Los hermanos Pou, en su afán de superación en el alpinismo de exploración y vanguardia, han logrado esta misma semana otra ascensión inédita en la Cordillera Blanca. Allí han escalado por primera vez la cara suroeste del Pumahuacanca, un escarpado y difícil nevado de 5.563 metros que, dada su enorme complejidad técnica, apenas cuenta con un puñado de ascensiones por su vertiente más accesible.

Los gasteiztarras han logrado la ascensión en el mejor de los estilos.

Los gasteiztarras han logrado la ascensión en el mejor de los estilos. Hermanos Pou

Los gasteiztarras han logrado la ascensión en el mejor de los estilos. Sin cuerdas fijas y en un solo intento, lo que se conoce como one push, y en una ascensión de 12 horas y media consecutivas en las que se han enfrentado a dificultades técnicas importantes de M7 expuesto en escalada mixta, 85º en hielo y V en roca. En este sentido, el estilo alpino, que requiere de una dilatada experiencia y mucha destreza para sumergirse en lo desconocido, se ha vuelto a imponer en una escalada que los hermanos definen como una de las mejores de su carrera, en la que han conocido las montañas más exigentes del planeta. "El Pumahuacanca es una montaña muy enrevesada por cualquiera de sus vertientes, lo que conlleva que el descenso sea tan complicado como el ascenso; creemos que es la primera vez que logramos algo tan difícil con piolet y crampones", explican los hermanos Pou.

"Creemos que es la primera vez que logramos algo tan difícil con piolet y crampones"

Hermanos Pou, Iker y Eneko - Escaladores

Subir y bajar

Tras 12 horas y media de escalada continuada alzaron los brazos en la cumbre, mientras recibían los últimos rayos de sol sobre sus cuerpos cansados. Eran las 17.45 horas y en apenas 45 minutos estarían inmersos en la oscuridad de la noche. Atrás quedaba esa salida de la tienda a las 5.15 horas, en una noche gélida y a una altura de 4.700 metros. Y en ese momento, poco antes de que la noche dificultase el regreso al refugio, llegó la hora de escoger adecuadamente el descenso.

"En una decisión siempre arriesgada y difícil, decidimos tirarnos hacia la vertiente contraria a la que hemos escalado... La primera parte resulta muy inclinada y la destrepamos como podemos con piolet y crampones. La salvación se intuye muy lejana, casi 1.500 metros más abajo en las bonitas praderas verdes del valle de Rurec", relatan los hermanos.

Tras descansar tirados en la hierba durante tres horas con tal de recuperar energías y, de este modo, esperar al amanecer, los gasteiztarras llegaron a la base a las 7.30 horas de la mañana, unas 26 horas después de comenzar la actividad. "Una ascensión a una montaña se compone de un ascenso y de un descenso. Por ello, cuando ambos guardan dificultades al límite de tus posibilidades, el conjunto hace que hayas firmado una gran escalada. En este caso, probablemente, la más difícil que hemos logrado en alta montaña", concluyen los alaveses.