Estos días si ven pasar a alguien por la calle vestido de Puigdemont y usted no está en Bélgica, la cosa está muy clara, el carnaval ya ha empezado. Estamos dentro de febrero y la fiesta del disfraz nos cambia el color de las calles.

Allá por el siglo X en algunas zonas de Inglaterra se hizo muy famoso un juego llamado Fútbol de Carnaval. Con un balón, que sería más piedra que balón, los ingleses fueron los que pusieron la primera piedra del fútbol actual. Nunca mejor dicho.

Cuentan que la gran fiesta del fútbol se hacía siempre el día anterior a nuestra cuaresma, de ahí el nombre. El martes de carnaval venía a ser la final de la Champions de la Edad Media. Los británicos celebraban esta fiesta jugando al fútbol, aunque de aquella manera.

Entre portería y portería podía haber un kilómetro aproximadamente, no quiero ni pensar cuánta gente jugaría aquellos partidos. Si actualmente es difícil tener el equipo junto en el campo, me imagino que los entrenadores de aquella época sufrirían bastante para conseguirlo. Quien lograra meter aquel balón-piedra en una rueda de molino era el goleador del día y si metía muchos supongo que sería el pichichi de la Edad Media.

Más adelante, en algunos lugares se empezaron a poner normas, yo pensaba que igual el fuera de juego podía ser interesante, pero no fue así. Una de las primeras normas fue que no se podía matar a nadie, ni voluntaria ni involuntariamente. Enseguida vino algún rey de la época y lo prohibió porque la cosa era un poco temerosa. Los ultras de hoy en día debían ser la pandilla de mi hija comparado con las batallas que el Fútbol de Carnaval provocaba.

Pero aquel balón - piedra era imparable ya y el juego nunca dejó de existir entre el populacho. La cosa se fue moldeando y aquel día de carnaval se empezó a gestar el fútbol que luego fue.

¡Por cierto! si ustedes ven mañana por su barrio a Sergio Ramos vestido a su manera puede ser que el carnaval no haya empezado por mucho que a usted le parezca.

El autor es técnico deportivo superior