Donamaria. Las visitas guiadas a la casa torre Jauregia de Donamaria, uno de los edificios más emblemáticos de la cuenca del Bidasoa, continuará el domingo al mediodía, cuando se encuentra en vísperas de cumplir quince años desde que en 1999 se acometió su restauración por la Institución Príncipe de Viana y dirigida por la arquitecto Maite Apezteguia Elso. El histórico edificio, que es por sí mismo digno de verse por sus especiales condiciones arquitectónicas, recibe numerosas visitas a lo largo del año que gestiona el Consorcio Turístico de Bertiz y acoge esporádicamente actuaciones culturales y conciertos que gozan también de una notable acogida.

El carismático edificio está ubicado junto a la regata Txaruta, que discurre paralela al acceso a Donamaria. La casa tiene planta rectangular, con tejado a cuatro aguas y consta de cuatro alturas que con sus 18 metros de su alzado más alto equivaldrían según los parámetros actuales a un edificio de cinco o seis pisos. Como curiosidad, al estar cimentada sobre una roca natural que está su vez inclinada, la altura de sus alzados es distinta según la orientación desde la que se mira el edificio, 15,5 metros el alzado más alto y 10,5 metros en el más bajo, además de los 2,5 metros de altura de la cubierta.

La planta baja y la primera están construidas a base de sillería de piedra caliza del país, mármol y alguna pieza de ofita con más de un metro de espesor, y las plantas tercera y cuarta, lo que se conoce como el cadalso, están construidas en madera. En su origen, la torre, un espléndido cubo elevado, tenía una única ventana central en cada una de sus cuatro fachadas además de varias saeteras, y el acceso se practicaba desde la planta baja a través de una puerta con arco de medio punto.

Con posterioridad y con el correr de los años se fueron añadiendo otras dos ventanas, una de ellas en la fachada principal y la en el lateral donde se situaba la cocina. Era un torre que cumplía una función netamente defensiva y es a partir de los siglos XVII y XVIII cuando pasa a convertirse en una típica casa de labranza.

En la restauración se utilizó teja vieja pero muy bien conservada y para la tablazón del cadalso "una madera de roble espléndida, toda de una misma partida", cosa no fácil de conseguir, según manifestó Maite Apezteguia, la arquitecta cuando se ejecutaron las obras de restauración. Al principio, la madera nueva llamaba mucho la atención pero en quince años que se cumplirán en 2014 ha ido adquiriendo una pátina de nobleza. El domingo continuarán las visitas, a partir de las 12 horas, y ver el edificio y su interior es una actividad inolvidable.