javier - Dicen con orgullo que son "la familia más antigua de Javier". Cinco generaciones, empezando por Bonifacia Carlos -viuda de Juan Ardanaz-, han convivido en el Hotel El Mesón, que se inauguró cuando se construyó el pueblo nuevo de Javier, hace ahora 50 años, pero con unas raíces y una tradición que se remonta cientos de años atrás. "Lo inauguramos cuando pasaba por Navarra la Vuelta Ciclista, con el nombre de El Mesón para mantener la continuidad del anterior mesón que tenían nuestros antepasados en el pueblo viejo", señalan Lourdes Labairu y María Jesús y Conso Ardanaz. No conocen la fecha concreta en la que la familia comenzó con el oficio, pero guardan documentación de 1885, en la que se registra "el pago de 200 reales de vellón al duque de Villahermosa por el arriendo de la casa mesón". "Teníamos mucha documentación anterior, pero se empapó de aceite y se perdió", relatan.

El primer mesón, por cuyo alquiler pagaban al duque, se encontraba en una de las barriadas entre la parroquia y el convento, en el primer piso de la casa ducal. De allí, lo trasladaron al lado del castillo, y por sus estancias pasaron importantes personalidades como los reyes de Bélgica, los marqueses de Villaverde, Severo Ochoa o Pitita Ridruejo. "Teníamos baños cuando no había en casi ninguna casa y eso atraía a la gente. A muchos los conocías cuando te daban el carné porque iban de incógnito", recuerdan María Jesús y Conso. Su madre, Bonifacia, murió ya en el nuevo Hotel El Mesón.

Pese al paso de ilustres personajes, sus mejores y más numerosos clientes siempre han sido familias. "En los años de bonanza venían familias a veranear durante un mes con los que establecimos mucha relación y ahora son amigos que continúan viniendo unos días", explica Lourdes. "Osasuna ha estado 45 años ininterrumpidos viniendo a cenar aquí el día que pedían la bendición al santo, y también llega mucha gente de paso de todos los países del mundo", añade.

javieradas Desde hace más de 50 años, cuando los participantes en las Javieradas "venían sentados en bancos de las escuelas que colocaban en la parte trasera de las camionetas", ya que no existían los autobuses, estas jornadas de peregrinación han cambiado mucho. A ojos de estos testigos de excepción, que cada año ven pasar a miles de personas, "ha descendido el turismo religioso y ha aumentado el familiar, que viene a disfrutar del día". En esta línea, comentan que durante el año también trabajan con clientes de este tipo, turistas que utilizan el hotel "como centro de operaciones mientras visitan la zona", y muchos ciclistas de excursión. El hotel está cerrado en los meses de enero y febrero "por el frío" y se reabre para el momento culmen que vive durante las Javieradas. "Tenemos reservas de un año para otro. Una familia llena siempre todas las habitaciones y vienen abuelos, padres, hijos...", apunta Lourdes.

Otros cambios que ha sufrido el hotel Mesón han venido motivados por la crisis. A la hora de elaborar la carta y el menú, desde hace años han introducido "platos combinados, bocadillos, raciones o tapas" para adaptarse "a lo que la gente va demandando". Según exponen, los platos estrella de su carta son "muy de la tierra": comidas elaboradas con pochas, cordero o pichón, al que consideran "la especialidad de la casa". "La gente disfruta también mucho de la terraza", señalan, un gran espacio con el que cuentan desde que en 2006 la localidad se reformó y se construyó como zona peatonal.

Por otro lado, hablan de las bodas o ceremonias, muy habituales hace algunos años, y que parecen haber perdido tirón. "Hemos hecho decenas de bodas. Pero cada vez fueron siendo más grandes y ya no hacemos. Mucha gente que se casa aquí prefiere después ir a comer a un restaurante de Pamplona", relatan.

matriarcado Hasta donde a María Jesús y Conso les llega la memoria, el negocio familiar siempre ha estado regentado por mujeres. Su madre Bonifacia quedó viuda muy joven, al igual que María Jesús, que perdió pronto a Luis Labairu. "Esta casa siempre ha sido de mujeres. Y todas se han quedado viudas jóvenes", rememoran. "Espero que no siempre sea así", apunta entre risas Roberto González, yerno de Lourdes y Fermín Rebolé, y quien se encarga actualmente de la organización del hotel-mesón.

Con respecto al futuro, de momento también está ligado a una figura femenina. A sus 14 meses, Maren González -hija de Leire Rebolé y Roberto- ya corretea poco a poco por el mesón, juguetea y manda besos a todo el que se le acerca, sin conocer todavía su larga historia familiar. Las cuatro generaciones (de 14 meses a 88 años) conviven en Javier, junto a una población de cerca de 110 personas, manteniendo el primer nombre y la antigüedad de aquél mesón que albergaba a los primeros peregrinos al patrón.