En 1963 y mientras un exmarine llamado Lee Harvey Oswald rumiaba ya la posibilidad de meter un tiro en la cabeza al presidente J.F. Kennedy, Pamplona padecía uno de aquellos duros inviernos de entonces. Tan frío y duro que una mañana de febrero de aquel año el estanque de la plaza del Conde de Rodezno apareció completamente helado.

La foto muestra a una tropa de no menos de 35 niños (ni una sola niña) que juega sobre el estanque sin que la capa de hielo de señales de irse a romper. En primer plano vemos una de aquellas míticas bolsas de deportes que llevaban impresas citas olímpicas como México 68, Múnich 72 o Montreal 76, mientras que el niño de la derecha usa una cartera de mano más tradicional. Pueden verse algunos de aquellos gruesos y abrigados comandos con capucha, de los que usaban botones con apariencia de colmillos de animales, y vemos que incluso con temperaturas bajo cero predominan los pantalones cortos y los zapatos con medias altas de rombos. Una foto para nostálgicos, vaya...

Hoy en día sabemos que nueve meses después de que se obtuviera la foto antigua Oswald disparó contra Kennedy, aunque aquella conspiración tiene aún muchos interrogantes y zonas oscuras. No es habitual que se hiele el estanque de la plaza de Conde Rodezno, aunque nos tememos que, si ello ocurriera, tampoco las niñas y niños de hoy, acostumbrados a bucear en el ciberuniverso de las videoconsolas, se sintieran demasiado impresionados.

El estanque no muestra cambios respecto a la foto vieja, y la plaza entera tiene el mismo aspecto de 1963, con la salvedad del arbolado, que ha crecido y proliferado, aunque afortunadamente nos permite llegar a ver la embocadura de Carlos III. Y dicho esto, tan solo nos queda desear que los gobiernos municipales de la era post-UPN den una solución imaginativa a la plaza y al propio Monumento a los Caídos. Una solución que respete la memoria histórica y que, por supuesto, no perpetúe con su nombre la figura de un fascista como Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno.