El Papa Francisco quiso morir en casa y nunca dejó de ser Papa: su médico revela los últimos días de vida
Sergio Alfieri, su cirujano personal y coordinador médico, relata que el Pontífice no se expuso a ningún riesgo al volver al trabajo y que rechazó la hospitalización en sus últimas horas: "Sabía lo que tenía que hacer antes de morir"
Sergio Alfieri, médico del Hospital Gemelli de Roma y cirujano personal del Papa Francisco, ha ofrecido un emotivo testimonio sobre los últimos días de vida del Pontífice, asegurando que "nunca se expuso a ningún peligro" al retomar sus actividades públicas tras su última hospitalización, y que decidió conscientemente "morir en casa".
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En declaraciones recogidas por el Corriere della Sera y medios italianos, Alfieri relata que vio por última vez a Francisco el sábado anterior a su fallecimiento, víspera de Pascua: "Puedo decir que estaba muy bien, él también me lo dijo. Le traje una tarta oscura, tal como a él le gusta, y charlamos un rato. Sabíamos que al día siguiente daría el Urbi et Orbi y quedamos en encontrarnos el lunes".
El médico destaca que, aunque se le prescribieron 60 días de convalecencia tras la hospitalización, no le prohibió volver al trabajo: "Él es el Papa. Regresar al trabajo fue parte de la terapia y nunca se puso en peligro. Es como si, al acercarse al final, decidiera hacer lo que tuviera que hacer". Según Alfieri, eso quedó reflejado también cuando aceptó la propuesta de su asistente sanitario personal, Massimiliano Strappetti, de pasear entre la multitud en la plaza del Vaticano durante el Domingo de Resurrección.
"No había nada más que hacer"
Alfieri también recuerda cómo Francisco expresó su deseo de encontrarse con todo el personal del Hospital Gemelli que lo atendió: "Le dije que éramos 70 personas, quizá sería mejor hacerlo después de Pascua. Su respuesta fue clara: ‘Me reuniré con ellos el miércoles’. Hoy tengo la clara sensación de que él sentía que tenía que hacer una serie de cosas antes de morir".
El 21 de abril a las 5:30 de la mañana, Strappetti llamó a Alfieri alertando sobre el estado grave del Papa. "Prealerté a todos y veinte minutos después estaba allí en Santa Marta, pero parecía difícil pensar que fuera necesaria la hospitalización. Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos. Me di cuenta que no tenía problemas respiratorios, intenté llamarlo pero no respondió. No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no había nada más que hacer. Estaba en coma", ha lamentado Alfieri.
La opción de trasladarlo al hospital fue descartada: "Corríamos el riesgo de que muriera en el traslado. La hospitalización habría sido inútil. Strappetti sabía que el Papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli". Francisco había dejado instrucciones claras de no recurrir a "ningún ensañamiento terapéutico", y había rechazado la intubación en su última hospitalización porque "aunque habría ayudado a respirar, sería difícil extubarlo con los pulmones infectados de virus".
Una despedida íntima y serena
Poco después de esa última visita médica, el Papa falleció en su apartamento de la Casa Santa Marta, acompañado por su entorno más cercano. "Me quedé allí con Massimiliano, Andrea, las otras enfermeras y las secretarias. Entonces todos llegamos y el cardenal Parolin nos pidió que rezáramos y rezamos el rosario con él. Me sentí privilegiado y ahora puedo decir que lo fui. Esa mañana le di una caricia como última despedida", ha recordado con emoción.
Sobre la causa de la muerte, Alfieri señaló que podría haberse tratado de un infarto fulminante causado por un émbolo o una hemorragia cerebral. El parte oficial, firmado por el director de Sanidad e Higiene del Vaticano, Andrea Arcangeli, confirma que el Papa murió a las 7:35 horas locales del 21 de abril por un ictus, que derivó en coma y posteriormente en una parada cardiocirculatoria. "Sabíamos hasta el último momento que quería volver a casa para ser Papa. Y no nos decepcionó", concluyó el doctor Alfieri.
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