pamplona. No sólo se llamará Francisco como el santo navarro sino que, además, el nuevo Papa conoció Navarra cuando tenía 33 años. Visitó Pamplona y el Valle de Roncal en 1970 en compañía de José Enrique Ruiz de Galarreta (1937), jesuita navarro. Ambos tuvieron la oportunidad de conocerse durante los tres meses que duró un curso de fomento de la espiritualidad y del trabajo de la Compañía de Jesús (se llama Tercera Aprobación y es el último paso de nuestra formación, "como un nuevo noviciado") que tuvo lugar aquel mismo año en Alcalá de Henares y en el que participaron medio centenar de jesuítas de diferentes puntos del planeta.
Para cuando terminaron el encuentro "nos hicimos muy amigos", era Navidad y José Enrique invitó a Jorge Mario Bergoglio, el ahora Pontífice, a pasar un par de días en Pamplona (no recuerda si en su casa o en el colegio) y hacer "un poco de turismo por Roncal". Ruiz de Galarreta tenía una gran vinculación con el valle de Roncal a donde iba a veranear su familia desde que era pequeño. "Yo me siento muy roncalés y le llevé de excursión hasta la frontera para conocer la zona y el Pico de Orhi para ver nieve. Hicimos la típica navarrada, incluso recuerdo que paramos en el restaurante Txamantxoia para comer. Seguramente también estuvimos en las bordas de Belagua, una de las cuales se compró después para los campamentos que hacíamos los jesuitas con chavales", indica.
"Navarra le gustó mucho, se lo pasó bomba", reitera. Ruiz de Galarreta define a Bergoglio como una persona "positiva por su propia postura personal, por su pobreza, por su sencillez...". "Era un hombre sumamente simpático, en el sentido cordial, que daba gusto hablar con él, y sumamente listo. El típico que le pone siempre nervioso al profesor porque hace la pregunta que saca de quicio", señala.
De padres inmigrantes italianos, instalado en Argentina, no volvió a verlo pero le ha seguido la pista a su trayectoria pastoral. "Allí, en Argentina, tuvo muchos problemas con la Compañía de Jesús a nivel interno más que con su diócesis porque la gente le adoraba, le tenía un cariño enorme", relata. Según Ruiz de Galarreta el seguimiento al padre Arrupe, lo mismo que ocurrió con el Concilio Vaticano II, creó discrepancias dentro de la Iglesia "y él estuvo metido en ese lío". "Ha sido un hombre positivo por su propia postura personal, por su pobreza y su sencillez", destacó.
"A mí lo que más me gusta de todo es que han caído todos los ídolos y han elegido a un tío que no aparecía en ninguna quiniela. En el anterior Cónclave, de hecho iba a salir éste, tenía más votos en la asamblea que Ratzinger, y de rodillas y llorando les pidió que por favor no le votasen", relata. Preguntado por la nueva etapa de Bergoglio, Ruiz de Galarreta intuye que tendrá "miedo al lío que le viene encima" teniendo en cuenta que ha sido, remarca, un hombre que siendo arzobispo de Buenos Aires, "ha tenido una enorme aceptación en el pueblo, un hombre sumamente austero, que nunca tocó su coche de obispo e iba siempre en el autobús de línea, que nunca vivió en el palacio episcopal sino en una casita, un pastor muy llano...".
Fue provincial de los Jesuitas durante la época de la dictadura argentina aunque "no tuvo nada que ver con el régimen, lo que sí sabemos es que proclamó un día de penitencia para toda Argentina contra los abusos de la dictadura y las barbaridades cometidas". "Problemas ha tenido con el gobierno de los Kirchner pero ha plantado cara siempre. Le tenían terror porque es un crítico que no se calla nunca", explica. "En su mentalidad teológica es bastante conservador y en cuestiones como el preservativo y la homosexualidad es muy clásico. Pero en temas de pobreza y justicia social estaba totalmente volcado".
Ruiz de Galarreta se pregunta, por otro lado, "qué diablos ha pasado en el cónclave porque había personajes de enorme peso y resulta que en cinco votaciones prescinden de todos y eligen a uno del que nadie hablaba", explica. "La Iglesia desea cambios y de todos los cardenales era el que más cerca andaba de esa mentalidad", indicó.
"Todos son extremadamente derechosos y uno de los menos sería éste pero con 76 años nadie es revolucionario. Es un hombre de mentalidad abierta, que no quiere una Iglesia clerical, que se preocupa por los problemas de la gente pero con una edad. En cónclaves anteriores se podía pensar que había personas de izquierda, de derecha y de centro, pero después de Juan Pablo II y Benedicto XVI sólo queda la derecha, se han preocupado de hacer todos los nombramientos de obispos extremadamente derechosos y éste es uno de los menos", apuntaba ayer.