Los alpinistas navarros Uxue Murolas e Ignacio Barrio ponen este lunes rumbo a Nepal para conquistar un nuevo reto: coronar el Makalu (8.485 Msnm), la quinta montaña más alta del planeta, ubicada en la zona Mahalangur del Himalaya.
En una entrevista con EFE días antes de empezar esta nueva aventura, la pareja se mostraba más tranquila que en otras ocasiones, pero con las mismas ganas de ir que siempre.
"Conforme se va acercando la fecha más ganas tienes, pero lo llevamos bien. Llevamos muchos años yendo y más o menos ya tenemos todo controlado", ha comentado Barrio.
Tantas veces que resulta complicado dar un número exacto a bote pronto, pero la colección atesora nombres de la talla de Lhotse, Kanchenjunga, Manaslu, Shisha Pangma, Dhaulagiri,y Broad Peak, aunque no en todos ellos se ha logrado llegar hasta cima.
Como reconocen, no son supersticiosos ni tienen manías, lo único, un pequeño objeto: un dedal que le regaló su madre a Murolas y que lo lleva consigo.
Murolas y Barrio llegan a Makalu con buenas expectativas tras dos años intentando subir el Kanchenjunga, la tercera montaña más alta, aunque no creen que la altura haga la gran diferencia.
"Más allá de que sea más baja, entendemos que va a ser más asequible llegar a la cumbre por la ruta, que es un poco más sencilla y también se suele conseguir fijar las cuerdas", ha explicado Barrio.
Otra clave va a ser la meteorología en una montaña que tradicionalmente siempre cuenta con viento y frío.
El plan consiste en pasar antes por el Mera Peak (6.476) como trekking de aproximación, continuar por varios collados también de 6.000 hasta el campamento base.
"Si todo va bien llegaremos al campamento base hacia el 30 de abril, descansaremos un par de días y, si nos sentimos bien, empezaremos a montar los campos de altura", ha compartido Murolas.
Si la teoría se cumple, en la primera quincena de mayo atacarán la cima.
Pero todo esto es en el papel porque, como ha dejado claro Murolas, "ahí estás vendido a las condiciones de la montaña", en el que los alpinistas conviven con múltiples aristas fuera de su control, donde alcanzar la cima o no se define por detalles; una realidad caprichosa y dura que en el Kanchenjunga cayó cruz en las dos ocasiones cuando la gloria estaba cerca.
"Estas montañas son así. Un catarro te deja fuera", ha expresado Murolas.
"Al final es mucho tiempo de preparación, mucho dinero y un esfuerzo muy grande. El hecho de que no puedas cumplir el objetivo por un pequeño detalle te genera mucha tensión", ha añadido Barrio.
Esa montaña probablemente sea una espinita clavada, una asignatura pendiente que forma parte del reto '3.2.1' de la Fundación Miguel Induráin, que consiste en subir Kanchenjunga, el K2 y el Everest, uno por año.
Objetivo, volver a casa
Murolas y Barrio se conocieron gracias a la montaña y desde entonces comparten no solo travesías, sino también vida. Sus cuerpos parecen estar hechos para subir juntos montañas, ya que casualidad o no su aclimatación es muy similar.
En un deporte en el que el ego y el ansia por llegar a cima puede jugar una mala pasada, Murolas y Barrio priorizan volver a casa, aunque Murolas ha reconocido que "para eso Ignacio tiene más cabeza que yo".
En este sentido, Barrio ha asegurado que "hay que medir la situación muy bien, y si por alguna razón creemos que hay que asumir excesivos riesgos, solemos dar la vuelta. Lo más importante es volver juntos. La montaña siempre va a estar ahí".
Su forma de subir montañas, sin sherpas ni oxígeno suplementario, responde a la búsqueda "más pura" de esta acción.
"Precisamente, la dificultad de subir montañas de esta altitud es su dureza y complicación. Si rebajas esa dureza para nosotros no tiene más sentido", ha asegurado Barrio.
"Han subido a la cima, pero no han hecho un ochomil", ha apuntado Murolas.
Para la pareja, ese contacto con la naturaleza también lo es consigo mismos, un lugar donde sentirse realmente quiénes son, "sin filtros".