Iñigo Morales y su mujer han sabido esperar y se han librado de la burbuja inmobiliaria. Les tocó una VPO en 2003 en Rochapea (Paseo de Anelier) de 83 metros cuadrados cuando los sorteos de vivienda protegida se convirtieron en una lotería en toda regla (fueron 10.000 solicitantes para 390 VPO). Invirtieron 100.000 euros (18.000 en ayudas) con una hipoteca de 80.000 euros para un piso con trastero y dos plazas de garaje. Les gustaba el barrio, de donde era Iñigo, pero tuvieron tres hijos y el piso se les quedó pequeño, sin balcón, patio o terraza para colgar la ropa de toda la familia. El pasado verano se mudaron a un adosado en la calle Padre Adoáin en Alemanes, un barrio demasiado tranquilo pero ocuparon un piso de 135 metros cuadrados, un jardín compartido que es la gozada para los txikis de 6, 5 y 1 años de edad, y por supuesto, espacio para el tendedero. La vivienda llegó a costar apenas cuatro años antes 400.000, ahora han desembolsado 258.000 euros. Les ha quedado un préstamo de 130.000 euros y una letra de 530 euros. Por el piso de Rochapea han conseguido 153.000 euros, el precio máximo fijado por el Gobierno más lo conseguido (en el mismo lote) por uno de los dos garajes del mercado libre. El incremento del módulo entre los años 2004 y 2008 mejoró la posición de las VPO hasta equipararse en muchos casos, reconoce Iñigo, a la vivienda libre si bien reconocen que el boulevard de Rochapea es una zona buena, “hay pisos en libre que se han vendido muy cerca del nuestro por 210.000 euros”, abunda. Reconoce por otro lado que los 258.000 euros es la cantidad que pagaron por una VPT de 120 m2 en Sarriguren compañeros de su generación (Iñigo tiene 40 años) en los años de la “locura”. “Me parece muy injusta la frase de que la gente ha vivido por encima de sus posibilidades. En realidad mucha gente estaba obligada a comprar en los años de la cresta de la ola porque el que no compraba en 2006 por 26 millones al año siguiente pagaba 28... y el alquiler no era una opción atractiva”, apunta este autónomo que regenta una empresa de transporte.
perfiles El perfil de comprador obedece a casuísticas muy variadas, admite Nerea Aguado, de Alfa 10. Así, asoman al mercado parejas jóvenes que ven que la VPO no ha ajustado tanto los precios y encuentran de segunda mano por 70-90-100.000 euros (calle Esquíroz por 109.000 euros) o personas separadas que han tardado en comprar. Hay parejas mayores que deciden mudarse a una vivienda más pequeña y vender la suya; personas que tienen una cuenta vivienda y deciden aprovechar la coyuntura, o pisos en venta procedentes de herencias. Existe además la figura del pequeño inversor que adquiere en barrios como Milagrosa y luego la alquilan a estudiantes. Se ven también situaciones de personas que no pueden pagar la letra y tratan de vender antes del embargo. “Un piso puede ser prohibitivo hasta que se necesita vender, y tenemos casos de la plaza del Castillo que salieron por dos millones y se han vendido en 400.000”, apostilla.