ADENTRARSE en el Baluarte del Labrit implica evocar la época de construcción del complejo fortificado de Pamplona, en especial la de este bastión, datado en 1540 y pionero en la nueva concepción de defensa de las ciudades. Mejorar el conocimiento de la ciudadanía sobre su valor y concienciar a la sociedad sobre la importancia de la recuperación y conservación de las murallas de la vieja Iruña es lo que pretenden los recorridos guiados por este baluarte, que se llevarán a cabo durante el mes de noviembre y que están organizados por el Ayuntamiento y la Red Civivox.

"Cuando te gusta el patrimonio, ponerlo en valor y concienciar a la gente en su conservación es muy gratificante", señaló Roberto Ciganda, uno de los guías de estas visitas y el encargado de darles el pistoletazo de salida el jueves pasado. Mabel Urra, del equipo de gestión de la Red Civivox, también participó en este primer itinerario, que reunió a una decena de personas con interés en esta temática. Tanto la restauración como estas visitas se enmarcan en el proyecto FORTIUS -iniciativa llevada a cabo entre Pamplona y Baiona con fondos FEDER de la Unión Europea-, cuyo objetivo es revalorizar el patrimonio fortificado de las ciudades.

Ciganda debutó como guía en este tipo de recorridos organizados por el Consistorio -anteriormente en los revellines de Santa Ana y Santa Isabel de la Ciudadela-, aunque ya ha trabajado en el Palacio Real de Estella, en Ujué, en el Archivo y en las Jornadas Europeas de Patrimonio. Para el historiador, la de Pamplona es "una de las mejores construcciones fortificadas de Europa", aunque hasta hace escasos años la ciudadanía apenas tenía conocimiento sobre ella. Durante la visita, de 45 minutos, Ciganda explicó el origen de estas construcciones, la forma en la que se está llevando a cabo su recuperación y algunas curiosidades.

fue una revolución Un paseo por el espacio abovedado que queda bajo el baluarte -llamado caserna-, el acceso a la parte superior o un atento vistazo a la particular construcción son claves para entender las explicaciones que acompañan estas visitas. Su origen en el s.XVI -y el del resto de recintos fortificados abaluartados- se debe al desarrollo de la artillería y la pólvora y a una revolución en la concepción de la defensa de las ciudades. Los cañones no podían colocarse en los muros medievales y así surgen los baluartes de piedra. En el del Labrit, llegó a haber 17 cañoneras y durante la visita se observan 14 de ellas.

Una de las particularidades de este bastión tiene que ver con su fisonomía. Esta fortificación se ha reconstruído con dos orejetas -dos salientes de escasos centímetros a cada lado del muro- porque así era su forma primitiva. La caserna bajo ella también es peculiar y pudo ser una de las antiguas paternas -puertas secundarias- de salida a la ciudad, aunque también sirvió como refugio. A medida que avancen las obras, se podrá acceder a más espacio en lo alto del baluarte, hasta llegar a admirar las vistas que de él se observan. En concreto, está previsto que para el inicio de 2014 termine la fase de reconstrucción y se inicie un proyecto paisajístico de integración en el espacio que rodea a este elemento.

La satisfacción de los que participaron en la primera visita era patente al final de la misma. Había quien ya había participado en otros recorridos por los recintos amurallados de Pamplona y quien era "novato" en este tipo de iniciativas, pero todos afirmaron que volverían a repetir este viaje por la historia.