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La Policía Municipal celebra su día en medio de una situación interna "insostenible"

el festejo contrasta con la realidad del cuerpo denunciada por los sindicatosDesde el verano, algunos agentes utilizan gafas de sol con montura blanca para denunciar el "acoso y la imposición"

La Policía Municipal celebra su día en medio de una situación interna "insostenible"Mikel Saiz

PAMPLONA. Las sonrisas que autoridades y algunos mandos repartían ayer con motivo de la festividad de su patrón, San Miguel, contrastan con el clima que día a día se vive en los pasillos de la comisaría de Monasterio de Irache. Los sindicatos de Policía Municipal llevan años denunciando una situación que ahora califican de "insostenible" mientras este cuerpo continúa siendo noticia constantemente por informaciones negativas que no son más que la punta del iceberg de lo que se cuece a las órdenes de Simón Santamaría, jefe de la Policía Municipal.

La expresión más visible a ojos de los ciudadanos de lo que está ocurriendo en la Policía Municipal tiene su reflejo en la protesta que algunos policías han llevado a cabo este verano, utilizando gafas de sol con montura blanca con el fin de denunciar el "grado de presión" en el seno del cuerpo. A mediados de agosto el sindicato APM-SPPME -que a comienzos de verano había expuesto al alcalde Maya su preocupación por la situación en el cuerpo- denunciaba la apertura de cinco expedientes disciplinarios a otros tantos agentes por utilizar este tipo de gafas con el objetivo de "expresar su desacuerdo con su política de permanente acoso e imposición" y hacer visible una "situación insostenible".

Lo cierto es que Simón Santamaría lleva 13 años acumulando méritos para llegar a la situación actual, en concreto, desde que Yolanda Barcina le sacase de su cargo en Volkswagen. Tras tres legislaturas con la ahora presidenta foral en las que no dejó de ser protagonista, Maya decidió contar con este militar en la reserva nacido hace 55 años en Larache (Marruecos). Y como no podía ser de otra forma, el jefe de la Policía Municipal ha seguido su línea de ordeno y mando.

Probablemente en cualquier otra ciudad española habrían bastado las chulescas imágenes de Santamaría junto a Telefónica, moviendo, mientras hacía que se ataba el zapato, el bidón al que se habían encadenado un grupo de okupas con el fin de lastimarles, para que los responsables políticos de la ciudad hubiesen exigido su dimisión. En Pamplona no fue así. Tampoco valieron las imágenes de algunos de sus subordinados "maltratando" -como denunció SOS Racismo- a un detenido de nacionalidad ecuatoriana en dependencias policiales, los expedientes del propio Santamaría a agentes por multar coches oficiales, los episodios de mobbing con cruces gamadas en el coche de un agente incluidas, el desfase de horas extra sin justificar denunciado por Comptos o las desmesuradas cargas por exhibir ikurriñas el 6 de julio, por citar solo una pequeña parte de los escándalos en Policía Municipal en anteriores legislaturas. Por supuesto, tampoco bastó la repetida exigencia de destitución de Santamaría por parte de la mayoría en el pleno.

manifiesto sindical Si a Barcina no le importó la posición de la mayoría que representa a los pamploneses, tampoco le debió importar a Enrique Maya cuando en julio de 2011 decidió volver a contar con él. La posición del alcalde, al menos de cara al público, era favorable a la continuidad de Santamaría, sobre quien opinaba que se trataba de "una persona con mucha personalidad y que cumple muy bien con su trabajo". Maya ya había dado pistas al nombrar a Ignacio Polo concejal de Seguridad Ciudadana y, finalmente, después de que Santamaría preguntase en Volkswagen por las condiciones de su regreso a esta empresa, se confirmó su continuidad en Policía Municipal. Al día siguiente todos los sindicatos con representación en el Ayuntamiento firmaron un manifiesto expresando su malestar por la decisión del primer edil pamplonés.

En poco más de un año Santamaría ya ha dado muestras de su nula voluntad de pasar desapercibido. Lo mismo ocurre con Ignacio Polo, que volvía a encargarse de Seguridad Ciudadana una década después. A este tridente se ha unido recientemente Alberto Margallo, que sustituye a Patxi Fernández, ahora en el Gobierno de Navarra, como director del área de Seguridad Ciudadana. Los agentes dicen percibir en él una mejora en el trato con respecto a su antecesor, aunque dicen que hasta la fecha sus palabras no se han traducido en hechos. Quienes siguen haciendo y deshaciendo en materia de Seguridad Ciudadana son Polo y Santamaría. En poco más de un año han suprimido la Unidad de Seguridad Vial, en opinión de algunos agentes por haber sancionado meses atrás al hijo del concejal, taxista de profesión, por dar positivo en un control de drogas y alcohol; han ampliado la jornada laboral de los agentes y, sobre todo, han continuado propiciando ese clima irrespirable que se denuncia desde los sindicatos y exhibiendo los modos de anteriores legislaturas. En medio de esta situación, se reproducen noticias que hablan de supuestos tratos de favor a conductores temerarios (al margen del caso del hijo de Polo), de un agente expedientado por no saludar al concejal de Seguridad Ciudadana o se puede ver a Santamaría paseando de manera desafiante por Arantzadi ante quienes protestaban contra el proyecto mientras ordenaba a sus agentes lanzar al río Arga las azadas con las que trabajaban una huerta alternativa.

Un ciudadano pamplonés incluso ha creado un blog (se llama gafasblancaspamplona) para denunciar los constantes desmanes que se producen a cargo de Polo y, sobre todo, de Santamaría. El propio jefe de la Policía Municipal le ha amenazado recientemente con denunciarle penalmente de no retirar el blog. En el mes de julio a Ignacio Polo le tocó dar la cara en una televisión de ámbito estatal después de que las desconcertantes imágenes del encierro de la villavesa saltasen a la primera plana mediática. Polo justificaba el cordón policial a cargo de Policía Municipal y las posteriores cargas, para las que se avisó a la Policía Nacional, y hablaba de la peligrosidad de un acto del que nadie se habría acordado de haberse gestionado de otra manera.

En medio de estos sucesos quedaba manchado, como tantas otras veces, el nombre de la Policía Municipal de Pamplona, esa misma que, como recuerda un libro de reciente publicación, en las fiestas de San Fermín Txikito de 1978 era aclamada. Ahora, una encuesta interna revela que el 70% de los agentes ve que el ambiente en el cuerpo es "regular, malo o muy malo", un 89,9% ve "favoritismos" en el cuerpo y solo un 4,8% considera la dirección política del cuerpo "buena o correcta". Por mucho que ayer se repartiesen sonrisas.