Ya en vida, y también después de su fallecimiento en 2001, un grupo de amigos celebran este día con una misa de recuerdo de su persona y una reunión de hermandad, según señala José Mari Ustarroz, monaguillo zaharra de don Inocencio y presidente de la Cofradía de San Miguel. "Este año, que se celebra el centenario de su nacimiento, esta conmemoración la vamos a realizar en la parroquia de San Juan Bautista de Uharte Arakil, donde don Inocencio fue bautizado el mismo día 28 de diciembre, con una misa cantada a la una del mediodía", apunta Ustarroz.
En esta misma parroquia fue ordenado sacerdote en 1936. Tras ejercer como párroco en Urdian y en Luzaide/Valcarlos, en 1945 fue nombrado capellán del santuario, cargo que ejerció hasta su muerte, el 22 de septiembre de 2001.
Así, hoy será un día de encuentro de amigos de este sacerdote, el último capellán residente de San Miguel de Aralar, una persona que sigue viva en el corazón de muchos de quienes le conocieron. Y es que don Inocencio, pastor en su genuina expresión, fue el alma de ese lugar durante más de medio siglo, abriendo las puertas del santuario de San Miguel a todas aquellas personas que se acercaban a lo alto de Aralar. En un principio, muchos eran pastores y cada vez más, montañeros, convirtiéndose en un referente para los amantes de las cumbres. Precisamente, este pasado domingo, en el Mendigoizaleen Eguna, fueron muchos los que se acordaron del antiguo capellán, persona clave en la celebración de esta fiesta que viene celebrándose desde 1965.
AMOR AL EUSKERA Don Inocencio también es recordado por su gran amor al euskera. Euskadun berri, comenzó a aprender esta ancestral lengua en el seminario. Y es que a pesar de haber nacido en Uharte Arakil, un pueblo en el que el euskera era entonces la lengua mayoritaria, en su casa no se hablaba. Tal y como recordaba el capellán, su madre, que era de Uharte Arakil, no dominaba esta lengua porque se crió en Castilla. Su padre, de Idiazabal, fue enviado a realizar el servicio militar a Cuba sin apenas saber el castellano. Entonces se juró que no hablaría a sus hijos en euskera, culpando a esta lengua de su sufrimiento en la isla.
Don Inocencio perfeccionó su euskera en Valcarlos. Allí comenzó un enamoramiento que le acompañó hasta su muerte. Aseguraba que le costó mucho dominarlo y tal vez por eso mismo lo amaba más.
Gracias a su complicidad y al empeño de un grupo de padres de la ikastola Paz de Ziganda, se pudo captar en Navarra la señal de ETB en 1986, un hecho que contribuyó en gran parte a la difusión del euskera en la Comunidad Foral. Fue una decisión personal que sabía que le acarrearía algún problema, pero no le importó.
Don Inocencio fue clave también para devolver al euskera el lugar que había perdido en San Miguel. Cuando él llegó en 1945, ya no se hablaba y si alguien se dirigía en esta lengua, obtenía como respuesta la terrible y tamible frase: "háblame en cristiano". Así, don Inocencio comenzó a rezar el rosario en euskera. Pero el entonces capellán le amonestó, diciéndole que mientras él estuviese, solo en castellano. Cuando se quedó solo, introdujo esta lengua en las celebraciones.
"Don Inocencio fue un adelantado al tiempo que le tocó vivir y ejercer. Euskaldun berri comprometido con la cultura y las aspiraciones de su pueblo, no siempre comprendido, fue consecuente con sus ideales religiosos, humanos, culturales y sociales", observa Ustarroz, quien destaca que sus amigos desean mantener esta celebración en el tiempo para reconocer a las personas que como don Inocencio dejaron marcada la huella de su honestidad y servicio a los demás.
Lo cierto es don Inocencio vivió volcado a San Miguel de Aralar, tanto en lo espiritual como en lo material. Hasta los 88 años administró y veló por la buena marcha del lugar. Gracias a su ahínco, en 1966 el Gobierno de Navarra reconstruyó la hospedería, destruida en 1942 por un incendio. También trabajó en acercar el santuario de Aralar, a 1.235 metros de altitud, a la población en general con la llegada de la carretera en 1965 procedente de Lekunberri. Unos años después, en 1982, se construyó la pista de cemento que sube hasta el santuario desde Uharte Arakil.