Síguenos en redes sociales:

El voluntariado como motor para mejorar la sociedad

Itaka Escolapios cumple 10 años en Navarra, en los que casi ha triplicado el número de voluntarios, que trabajan por cambiar el mundo desde la educación

El voluntariado como motor para mejorar la sociedad

Pamplona - “Te cambia la mirada de la realidad. La gente para la que trabajas te da lecciones de vida y te ayuda a entender otras realidades, a quitar clichés”. Así define la experiencia de ser voluntario Oskia Ruiz, trabajadora de Itaka Escolapios en su sede de Tafalla. Una institución solidaria que apuesta por la educación como la mejor manera de transformar el mundo. Acaba de cumplir 10 años y forman parte de ella 149 voluntarios entre Pamplona y la capital de la Zona Media. Entre ellos, Oskia, Roberto Zabalza, Raúl González e Idoia Gil; los cuatro suman 67 años de voluntariado en torno a Escolapios.

“Itaka Escolapios nació para aglutinar proyectos sueltos de una larga trayectoria”, explica Raúl González, de 38 años, vocal del patronato de Escolapios y parte del equipo coordinador de la sede de Pamplona. Proyectos que se basan en el apoyo educativo de personas en riesgo de exclusión social de todo el mundo como base para acabar con las desigualdades y en promoción de las personas. En esta década de vida, la figura de Itaka Escolapios ha servido para “fortalecer todos los proyectos sociales que tenemos”, señala González, que lleva 20 años como voluntario. Una realidad que no sería posible sin la figura del voluntario. “Cuando pensamos en que nazca un nuevo proyecto tenemos que mirar dos aspectos: el económico y los voluntarios. Si no hay gente para sacarlo adelante, por muy solvente que sea, no puede haber proyecto”, subraya el vocal.

SIN RETRATO ROBOT Dicen que no existe un perfil del voluntario. “Hay muchos chavales que comienzan en Bachiller, otras personas que vuelven después de muchos años, jubilados... De todas las edades y formación muy diversa”, relata González. Personas de todo tipo pero con un interés compartido: “Inquietud social y sensibilidad, sobre todo”, apunta Roberto Zabalza, coordinador de Itaka Escolapios en Pamplona. Porque el ser voluntario radica en un “querer transformar el mundo. Y esa idea empieza por cambiar uno mismo”, comenta Idoia Gil, profesora de Biología en el colegio Calasanz de Pamplona, de 27 años, nueve de los cuales los lleva como voluntaria.

Un trabajo desinteresado, señalan, “importantísimo”, más cuando “los recortes en ayudas públicas han sido bestiales”, más del 70% en los últimos cinco años, apunta González. Destacan que, pese a formar parte de una congregación cristiana, “este aspecto no aparece. Hay una enorme diversidad de voluntarios cuyo objetivo es promocionar a las personas”, concluye Idoia Gil. Una promoción orientada con proyectos como Ikaskide en Pamplona, que ofrece apoyo escolar a menores en riesgo de exclusión social de 3º de Primaria a 3º de la ESO, así como talleres de alfabetización y enseñanza de castellano para adultos, formación en el área de cuidadores de personas dependientes, costura, informática... Y también un equipo de asesoramiento jurídico gratuito, que atendió a más de 100 personas en 2014, y apoyo en la búsqueda de empleo.

“Considero que primero tienes que dejarte cambiar para poder transformar lo que tienes alrededor. El ser voluntario te hace crecer como persona y mirar un poquito más lejos, ser menos egoísta”. En la misma línea se mueve Oskia Ruiz, que lleva 15 de sus 35 años como voluntaria. Participa en el proyecto Trastévere de Tafalla que, como Ikaskide, apoya a escolares. “Hacer las tareas es lo de menos. Los niños te dan lecciones de vida y te ayudan a conocer y entender otras realidades”, expresa. “Además, es una manera de ser feliz que solo se entiende si se hace. Por eso nuestro lema de Ven y verás”, añade González.

Esa fuente de felicidad puede encontrarse, dicen, tanto en casa como a miles de kilómetros. “Tan cooperante es quien viaja como quien se queda trabajando para los de aquí”, subraya Zabalza. Y él sabe bien de lo que habla: pasó seis años en proyectos de Brasil y Bolivia. “El Roberto que volvió de Brasil es diferente al que se fue allí”, confiesa. “Pero ser voluntario es algo que va a cambiar tu forma de ver la vida, algunos valores, te quedes aquí o vayas a miles de kilómetros de distancia”, insiste este pamplonés de 41 años, voluntario desde los 18.

Según los últimos datos, Itaka Escolapios cuenta con 250 socios y 149 voluntarios repartidos por Navarra, a los que se suman decenas de personas que colaboran de manera puntual y desinteresada en los diferentes proyectos y actividades. Pero al mirar las estadísticas, algo señala que esta dedicación altruista está en auge: en 2008 eran 72. Dicen los cuatro entrevistados que no existe una razón concreta que justifique este incremento en tan poco tiempo.

EN EL EXTERIOR Itaka Escolapios está presente en ocho países repartidos por África (Camerún y, próximamente, Guinea Ecuatorial y Gabon), Asia (India) y Latinoamérica (Bolivia, Venezuela, Brasil y República Dominicana). Algunos son:

Internados rurales. En los Andes bolivianos y en la India existen cuatro internados rurales, en los que residen más de 500 menores. “Así se garantiza que puedan ir al colegio y no tengan que caminar horas cada día hasta llegar a uno”, explica Zabalza.

Centros educativos. En los países de Sudamérica y Camerún existen diversos programas educativos que permiten la formación e inserción socio-laboral de unas 6.000 personas. Así como apoyo escolar en 13 centros y apoyo a 11 comedores de India y Camerún.

22.708

EUROS. En 2014, esta fundación recaudó 22.708,38 euros en Navarra para destinar al Sur, un 160% más que en 2008.

EN CASA Aparte de grupos de educación en valores y tiempo libre, donde participan unas 650 personas, Itaka Escolapios posee dos centros socieducativos que ofrecen apoyo escolar a 130 estudiantes en riesgo de exclusión social. Ikaskide en Pamplona, Trastévere en Tafalla.

RAÚL GONZÁLEZ “EL SUEÑO: que haya menos proyectos”

Sobre el futuro de esta fundación, González sueña con que se reduzcan los de proyectos “por falta de necesidad”. Ruiz señala que “estos podrían aumentar en cuanto lleguemos a otras necesidades a las que poder dar respuesta”. Zabalza subraya la necesidad de aumentar los voluntarios.