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50 años de una tragedia bajo el agua

se cumple medio siglo del accidente de autobús en el cruce de la cadena, en el que fallecieron siete personas

50 años de una tragedia bajo el aguaFoto: archivo de domingo llauró

El pasado 19 de octubre se cumplieron 50 años del accidente de autobús en el que fallecieron siete personas y 25 resultaron heridas al precipitarse el vehículo al río Urederra en el puente de San Felipe y Santiago, más conocido como puente de la Cadena. Medio siglo ha pasado de aquella tragedia y sus protagonistas no han podido borrar de sus mentes las imágenes de aquel fatídico día. El vehículo había partido de Legaria y se dirigía a Estella tras recoger a pasajeros de los distintos pueblos de la zona. La fatalidad impidió que llegase a su destino.

El accidente, que todavía muchos vecinos de la Merindad guardan en su recuerdo y otros tantos han oído hablar de él, sucedió sobre las 14.10 horas del 19 de octubre de 1963 en el puente de la Cadena. El autobús que conducía Octaviano Abaigar Fernández, vecino de Legaria, enfilaba la recta que finalizaba en una curva cerrada. En dirección contraria circulaba un tractor y en ese momento el chófer replegó el vehículo a la parte derecha, dada la curva pronunciada y la estrechez del puente. Entonces, la mala fortuna hizo acto de presencia de manera que el autocar cayó al Urederra, en un punto con profundidad ya que allí existía una presa.

El fatal accidente se saldó con el fallecimiento de siete mujeres: las hermanas de Legaria Mª Isabel y Mercedes Fernández Soto, de 21 y 19 años respectivamente, la vecina de Olejua Mª Blanca Maeztu, de 29 años, y su madre, Francisca Bujanda, de 59, la joven de Igúzquiza Celia Galdeano Portillo, de sólo 16 años, y dos vecinas de Estella, Amparo Amador Clavería, de 30 años, y su hija Blanca, de apenas un año. Se da la circunstancia de que Amparo logró sobrevivir al primer impacto y fue rescatada de las aguas, pero encontró la muerte al volver a entrar al autobús para intentar socorrer a su pequeña.

en el recuerdo La tragedia marcó a las familias, que 50 años después no pueden evitar emocionarse al recordarla. En el caso de la familia Galdeano, la pérdida de la joven Celia sigue presente en la memoria de cada uno de sus integrantes. Su hermana mayor, Isabel, recuerda que "aquel viaje era el primero que mi hermana hacía sola a Estella. Ya había bajado otras veces con mi padre o con nosotros, pero sola era la primera vez. Llevaba tiempo pidiéndole a mi madre que la dejara ir y al fin ese día accedió y Celia cogió el autobús para ir a la peluquería y a casa de nuestro hermano Jesús, a llevarle un pantaloncito que había hecho nuestra madre para su nieto". Isabel recuerda con pesar que "aquel día comiendo estuve metiéndole prisa, diciéndole que no iba a llegar a coger el autobús. Esas palabras se me han quedado grabadas para siempre".

La hermana de la fallecida recuerda que "estaba terminando de recoger la cocina cuando vi pasar a una vecina corriendo y por la expresión de su cara ví que algo pasaba. Enseguida se corrió la voz de que había caído el autobús y todos corrimos al teléfono público, que estaba entontes en casa de Florentino Albizu. Había una gran confusión y nos fuimos pasando el teléfono para preguntar por nuestros familiares. Cuando pregunté por mi hermana me dijeron que estaba mal, no puede esperar más y quise bajar a Estella. Salí a la carretera y Maximiano Sanz, que iba a trabajar con la moto, me hizo el favor de bajarme a Estella". Una vez en la zona de La Cadena, se confirmó la tragedia. "Vi a mi hermano Benjamín, que ya había llegado, que estaba en la cuneta llorando. Un sacerdote de la parroquia de San Juan, don Felipe, que había acudido a auxiliar a los heridos ya nos confirmó que había fallecido.". Quedaba por comunicar la triste noticia a sus padres. "Volvimos con mi hermano Jesús, que estaba también allí, a Igúzquiza y se lo dijimos a mi madre. Celia era la hermana más pequeña, antes de Javier, la única chica junto conmigo de nuestros 10 hermanos, y para nosotros fue un golpe muy duro. Mi madre preguntó qué pasaba y le dije, 'madre cuando nació Celia nos alegramos mucho porque Dios nos la dio, pero ahora se la ha llevado'. Fue muy duro".

Isabel Galdeano asegura que este golpe "no se puede olvidar, hoy después de 50 años todavía nos resulta doloroso". Sin embargo, los familiares quedaron reconfortados por el gran apoyo que recibieron por parte del pueblo y autoridades de Estella, que se afanaron por auxiliar a los viajeros.

bajo las aguas Fue el caso de Carmelo Díez Metauten, una de las primeras personas en llegar al lugar del siniestro a bordo del camión en el que trabajaba en 1963. Carmelo Díez, que entonces tenía 22 años, no lo dudó un instante y, junto a otros jóvenes estelleses y agentes de la Guardia Civil, se sumergió en las aguas para ayudar a los afectados. Medio siglo después, este estellés relata que "ni lo pensé, si lo piensas no lo haces, me quité la ropa y me tiré. Al llegar al autobús aquello era un horror".

Carmelo Díez, que era buen nadador, se sumergió una y otra vez en el agua. "En un primer momento el autobús no se metió hasta dentro, y junto con el motorista de la Guardia Civil pudimos sacar a personas, pero para cuando nos dimos cuenta ya se hundió del todo", señala Díez, que recuerda que "la chica gitana que falleció la sacamos viva, pero para cuando nos descuidamos ella se había vuelto a meter para sacar a su hija". Díez añade que "hicimos todo lo que pudimos para seguir sacando gente y los iban atendiendo los médicos que estaban, como Andonegui.

La labor de este estellés no quedó aquí. Con una grúa del batallón Guipúzcoa se extrajo el autobús del agua. "Me dijeron si me atrevía a volverme a meter para enganchar la cadena de la grúa al autobús y lo hice". El peor trago fue sin embargo sacar a los fallecidos. Su actuación le acarreó a Carmelo Díez Metauten problemas de salud posteriores. "Me cogí una pulmonía por la temperatura del agua y aun tengo secuelas", apunta.