En orden cronológicamente inverso, ha sido algo así: el running actual; el ya en desuso footing; el jogging (que aquí nunca triunfó); el fondo o atletismo de fondo (demasiado serio, suena a reservado para federados); la gente que sale a correr; y, al principio de todo, esos chalados que al amparo de la noche -hasta te llevabas un susto al cruzártelos en las de invierno- se juntaban en la Vuelta del Castillo a darle unas cuantas ídems.

Y no, no estaban disgusto pateándose semejante parque, envidia de muchas otras ciudades, pero cuando querían comprobar sus fuerzas en competiciones con distancias relativamente largas no tenían más remedio que irse al sur de Francia -siempre fueron bien recibidos, por ejemplo, en Oloron-Sainte-Marie-, a Gipuzkoa e incluso a Bizkaia.

En su mayoría provenían del Pamplona y se habían ido para fundar un equipo específico de fondo, el Beste Iruña, y entre ellos estaba Demetrio Remón, que la próxima semana cumplirá 83 años y que recuerda muy bien lo que pasó a continuación: “En el Beste nos dijimos: si en otros sitios hacen carreras largas, ¿por qué no vamos a poder hacer una aquí nosotros? Y así nació el Medio Maratón de Pamplona. A mí me habría gustado que fuera un maratón, porque era mi distancia favorita -he corrido 29 y me habría gustado correr más-, pero era excesivo para que hubiera una buena participación”.

Y así, en 1982, Navarra tenía su primer Medio Maratón, que no solo era la mayor distancia que se podía cubrir en una carrera en Navarra, sino que es una de las más antiguas de España -esa fama la lleva la de Elche, creada en 1968, apenas 14 años antes-.

El Medio Maratón de Pamplona comenzó con participaciones modestas de uno o dos centenares de personas, porque 21 kilómetros eran palabras mayores. Cualquier persona que está en buena forma por practicar algún deporte puede afrontar una carrera de 5 ó 10 kilómetros, pero una prueba de 21 exige una preparación específica o, al menos, de esfuerzos de larga duración.

Oferta y demanda Resulta curioso comprobar que una y solo una carrera ofreció en Navarra durante muchos años la posibilidad de recorrer 21 kilómetros. Y es curioso por comparación con el momento actual. La demanda creciente de pruebas de este tipo ha llevado a que en la actualidad la oferta deportiva sea impresionante.

En carreras exclusivas de fondo atlético, se pueden citar el Medio Maratón Ciudad de Tudela (febrero); el de Pamplona (abril); el que une Los Arcos y Viana (junio); el de San Fermín (con maratón y medio maratón); el de la Vía Verde del Plazaola (tiene maratón y tiene medio maratón entre Leitza y Andoain); y, en octubre, la Roncesvalles-Zubiri, la Zubiri-Pamplona que nace mañana, y el Medio Maratón Vía Verde del Tarazonica, que comienza en Tudela y acaba en Tarazona.

Pero es que a todo esto hay que añadirle esa nueva modalidad de carreras de montaña, en las que, a menudo con recorridos de más de 20 kilómetros, el esfuerzo se multiplica por los grandes desniveles que hay que superar.

Y, claro está, tampoco hay que olvidar que si la oferta deportiva en Navarra es mucho mayor que hace unas pocas décadas, también se ha multiplicado en los territorios limítrofes. El sur de Francia, Gipuzkoa, Álava... Es el deporte a la carta, en el que se puede elegir distancias, dureza, fechas, lugares. Quién se lo habría dicho a Demetrio y a aquella cuadrilla del Beste a principios de los 80.