irurtzun - Con el verano llegan las fiestas de los pueblos y, con éstas, la furgoneta de Helados Mendoza, una empresa familiar de Cárcar que recorre durante estos meses buena parte de la geografía de Navarra y también acude a La Rioja y Soria. Una cita obligada en este periplo de cientos de kilómetros es Irurtzun. Los festejos comenzaron el miércoles y allí estaba Adrián Mendoza, el fundador de esta empresa junto con su esposa, Mª Gracia Sádaba.
Ayer tampoco faltó a su cita. Era el día más caluroso en lo que vamos de verano, por que apetecía, y mucho, tomar un helado, una dulce tregua frente a las altas temperaturas. La oferta era variada, con una veintena de sabores para todos los gustos. Desde los clásicos como chocolate, mantecado, limón, fresa hasta otros novedosos como chicle, kinder o pitufo, uno de los más demandados entre los txikis.
Mendoza comenzó en el oficio en los años 80 con un carrito a cuestas. Se lo compró a un heladero de Calahorra, Perico Ramírez, a quién este carcarés conocía desde su infancia. “Cuando éramos niños solía venir a Cárcar y nos daba un helado porque le subíamos el carrico a la plaza de arriba” recordaba ayer. Con 65 años y a punto de jubilarse, confesaba que se animaron en esta aventura para dar un futuro a sus cuatro hijos: Jesús, José, Luis y Enrique. “Era agricultor pero no tenía tierras para los cuatro. Veía muchos pueblos en fiestas y que había algo que hacer” apuntó. Lo cierto es que el matrimonio, sus cuatro hijos y una hermana trabajan en la actualidad en la empresa, que también realiza contratos temporales en momentos puntuales.
Y es que de aquel carrito de los helados han pasado a una flota de ocho furgonetas y una caravana auto-ventas con las que no se pierden una fiesta a base de ilusión y mucho tesón. Son horas y horas lejos de casa, en la carretera, trabajando en las plazas de pueblos y romerías mientras los demás disfrutan de la fiesta. “Es una vida dura pero te acostumbras” confesó. Normalmente, los Mendoza instalan su furgoneta en las plazas al mediodía y se van pasadas las diez de la noche, cuando la gente se retira a cenar, unas diez horas en total. En los principios eran más, incluso hasta las dos de la madrugada. “La hora de más ventas es por la tarde, de 18.30 a 20.30 horas. Por las mañanas se vende menos, ya que las madres no les compran a los niños helados porque tienen que comer”, apuntó Mendoza.
La temporada fuerte empieza en marzo y se alarga hasta octubre aunque es en verano cuando hacen su agosto. El calor es su mejor aliado, aunque Mendoza señaló que helado siempre se vende. “En Sanfermines no se ha vendido lo de otros años pero dónde más se ha notado es en el granizado”, explicó, al tiempo que recordó que también venden helados a restaurantes.
Hablar de la crisis es ineludible, también en este sector: “Se nota mucho pero vamos tirando. No nos podemos quejar”.
CALIDAD y artesanía El secreto de su expansión está en la calidad de sus helados, según confiesa Mendoza. “Los hacemos con cariño y con las mejores materias prima, con leche y nata fresca para que mantengan su sabor natural y proteínas, sin conservantes ni aditivos”, reitera. También recuerda que sus productos están avalados por la denominación Alimentos Artesanos de Navarra y Reyno Gourmet.
Si bien Helados Mendoza ha mantenido la tradición artesana, esta empresa familiar ha sabido adaptarse a los gustos y necesidades de sus clientes. Por ello, todas las estaciones presentan nuevos sabores, a lo que hay que sumar que todos sus helados son aptos para celíacos y también cuenta con cuatro sabores sin gluten. Hace siete años la empresa se trasladó a una nave de 1.200 metros cuadrados dotada con maquinaria de alta tecnología para elaborar productos artesanales de alta calidad, mimando cada proceso de elaboración de los productos.