EN 1922, un 7 de junio más concretamente y hacia el mediodía, a juzgar por la posición de las sombras, un fotógrafo de nombre hoy desconocido se echó la cámara al hombro y salió a la calle para entretenerse con su afición favorita. Plantó su trípode en el punto donde hoy se encuentra el cruce entre las calles de Espoz y Mina y Duque de Ahumada, y obtuvo una fotografía excepcional. 1922 fue el año mágico en el que Pamplona tuvo dos plazas de toros. La vieja, que se había quemado el verano anterior y que estaba siendo derribada, y la nueva, que estaba en plena construcción. Claro que, bien pensado, tal vez deberíamos haber dicho que 1922 fue, en realidad, el año en el que Pamplona no tuvo ninguna plaza de toros, puesto que ninguna de las dos estaba operativa.
La imagen muestra un hervidero de trabajadores que se afanan por terminar las obras y acondicionar la zona para las fiestas de San Fermín, para las que justamente faltaba un mes. Puede verse una treintena de operarios, además de cinco carros y seis caballerías. A la izquierda se aprecia el llamado Baluarte de la Reina, que está siendo desmontado a golpe de azadón. Hacia el centro de la imagen se ve el pino de Diputación y el edificio del Archivo, y a la derecha cierran la imagen las traseras del Teatro Gayarre, que ocupaba entonces el arranque de la actual avenida de Carlos III. Inmediatamente debajo del viejo teatro se ven aún algunos restos de la plaza de toros vieja, que ha sido ya casi totalmente derribada.
HOY EN DÍA la zona ha experimentado tal transformación que, si no viéramos la copa del pino de Diputación asomar por encima de los tejados, los escépticos y descreídos pondrían en solfa la exacta correspondencia de ambas fotografías. La carrera contrarreloj llevada a cabo por el Ayuntamiento pamplonés en 1922 llegó a buen fin, y la nueva y flamante plaza de toros pudo estrenarse justamente un mes después de la obtención de la fotografía antigua, es decir el 7 de julio de 1922. Para poder construirla al mismo tiempo que se derribaba la plaza vieja fue preciso desplazar su ubicación unos cuantos metros, y de ese modo las traseras del flanco sur de la plaza del Castillo quedaron liberadas de su uso tradicional. Años más tarde, en 1932, este hecho casual permitiría abrir la avenida de Carlos III, tras el derribo y traslado del Teatro Gayarre a su emplazamiento actual. Carambolas del urbanismo pamplonés...
Hoy en día esta zona rebosa actividad comercial y hostelera, y esperamos que siga así por muchos años. A la izquierda, muy cerca de donde estuvo el Baluarte de la Reina, se encuentra el café Niza, seguido de los Almacenes Erro. En vez de carretas y caballerías vemos la parada de taxis y el aparcamiento de motos, mientras que al fondo se adivina la elegante avenida de Carlos III, presidida por la fachada clasicista que José Yárnoz construyó en 1934 para el Palacio de Navarra, y que, con todo su poder, no puede ocultar del todo al viejo pino de Diputación.