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"Después de sufrir un ictus, la pintura me ha sacado del pozo"

Dice José Mª Arriazu (Buñuel, 1957) que no pinta para entendidos, sino para divertirse y hacer disfrutar con su pasión, la pintura, a la que se dedica a raíz de un ictus que sufrió en febrero de 2009. Su muestra 'Del Realismo al Impresionismo' se expone en la Casa de Cultura de Sangüesa

"Después de sufrir un ictus, la pintura me ha sacado del pozo"M.Z.

sangüesa. Apoyado en su bastón, José María Arriazu atiende con satisfacción a todos los que se interesan por su obra. Sólo el primer día, su exposición alcanzó mayor número de visitantes que cualquier otra y buenas críticas, que le animan a continuar con su creación. Vecino de Gabarderal, es bien conocido en la zona, tras sus exposiciones en los pueblos de la comarca.

Veintiséis obras. ¿Ha preparado esta colección expresamente para esta muestra?

No. Son recopilación del trabajo de hace tiempo.

¿A qué responde el título?

Sigo a los impresionistas, aunque mezclo con paisaje realista y algo de realismo figurativo, como bodegones.

La muestra se compone fundamentalmente de paisajes. ¿Se inspira en la zona?

Sí, la mayor parte de mi trabajo lo desarrollo cerca: paisajes cercanos, diferentes estaciones en el valle de Unciti, en Zoroquiáin, el pueblo de mi mujer. Tengo muchas dificultades para moverme solo.

¿Cuál es el proceso?

Primero realizo el boceto y una fotografía en el lugar, y capto la luz, los tonos y los colores. Tengo un gran poder de retención e imaginación que traslado directamente con el pincel al lienzo. No dibujo.

Obra de grandes dimensiones, luminosa, paisajes de numerosos matices, de luces y sombras.

Me gusta pintar sobre óleo grande, aunque el pequeño es más vendible, y hacer de cada cuadro un mensaje de la belleza de las cosas sencillas. ¿Es autodidacta?

Sí, aficionado y poco más. Me gusta aprender, pero no que me guíen. Cada uno tiene su estilo. A los 14 años gané un premio, pero fui hijo de labradores. En mi casa no nos lo podíamos permitir.

¿De dónde le viene la afición?

Desde mi infancia en Sangüesa, donde mi padre fijó su segunda residencia tras ser uno de los primeros colonos llegados a Gabarderal hace 50 años, recuerdo que pintaba los cuadros que veía en las tiendas de muebles.

Hasta febrero del 2009, cuando su vida cambió.

Totalmente. Sufrí un ictus, que me paralizó medio cuerpo y, naturalmente, caí en una gran depresión. Tenía proyectos, clientes. Lo tuve que dejar todo, y me refugié en la pintura. Esto me ha sacado del pozo, es la mejor terapia.

¿Qué tal va la venta?

Lenta. Se nota la crisis. En cualquier caso, yo disfruto viendo a la gente que disfruta. Ahora me tomo la vida de otra manera. Claro que, si vendo, mejor. Si no fuera por mi familia, estaría muerto de hambre.

¿Y sus planes de futuro?

Seguir creando y a ver si me hago un hueco en alguna galería. Creo que mi exposición merece la pena.