Aunque muchos propietarios de mascotas no terminen de verlo, tener un acuario es tan entretenido como pasear un perro o jugar con un gato. Quizá la interacción directa no sea tan intensa, como con un mamífero, pero las horas de entretenimiento viendo a los peces relacionarse entre ellos y con su entorno no tiene fin.

Por eso, lo de montar y cuidar un acuario es una afición cada vez más extendida. En parte influye la aparente sencillez del inicio. Pero estos primeros pasos son muy importantes para hacerse a una rutina de cuidados y establecer los cimientos de una ecosistema acuático exitoso y próspero para los peces y plantas que viven en él.

Lo más importante que hay que tener en cuenta es que es un proceso que hay que ir desarrollando poco a poco. Un acuario montado en un solo día hasta con los peces está prácticamente condenado al fracaso.

Una de las primeras cosas que hay que tener claro es el tanque, la pecera que se va a usar. Freepik

Lo más básico de todo para empezar son tres cosas: la pecera, el filtro-circulador del agua y un líquido estabilizador. La pecera debe ser básica, de un tamaño medio (alrededor de 20 litros) que sea fácil de manejar a la hora de controlar parámetros como temperatura, pH, salinidad… Si lleva tapa, mejor, se reduce la evaporación y se evita que los peces puedan saltar fuera. En función del tamaño de la pecera hay que elegir el filtro-circulador, cuya labor es purificar y hacer circular el agua. De esta manera el agua se mantiene libre de residuos, se equilibran las bacterias, se oxigena el agua y la temperatura se mantiene homogénea. Debe ser fácilmente lavable.

El liquido estabilizador no es otra cosa que un producto que fija el cloro y la cal del agua, regula el pH y aporta las bacterias que fijan los nitratos y amoniacos. El agua del grifo no se puede usar directamente porque está tan tratada que impide la vida de los peces. Solo los más resistentes pueden aguantar con cierto éxito.

De esta forma se montaría un acuario muy básico para peces de agua fría. Lo que sí habría que tener en cuenta es su ubicación. Debe estar cerca de un enchufe, sobre un soporte estable y sólido, donde haya luz natural que no sea directa y lejos de una fuente de calor.

A partir de aquí se pueden ir incorporando elementos que hagan mejor la vida de los peces y también permitan ampliar el abanico de especies que se puedan introducir.

Un buen filtro permitirá mantener el agua libre de impurezas además de oxigenarla y crear corrientes. Freepik

El calentador permite ajustar la temperatura del agua. En función de los peces que queramos introducir deberemos saber cual es la temperatura a la que llegan. No es lo mismo un pez tropical que otro de un entorno más frío. Si no incluye termómetro habrá que añadir uno.

El sustrato también es útil. Sirve para que las raíces de las plantas agarren, además de retener parte de los detritus que las alimentarán. Aunque el aspecto vegetal no se considera un complemento, ayuda a enriquecer el acuario proporcionando escondites, refugio y, si se hacen bien las cosas, un lugar donde desovar.

La iluminación es importante. Por un lado hace que se deje de depender de la luz ambiental y se puede dar el ciclo luz oscuridad más adecuado al sistema que se quiera reproducir. Además ayudara a la fotosíntesis de las plantas.

La decoración, además de ser eso, decoración, también ayuda a ofrecer distintos tipos de refugios y cuevas a las especies que lo necesiten.

Un grupo de peces de la especies guppy en un acuario. Freepik

Llegan los peces

Una vez se tiene esto preparado y estable, para lo que hace falta unos cuantos días, ya se pueden introducir los peces escogidos. Tampoco esto se puede hacer de cualquier manera. Para estos animales, la extracción de su pecera en la tienda, el transporte a casa y su traslado al nuevo estanque puede suponer mucho estrés.

Los peces se suelen entregar en bolsitas trasparentes con el agua del tanque en el que están. Lo más prudente es llevarlos a casa en una cajas oscura en la que quepa la bolsa. Es conveniente que pase el menor tiempo posible entre la entrega y la llegada al acuario. Si son de agua caliente, la poca cantidad de agua de la bolsa tiende a enfriarse rápidamente, por lo que el pez puede sufrir.

Una vez en el destino, hay que poner la bolsa sin abrir en el agua del acuario un rato para igualar temperaturas. Después, para que la aclimatación sea mejor, abrir la bolsa sin romperla meter un vaso de agua del acuario en la bolsa. Cada diez minutos repetir este proceso hasta triplicar el volumen de agua inicial. Finalmente, con cuidado, pasar el pez y solo el pez al acuario. El agua de la bolsa sebe quedarse en ella.

A partir de aquí, y con un mantenimiento adecuado, quedan largas horas de entretenimiento contemplando las evoluciones y el crecimiento de los peces.