Estados Unidos organizó este viernes una reunión informal del Consejo de Seguridad de la ONU para denunciar los abusos sistemáticos de los derechos humanos que presuntamente tienen lugar en Corea del Norte y su "claro vínculo" con el desarrollo del programa de armas de Pionyang.

"Estos abusos están bien documentados, vinculados directamente con el programa ilegal de armas de destrucción masiva y de misiles balísticos del Gobierno norcoreano y claramente minan la paz y la seguridad internacionales. En el mundo moderno no tiene cabida esta brutalidad", dijo a los periodistas la embajadora estadounidense, Linda Thomas-Greenfield.

La diplomática reclamó que las violaciones de los derechos humanos en Corea del Norte vuelvan a abordarse de forma oficial en el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que no ocurre desde 2017 por la oposición de varios países, incluidos Rusia y China.

Ante esa situación, Washington optó por convocar esta reunión informal, que aunque fue abierta al público no se retransmitió en directo como es lo habitual, en este caso por la negativa de Pekín, según fuentes diplomáticas.

"Puede que sean capaces de acallar las voces de la gente en Corea del Norte, pero no podrán tapar las nuestras", dijo Thomas-Greenfield en su discurso, en el que insistió en que el "control totalitario" por parte del régimen de Kim Jong-un es lo que le permite seguir destinando enormes recursos a su programa armamentístico.

EE.UU. insiste en ese argumento porque varios países consideran que la cuestión de los derechos humanos no debe tratarse en el Consejo de Seguridad, cuyo cometido central es garantizar la paz y seguridad internacionales.

Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional celebraron la organización del encuentro de hoy y confiaron en que sirva para que la comunidad internacional vuelva a prestar situación a la penosa situación que viven los norcoreanos.

En la reunión, Washington y sus aliados denunciaron una vez más los abusos generalizados que se dan en Corea del Norte y que ya en 2014 fueron documentados por una comisión de investigación de la ONU.

Entre otras cosas, los expertos recabaron pruebas de asesinatos, esclavitud, torturas, violaciones y otros delitos graves contra personas perseguidas por motivos políticos, religiosos, raciales y de género.

"En este preciso momento, Corea del Norte tiene más de 80.000 personas en campos de prisioneros, donde presos políticos sufren tortura, hambre, trabajos forzosos, ejecuciones arbitrarias y sumarias y violencia de género, incluidos abortos forzados", señaló hoy Thomas-Greenfield.

Mientras, recordó, Pionyang sigue desarrollando un programa de armas y de misiles de largo alcance prohibido por Naciones Unidas.

"En Corea del Norte, conseguir armas de destrucción masiva siempre está por delante de los derechos humanos y las necesidades humanitarias de la población", insistió la embajadora estadounidense.

Precisamente hoy el secretario general de la ONU, António Guterres, condenó el último lanzamiento, este jueves, de un misil balístico por parte de Pionyang y exigió al Gobierno norcoreano que detenga este tipo de acciones y apueste por el diálogo.

Según Corea del Norte, el misil balístico intercontinental (ICBM) que disparó el jueves fue un Hwasong-17, el que más alcance potencial tiene en su arsenal, y pretende responder a las maniobras militares que estos días llevan a cabo Seúl y Washington en el sur de la península.