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El espíritu del Pirineo se une en Otsagabia

los valles pirenaicos reafirmaron ayer su identidad en la renovada celebración del día del valle de salazar-urruxkide eguna

El espíritu del Pirineo se une en Otsagabia

urruxkide, compañero de mesa en euskera salacenco, recobró ayer su significado esencial en Otsagabia, que acogió la celebración del Día del Valle de Salazar, Urruxkide Eguna, y reunió en su mesa a 460 comensales que reafirmaron su identidad pirenaica y su manifiesto contra la despoblación. En la jornada de ayer, los pueblos salacencos se reunieron y recrearon el sorteo para emparejar familias depositando las llaves de sus puertas en una alforja y sacándolas de dos en dos.

“Llaves que abren puertas, casas y corazones”, recalcó Xabier Díaz Esarte, según la simbología de antaño. Esarte, al frente de la organización junto con otros muchos vecinos y vecinas que tomaron parte en la fiesta de mayor implicación del año, recalcó que la jornada necesitaba nuevos aires. Lo corroboró la alcaldesa de Otsagabia, María Luisa Sáez. “Antes era solo una comida y nos parecía que teníamos que hacer algo más”. Y lo han logrado, una vez más, gracias a la implicación de todos los pueblos del valle, del vecino Aezkoa, de Cize y Soule, integrantes del Proyecto Irati Basoa (el bosque de bosques), tema central de esta edición 2014. Una implicación que se puso de manifiesto en la abarrotada plaza de la Blankoa, donde se mezclaron en la fiesta irrintzis, trajes regionales, varas de mando, música, danzas, gigantes, y banderas.

ESTRENO Ayer también se presentó el Aiert Otsoa 2014, que reconocerá cada año la labor de las personas que se comprometen con su labor por el valle, y que este año se concretó en Pascual Bezunartea, el último guarda de Irati, que recibió una talla de Juan Luis Pena, de Oronz, y la canción más aplaudida de la mañana, Xalbadorren heriotzean, en reconocimiento a su entrega y buen hacer por el bosque.

El de ayer fue también el primer baile de la bandera del Valle de Salazar y con él se estrenó la melodía que siguieron José Manuel y Txema. Para este cometido, los salacencos han contado con la ayuda de un roncalés, el izabarra Julio Beretens. También ayer Roncal acudió con su bandera.

Mirando al pasado, Otsagabia se proyectó ayer en el futuro, adelantándose a las fiestas que hoy comenzarán, y se convirtió en el escaparate de la riqueza de las danzas de las neskas de Jaurrieta y de las de Zuberoa; en el escenario para las jotas de Tomás Barace, Pedro y Mª José Hualde, para los bertsos de Aimar Karrika, alusivos al día, para los temas interpretado por la coral, fanfarre y los músicos del valle, y para las danzas de gigantes.

Las tres comparsas, de Otsagabia, Ezkaroz y Aurizberri-Espinal, todo lo llenaron; desde su salida del frontón, el paso del puente del Orialde, hasta la Blankoa, que se quedó pequeña para acoger la cantidad de participantes que se sumaron al nuevo Día del Valle. Las quince villas con las llaves, símbolo de unión, junto a los invitados de los valles vecinos, con los que se mezclan las culturas y lenguas castellana, francesa y euskalduna, protagonizaron ayer la fiesta más grande de los salacencos, que tienen en su escudo el lobo y la leyenda azkenean konta (al fin se verá, en euskera), “orgullosos de lo que se fue, lo que somos y lo que deseamos ser”, y dispuestos a tomar parte en el baile.