PAMPLONA. La televisión estatal libia mostró anoche cerca de 30 segundos de imágenes del líder libio, Muamar el Gadafi, que afirmó que está en Trípoli "y no en Venezuela, contrariamente a lo que afirman las emisoras de los perros".
En las imágenes, Gadafi aparece bajo un paraguas dentro de un coche desvencijado en las ruinas de una de sus casas en Trípoli bombardeada por Estados Unidos en 1986 y convertida ahora en una especie de museo que el régimen denomina "Casa de la Resistencia".
"Yo circulé hoy por la plaza Verde (en el centro de Trípoli), yo estoy aquí y no en Venezuela, contrariamente a lo que afirman las emisoras de los perros", afirma el líder libio a un periodista que parece entrevistarle en las fugaces imágenes difundidas por la televisión estatal.
Poco antes, el canal de televisión oficial había anunciado que transmiiría un discurso de Gadafi "en directo" que "desmiente todos los rumores".
Sin embargo, el anunciado discurso se redujo a esas fugaces imágenes del dictador libio sentado en un coche desvencijado y cubierto por un gran paraguas.
En la residencia destruida por los bombardeos de la aviación estadouniense en 1986 murió uno de los hijos de Gadafi y desde entonces el "guía" ha convertido sus ruinas en una suerte de museo que suele mostrar a los jefes de Estado extranjeros que visitan Trípoli.
La televisión estatal exhibió las imágenes del gobernante libio sólo en un par de ocasiones, mientras que mantiene continuamente un rótulo en pantalla que afirma que Gadafi "desmiente todos los rumores".
PERFIL DE UN EXCÉNTRICO LÍDER Nacido en Sirte en 1942, en el seno dela tribu Gafafa y criado en una familia dedicada al pastoreo decamellos, logró estudiar para acceder a la Academia Militar.
Con sus compañeros de armas supo aprovechar las enseñanzas de liderazgo y alcanzar el mando mediante un golpe de Estado el 1 de septiembre de 1969 cuando derrocó al rey Idris Senussi.
Ahora sus habilidades como líder y sus dotes para montar su jaima en cualquier lugar, así como toda la parafernalia de la que durante todos estos años se ha hecho acompañar, están siendo sometidas a prueba.
Sin embargo, la fuerza motora de la actual revuelta tribal que ha sacudido los cimientos de su poder es interna y de nada le valdrá apelar como hizo para acceder al poder a las doctrinas panarabistas del líder egipcio Gamal Abdel Naser, tras el derrocamiento de otro titán de la región como Hosni Mubarak, casi tan longevo como él.
En sus cambiantes políticas encaminadas a resplandecer como líder árabe ha recurrido a la desestabilización de países africanos, increpado a los dirigentes palestinos y de otras naciones árabes que han auspiciado negociaciones con Israel, aunque durante la guerra del Golfo Pérsico, en 1991, se abstuviese de apoyar a Sadam Husein.
Entre sus "genialidades" políticas en torno a la unidad del mundo árabe ha pretendido establecer alianzas que le pusieran al frente de unos Estados Unidos del Sáhara, o efímeras fusiones con Egipto, Túnez, Argelia o Marruecos.
Superviviente de más de un golpe de Estado, la llamada revolución cultural, anunciada el 15 de abril de 1973 tras una fallida intentona, significó la solidificación de su poder mediante la formación de los comités populares de base y la creación de un nuevo gobierno, el de la Jamihiriya (Estado de masas), con el que decía dar la voz al pueblo.
Implacable en la represión de cualquier disidencia, sus complicidades con actividades terroristas significaron la aprobación de sanciones en 1992 por el Consejo de Seguridad de la ONU por su negativa a entregar a dos sospechosos del atentado contra el avión de Pan Am cuando sobrevolaba Lockerbie (Escocia) en 1988 y en el que murieron 270 personas.
El endurecimiento de dichas sanciones y la congelación de fondos libios en 1994 no impidió que mantuviera contactos clandestinos con la red de tráfico nuclear del ingeniero paquistaní A.Q. Khan, con quienes tenía contacto desde 1984.
Tras la mediación de Nelson Mandela en 1999, entregó a los dos sospechosos de Lockerbie para que fueran sometidos a juicio y ese mismo año celebró el 30 aniversario de su revolución, al tiempo que intensificaba su promoción internacional para abrir sus mercados tras siete años de aislamiento.
En 2003, EEUU y Libia iniciaron un acercamiento después del anuncio de la renuncia de Gadafi al desarrollo de armas de destrucción masiva, que culminó en el intercambio de embajadores en 2008.
En sus viajes al extranjero, ataviado como un beduino tocado con la taquiya (un pequeño gorro cónico), ha hecho gala de su guardia pretoriana de mujeres, aunque ahora, de momento, ha recurrido a las amenazas en televisión del considerado delfín e hijo de su segunda esposa Seif El Islam (La espada del Islam).