Sarriguren da la nota en comuniones
El párroco Javier Ecay la ha ‘liado’ en su intento de reconstruir los cimientos espirituales de Santa Engracia. Cuarenta padres han llevado a catequizar a sus hijos a otras parroquias
pamplona - Lleva ocho años de guía espiritual de una parroquia en la que no faltan tanto niños y niñas que -como él mismo confiesa- muchas veces se educan para ser “príncipes”, como padres que convierten la celebración de su primera Comunión o el Bautismo en una “pequeña boda”. Quien cree en un Cristo “revolucionario y transgresor” tiene a muchos padres en pie de guerra con su idea de comunidad cristiana como reflejo de un proyecto educativo: “crecer en la escuela de Jesús”. El símil es el de una escuela de música: “Si quieres aprender música no puedes venir el día del concierto nada más”. Más de cuarenta familias, la mitad de las que querían comulgar este año, han mudado al “barrio vecino” para dar la catequesis a sus hijos (principalmente a Mendillorri) con el fin de eludir las nuevas exigencias.
Oriundo de Tafalla, el que fuera párroco de Carcastillo, Estella, Chantrea (Santiago) y ahora, de Sarriguren, un barrio nuevo que se consolida por la presencia de parejas jóvenes y niños pequeños, ha dado un golpe de timón en su empeño de crear una parroquia viva y “coherente” donde los padres “dan fe y esperanza a sus hijos”. En esa batalla por no “frivolizar” las tradiciones ha impuesto nuevas condiciones a las familias para catequizar “en clave familiar” a sus hijos; en realidad habla de la necesidad de asumir nuevos “compromisos”. En realidad busca la implicación de los padres en este proceso de maduración cristiana para que los niños a los que se viste de marineros y las niñas de princesas tengan claro cual es el sentido de recibir por vez primera ese pan que es el cuerpo de Jesucristo, la imagen de un Dios que “no juzga, que es amor y misericordia pero también exigencia”, entiende el sacerdote.
Lo más singular de este nuevo y polémico modelo es que los padres participan a lo largo de los tres años que dura la catequesis en todo el proceso. Padre y madre acuden una vez al mes a un encuentro de formación en pequeños grupos para “poder acompañar a los pequeños y trabajando los mismos temas”. La finalidad es lograr de cada familia una “pequeña iglesia doméstica” y, con ello, la “implicación” de quienes van a ser “los verdaderos catequistas, los educadores en el día a día”. A su vez, los más pequeños pasan de tener una hora semanal a que sean dos horas quincenales de catequesis durante la mañana del sábado. “Queremos que los padres se conozcan y que a su vez actualicen su fe, que participen en la vida de la comunidad. Hay niños que ni los conocemos, no los vemos antes y después de la Comunión”, abunda. “Hay familias cristianas que llaman a la puerta de los Sacramentos pero no de la fe. No acuden a la parroquia ni a misa, y el Bautismo o la Comunión termina siendo un supermercado de marcas...”, cuestiona quien apuesta por madurar en la identidad cristiana. A su vez, se invita a las familias a participar en la vida de comunidad a través de la misa dominical, “sin obligación”, como forma de “autenticidad en la fe”. Tras su puesta en marcha, se muestra satisfecho: “Está siendo una experiencia bonita. Comulgar no es una fecha es un proceso al que el niño debe llegar cuando está maduro, cuando los padres puedan acompañar. Hay parejas que prefieren que la catequesis sea un tipo de actividad extraescolar y eso no ayuda al menor”, detalla.
La parroquia se creó en 2006 en pleno baby boom, y ha sido testigo del rápido crecimiento de un barrio joven con un alto porcentaje de VPO de nueva creación. “Fueron ocho años en los que no había servicios y fuimos la primera puerta abierta a los vecinos”. Un crecimiento que continúa. El último año se celebraron cien bautizos, los segundos y terceros hermanos de los primeros.... En cambio, en lo que va de año apenas han contraído matrimonio cuatro parejas cuando se han llegado a casar hasta 28. “Es un barrio amable para la convivencia, tiene mucha zona verde y, realmente, se vive libertad y tolerancia, con respeto a los diferentes credos religiosos. Hay cristianos de todos los país que la enriquecen y nos ayudan a que seamos más abiertos y acogedores”, observa.
Sin embargo, la crisis ha azotado de manera muy clara a muchas parejas enfrentadas al pago de hipotecas. “Algunas subsisten con la mitad del sueldo con verdaderos apuros y, si los dos están en paro y no tienen ayuda familiar, la situación no se puede soportar”, abunda. “Hay familiar que han tenido que abandonar el barrio al no poder pagar su vivienda. La coordinación entre Cáritas y los Servicios Sociales de Egüés es continua”, expone. “Aunque uno de los dos trabaje, antes dedicaban un salario para pagar la vivienda y así podían destinar un sueldo para la hipoteca, que ronda los 400-500 euros, y otros 300-350 para gastos comunes de portería, luz, calefacción, etcétera”, agrega. Por otro lado, asegura que tampoco el alquiler social haciendo frente a alquileres que se asemejan, asume, al coste de la vivienda libre es una garantía de calidad de vida.
En una primera fase de exclusión muchos vecinos acuden a los servicios sociales, después llaman a la puerta de Cáritas y, “como nosotros no podemos con todo, al final les perdemos de vista y es lo más duro... seguramente algunos habrán vuelto a su país”. Es el tercer estadio de exclusión. Ecay reconoce que la pobreza se ceba más con los inmigrantes, a los que “trajimos para trabajar y ahora queremos que se vayan.. Los de aquí tienen familia y además no sufren tanto el paro”.
También le preocupa la educación de los menores en un barrio donde estudian más de 2.500 niños. ¿Los malcriamos? “En 1993 escuché al psicólogo Vicente Madoz. Los educamos para vivir como ricos y van a acabar viviendo como pobres, originando situaciones muy complicadas. Era 1993 y parecía imposible pero ha llegado ese momento”, afirma quien defiende la educación en el respeto y en el esfuerzo. “Se confunde la protección al menor con no corregirle ni llamarle la atención. El ‘no’, la disciplina y el esfuerzo es necesario para invertir en su futuro, en su crecimiento”, destaca quien tiene claro que la educación requiere, a su vez, “tiempo y, a su vez, ser ejemplo para ellos”. “Educar es hacer de ellos futuros hombres y mujeres felices, que se sientan bien y crean en un mundo mejor -se tenga o no fe- lo cual no es una tarea fácil. Esta sociedad tan avanzada nos ha robado el tiempo, fomentar la escuchar, orientar al menor, estar, jugar...”, subraya. “Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo, me decían en Camerún... Y es verdad, vivimos esclavos del reloj”.