Broche de tablas, orejas y muerte
david mora, a hombros en la noble corrida de montalvo Fortes (2 orejas) sufrió una cogida en el escroto y Marco obtuvo otro trofeo en la última corrida del año
Corella. Corella, la bella, la ciudad barroca y la del decano de los cosos navarros puso, un año más, el cierre a la temporada taurina. Barroco en el exceso, tan bello como anecdótico, tan oculto como culto, tan imprevisible como criticable... Todo ello condensado en en una misma función de la que salió bien regada de entretenimiento la parroquia local y los aficionados forasteros. Como el día anterior, hubo triunfos y sangre. Esta vez, por mor de la menor gravedad del herido, el triunfador David Mora (tres orejas) se dejó pasear y salir a hombros por la puerta grande hacia el inefable y genial avispero de la calle Moral. El cogido, Jiménez Fortes, que cortó las dos orejas del último, no pudo formar dueto de capitalistas por acudir a la enferemería a ser atendido de un pitonazo en sus atributos, por cierto colosales, masculinos. Por su parte, el navarro Francisco Marco, que arrancó una oreja del 1º, se fue andando por fallar a espadas ante el 2º toro de su lote.
Barroquismo taurómaco corellano con un buen puñado de sucedidos que llenarían un buen taco de páginas de gacetillas y anecdotarios. A saber, resumiendo: hasta cinco tendidos de los sastres al completo e, incluso, al inicio, gentes de uno de ellos se acomodaron en la vetusta tejería de la plaza. Más: el endeble tableramen de la plaza salió volando hasta en tres ocasiones por los derrotes de los toros segundo y quinto, con el consiguiente susto, peligro y trabajo para carpinteros, alguacilillo y otros. Y las cogidas de Jiménez Fortes al tropezar y perder la cara al sexto toro hasta en dos ocasiones. Con la taleguilla hecha jirones y sin arreglo posible tuvo que enfundarse el malagueño un vaquero para proseguir la lidia y triunfar en el épilogo del año taurino foral. Mas en clic del broche se reservó, también por sorpresa, a la brava muerte de Rebujino en la mismísima boca de riego. Sus últimos y bravos estertores los protagonizó anclando con emotiva belleza sus cuatro remos a la vida, mientres Fortes, de esa guisa levis y con mirada profunda y cómplice, mostraba respeto dando medida distancia en inolvidable estampa. Torería, bravura y emoción. Sincera y merecida ovación para ese Rebujino de Montalvo.
Como fue el año pasado y se preveía, la corrida de Montalvo no tuvo exceso de fuerza ni de casta. Si fue noble y propició a la terna estar a gusto y cortar orejas. Tuvo la virtud de ir de menos a más, terminando con dos toros con importancia. Francisco Marco topó con el lote más parado, pero estuvo por encima, asentado y con buen estilo. Lo mejor, el cierre ajustado por bernardinas al primero y el inicio en redondo con el cuarto, al que pinchó, por lo que perdió el triunfo. Mora lanceó a su lote con enjundia y ritmo en los saludos capoteros y dibujó dos faenas clásicas y elegantes por ambos pitones. Oreja y dos orejas. Fortes no tuvo opciones ante el muy flojo 3º, al que enhebró con la espada. Sí se entregó, olvidándose del cuerpo al son de un enorme Nerva, para arrimarse con solemne valor ante ese Rebujino, que, en tan dura como emotiva comunión con el espigado andaluz, selló un pasaje para el recuerdo.