e ir poco a poco, sin prisas.