Hay quien dice que el barrio de Iturrama (del euskera Iturri, fuente, y ama, madre, fuente madre) recibe su nombre de la fuente del Hierro, aunque otros en cambio, lo relacionan con un manantial que antaño había en esta zona y del que se abastecía, precisamente, la fuente de la plaza del Consejo. Los vecinos de la vieja carretera de Fuente del Hierro (hoy la calle del mismo nombre) se quedan con la segunda versión: "Esta era una zona de manantiales y de fuentes, y quizá por eso venga lo de Iturrama", señala Nicolás Vidaurreta.

Nicolás Vidaurreta, Fermín Hurtado, Joaquín Ederra, Mari Ganuza e Ignacio Zoroquiain, nacieron en la calle Fuente del Hierro en los 50, y tan arraigados están a ella que han impulsado que la fuente que le da nombre, la vieja fontana con propiedades ferruginosas que ya en el siglo XIII abastecía a la ciudad (entonces se conocía como fuente de Acella), vuelva a dar agua al barrio de Iturrama como antaño. Porque la fuente del Hierro no es poca cosa. Como recoge el blog Pamplona Histórica, la del Hierro quizá sea "la fuente más antigua de la ciudad". Aunque manaba agua desde el siglo XIII al menos, ya en el siglo XVI, de su manantial "se hizo una canalización para abastecer a la ciudad".

La del 'setenta' José Joaquín Arazuri, en su libro Pamplona, calles y barrios, detalla que "a finales del siglo XIX y principios del XX esta fontana fue bautizada por el pueblo soberano con el título de fuente del Setenta", por ser en 1870 cuando el Ayuntamiento, dado el incesante ir y venir de vecinos hacia esta fuente por sus propiedades ferruginosas, adecentó sus alrededores, y "construyó la escalera para bajar hasta el manantial, y el muro pétreo de contención". De hecho, este muro, en el que se mantiene la fecha y la leyenda Soy fuente tuya, cuídame. Gracias!, es el que ahora han restaurado los alumnos de la Escuela Taller de Cantería del Ayuntamiento de Pamplona. Y ya puede verse el resultado de la nueva fuente, que cambia ahora de ubicación (quedó sepultada bajo la rotonda de la carreta que baja a la Universidad, y ahora se localiza en la parte izquierda de ésta), y que emanará agua. Ayer todavía no se veía el caño, pero, según señalaron los vecinos, "se va a colocar en la parte baja", porque "sumidero hay". Quien habla es Ignacio Zoroquiáin, quien recuerda, cómo, cuando era chiquito, "el caño estaba colocado a unos 40 centímetros para que cupiera el garrafón, de cristal", y se ponía una "hoja de árbol para que saliera el chorrico". Y detalla que "en verano bajaba muchísima gente con la botella, porque decían que era buena para el riñón". No en vano, de ahí recibe el nombre esta fuente, la del Hierro, de sus propiedades ferruginosas: "Y las chicas bajaban porque la fuente decían que les sonrosaba la cara". Nicolás Vidaurreta, de 66 años y otro de los vecinos de Fuente del Hierro, del número 36 para más señas (el último de los portales de entonces), añade que "antes había cortes en el agua. Entonces mi madre me mandaba corriendo a coger el garrafón y a la fuente, porque el primero que llegaba cogía agua, y si no se ponía a rebosar de gente. Y ahí me estaba sentadico en las piedras".

Así era la vida de la llamada carretera de Fuente del Hierro en los 50, entonces casas de baja más dos, "chabisques más huerta, sin baño". Allí vivían unas 38 familias, y hoy muchos de aquellos niños todavía conservan una relación tan estrecha que hasta se han unido para que el Ayuntamiento les devolviera la fuente que quedó en el olvido cuando se hizo la rotonda. "Han tardado, pero se ha sacado adelante", señala Joaquín Ederra, que vivió en el 1 de Fuente del Hierro, y eso que, como añade Vidaurreta, "de valor artístico cero, pero sentimental todo; y lo más importante: que esta fuente dio nombre a la calle".

"HASTA LOS 14 NO FUI A PAMPLONA" La vida en Fuente del Hierro era como la de un pueblo. "Yo hasta los 14 años no fui a Pamplona", indica Ederra, y eso que solo tenía que atravesar la Vuelta del Castillo para plantarse en el Casco Viejo. Entonces por Sancho el Fuerte pasaba el tren Plazaola, y, como rememora Fermín Hurtado, "a las 10 quedábamos con las chicas para acompañarlas al barrio, porque no había luz; era solo un plato con una bombilla". Esta cuadrilla de amigos recuerda como si fuera ayer sus partidas a la rana en Casa Emeterio, el estanco como lo llamaban ellos (estaban también Casa Paco y el Juanche); su infancia en las Escuelas Municipales de San Juan (en Pío XII, antes conocida como carretera de Estella); y cuando tenían que montarse encima de la trilla por los campos de Ablitas, en la Vuelta del Castillo.

Eso hasta los años 70, en que comenzó a crecer Pamplona por Iturrama, y sus casas fueron demolidas. La de Vidaurreta, el número 36, fue de las primeras "en el 1967 o 1968", y luego vendrían la de Hurtado y Mari, el número 2, en el 72, y la de Zoroquiáin, el número 5, en el 76. La última, la de Ederra, en 1981: "Cuando se empezó a urbanizar Fuente del Hierro, toda la gente del barrio se reunió en la parroquia de Corpus Christi para constituirnos en cooperativa". Se levantaron 8 portales en Sancho el Fuerte, donde Muebles Amat, para unas 130 familias: "Un piso en el 73 venía a costar un millón de pesetas", calcula Vidaurreta.

Estos cinco vecinos de Fuente del Hierro se juntaron el viernes para este periódico con el objetivo de ver el resultado final de la fuente del Hierro. "Desde los 80 se quedó ahí en medio de la carretera, pero era inaccesible y estaba muy deteriorada", precisa Fermín Hurtado. "Por eso la idea era sacarla a la luz". De hecho, según se prevé, la fuente tendrá agua potable "de red, porque el manantial está sepultado bajo la glorieta" y vendrá bien para los peregrinos del Camino de Santiago, que pasa a su lado. Y se ha levantado junto a uno de los bancos de piedra que aún se mantienen como antaño, igual que en la Vuelta del Castillo.

"La idea es que una vez se inaugure la fuente volvernos a juntar, pero todos los del barrio. Queremos hacerlo en la primavera, pero ya lo iremos anunciando a través de la prensa". Ya lo hicieron el 13 de diciembre de 2009, en que más de 300 vecinos de Iturrama celebraron una comida en el Iruña Park. Y ahora tienen más para celebrar, porque la fuente, por la que han luchado desde hace años, se ha recuperado.