Los guardianes de Góngora
La empresa del halconero Isaac Jimeno utiliza la cetrería y otros sistemas para ahuyentar a las aves del vertedero por los problemas de higiene y sanitarios que generan
Góngora - La afición por el arte de la cetrería se le metió "en la sangre" a Isaac Jimeno, de 38 años, al ver los primeros programas del mítico divulgador ambientalista Félix Rodríguez de la Fuente. "Cuando comencé, hace unos 20 años, el halconero que teníamos más cerca estaba a 400 kilómetros; la cetrería era algo súper lejano y muy complicado -señala que hoy en día la encuentras en Internet- y esa dificultad hacía que pusieras más interés en ir aprendiendo, en conseguir tu primer pájaro -que fue un azor-, con aquellas listas de espera que tenías que estar tres años para conseguir uno". Ahora, este vecino de Aguilar del Río Alhama (La Rioja) y natural de Urretxu (Gipuzkoa) es el gerente de Fauna Halcón SL, empresa a la que la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona renovó recientemente el contrato para ahuyentar las aves del centro de tratamiento de residuos de Góngora por un precio de 48.500 euros al año.
A diario, en el vertedero entran 100 vehículos con alrededor de 350 toneladas de basura, convirtiéndose los restos de materia orgánica en objeto de deseo de las aves. El jefe de vertido, Ángel Álvarez, explica al respecto que en 2005 constató que "de octubre a febrero, por el tema de la emigración de los estorninos, había bandadas increíbles, algo exagerado, que cada año iban a más", lo cual generaba un gran problema de suciedad en las instalaciones y maquinaria, por los excrementos, y, además del impacto visual, estaba el posible riesgo sanitario. Por ello, se decidió contratar este servicio, que ha obtenido unos buenos resultados. "Hemos pasado de avistar unas 50.000 aves en una jornada a, como mucho, 150 los días que más", apunta Jimeno, quien añade que lo habitual es que vean unos 40-50 ejemplares al día.
Su trabajo, según relata, consiste en evitar que los animales se acerquen al recinto a alimentarse, "por riesgo de contaminación biológica y, aparte, por las molestias a operarios y a las maquinarias". Para ello, el técnico de la empresa Juan Pablo Calvo, que trabaja en esta instalación de la Mancomunidad, principalmente actúa con seis rapaces (cuatro halcones híbridos y dos águilas de Harris). "Creamos una zona infectada, por decirlo de alguna manera, donde constantemente hay vuelo de rapaces para que las aves que generalmente venían a alimentarse vean este espacio como un lugar peligroso y vayan a otro lado", explica. Así, según prosigue, cuando las aves entran a estas "zonas de terror" saben que "va a haber algún tipo de ataque". Atrás quedaron los primeros días de la masa de estorninos que fueron "muy muy complicados" y ahora "prácticamente son vuelos de mantenimiento y de marcaje; una vez al día o hasta tres".
Además de la cetrería, utilizan otros sistemas como los cañones de carburo y las señales sonoras o luz láser, aunque "son siempre apoyos", bien porque hace una jornada "con mucho viento, con mucha lluvia..., o por motivos que no dejen que los pájaros puedan actuar".
el más problemático Los alados que más problemas presentan son los estorninos, al ser los más abundantes, pero también acuden milanos, buitres y, en alguna ocasión, gaviotas. Jimeno incide en que su labor no consiste en capturar, sino en ahuyentar las aves: "Si no hay estorninos no es porque los hayamos cazado. Precisamente utilizamos pájaros grandes, como gerifaltes, porque la presencia de un pájaro grande en principio asusta más que uno pequeño y nos da el beneficio de que, aunque los ataque, tiene muchísima dificultad de coger un pájaro tan pequeño, que es mucho más ágil". En este sentido, señala también el trastorno que sufrirían "si una persecución de una rapaz para alcanzar a un estornino se nos sale del centro y nos coge el estornino a dos kilómetros: entre buscar, ir a por él, volver..., hemos desprotegido el servicio".
Para los casos de aves protegidas, como los milanos y los buitres, siempre utilizan "sistemas no agresivos" de ahuyentación "en cuanto a molestia y presencia humana". Al respecto, Álvarez, quien destaca la importancia de ahuyentar las aves porque "este centro, desde el principio, se ha caracterizado por cuidar la imagen, la limpieza", comenta que al principio debían acercarse con los vehículos o andando para espantar a los buitres y ellos se iban "a saltitos".
A Isaac Jimeno, lo que le atrajo de la cetrería, una técnica muy efectiva en estas lides disuasorias por ser "algo natural", "es la relación que logras con el animal. Tienes una vinculación con él tan estrecha, pero a la vez tan fuerte, que logras ver al animal prácticamente como si estuviera libre. Es como si vieras a un animal salvaje pero con una diferencia, que no te tiene miedo". Su empresa de fauna silvestre también hace exhibiciones, cuenta con un centro de cría y está montando un centro de educación ambiental. "Este trabajo es de todos los días y de todos los años, pero agradecido es muchísimo", sostiene el halconero, quien afirma que lo que más le gusta es la cría en cautividad. Tanto es así que, a partir de marzo, cuando llega la época de cría, en la que los polluelos van a nacer, pone su cama junto a las incubadoras y duerme.
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