CÁSEDA recuperó ayer su pasado más rural cuando en el marco de las I Primeras Jornadas de la Trashumancia acercó a sus vecinos y allegados labores y escenas de un tiempo pasado, una nueva actividad en las Tierras de Javier impulsada por el Consorcio Turístico y el Ayuntamiento de la localidad, con la que se pretende fomentar las Cañadas Reales como elemento turístico, justo en el lugar donde se juntan las cañadas de los Roncaleses y de los Salacencos, que recorrieron sus antepasados en el tiempo en el que la localidad vivía de la ganadería y del campo.
Por eso, la plaza del Mercado volvió a recoger ayer la actividad que le da nombre y albergó a artesanos de diversos productos tradicionales, talleres demostrativos, y otras representaciones como antesala de la plaza de Oriente, en la que se instaló el escenario central donde se desarrollaron homenajes y actuaciones en el día central de las jornadas, que para ser las primeras, reunieron a numerosos vecinos, sumados a la fiesta como parte de ella, y allegados que disfrutaron del amplio programa, lo que fue del agrado de la organización.
"Hemos puesto mucho trabajo y mucha energía para sacar adelante la primera edición de esta fiesta. Arriesgas y nunca sabes cómo te va a salir, pero visto el resultado, ha merecido la pena porque la gente ha respondido muy bien desde el primer día, en la charla de las cañadas", concretaba.
Quien así lo valoraba, Oihane Tejadas, la gerente del consorcio, Tierras de Javier-Xabierren Lurrak, subió al escenario acompañada del alcalde de Cáseda, Jesús Esparza, la presidenta del consorcio, Beatriz Olleta, la agente de desarrollo local, María Luisa Durán, para rendir el que constituyó el primer homenaje a los pastores, que ayer recayó en los hermanos, Javier y Agustín Iribarren Idoz, a quienes se les hizo entrega de la réplica de un corral en un día que la gerente calificó como emotivo. "Fue un periodo de la historia de Cáseda muy vivo en la actualidad, y tenía que ser aquí donde se reconociera la bella y dura tarea de la trashumancia", expresó.
descendientes Los hermanos Iribarren Idoz rememoraban ayer su pasado. Hijos y nietos de trashumantes, llegaron a Cáseda a vivir en el año 1938, cuando Javier el mayor tenía seis años. Para entonces, su padres ya trabajaba en esta localidad."Lo veo como si fuera hoy. Vinimos en un carro a vivir aquí porque teníamos familiares".
Procedentes de casa Patín en Güesa, valle del Salazar, su padre y su abuelo vivieron la trashumancia, y después lo hicieron ellos. Javier durante toda su vida, "desde los catorce hasta los setenta", Agustín dedicó a la actividad treinta años de la suya . "Guardamos buenos recuerdos de las cañadas. Nosotros hacíamos el camino hacia Oroz-Betelu, sobre todo", recalcaban.
La vida le unió a Javier en Cáseda con María Jesús Navarro. La hija de ésta, Mila mostraba ayer orgullosa el pasado trashumante de su familia a las puertas de su tienda. "Mi vinculación es doble. Mi padre y mi abuelo fueron trashumantes, y de Güesa, llegó la familia de Javier a Cáseda, y trajeron el nombre de Casa Patín. "or todo ello esta fiesta me parece estupenda. Nunca se había hecho un reconocimiento aquí, a este modo de vida", declaraba.
hoy La jornada de hoy tendrá matices deportivos, culturales y gastronómicos en la temática central de las jornadas, se podrá disfrutar de media jornada con matices deportivos, culturales y gastronómicos. A las 10.30 de la mañana, el Corral de Legico, en Cáseda, será punto de encuentro para todos aquellos que quieran vivir, a pequeña escala, la experiencia de la trashumancia. Desde este punto se realizará una marcha hasta la Ermita de San Zoilo, punto de descanso en la cañada, acompañando a un pastor con mil ovejas. Llegados a la ermita, tendrá lugar una visita guiada, y para finalizar la jornada se llevará a cabo una degustación de queso de Idiazabal, colaborador del evento, y del vino de las Bodegas F. Olimpia Oficialdegui de Cáseda. El fin de fiesta volverá a la plaza de Oriente, con un concierto de la banda.