barañáin - Ayer cambió por primera vez el rojo de la Policía Foral, cuerpo al que llegó en 1999 y en el que hasta la semana pasada era subinspector de la División de Tráfico, por el azul de su nuevo uniforme. Daniel Cano Ortega, de 42 años y natural de Las Palmas, ejerce ya como jefe de la Policía municipal de Barañáin. Aterrizó aquí hace 17 años, precisamente en Barañáin, por culpa de la navarra de su mujer. “Me he dado cuenta de que tienen un canon. Les deben de pagar algo por ser de aquí, porque no hay manera de llevársela a otro sitio”, bromea.

Cano comparte las ideas del Gobierno del cambio (EH Bildu, Geroa Bai, Participando Barañáin e I-E), y asume encantado de la vida el concepto de una Policía municipal “cercana a la ciudadanía, eficaz y acorde a la situación social de Barañáin”, como dice el acuerdo programático de estos grupos, que defiende y repasa punto por punto.

¿Por qué ha optado por este cambio en su carrera?

-Estoy contentísimo de mi carrera como Policía Foral. Cuando me metí en esta aventura todavía no sabía por dónde me daba el aire, pero todas las experiencias que viví me tocaron mucho. Yo no era un policía vocacional y me convertí en uno convencido. Ahora, con 42 años y una cría de 20 meses, y una vez que me lo propusieron, vi que era el momento idóneo para afrontar un reto distinto. El policía local es un superpolicía, lo hace absolutamente todo. Siempre me daba envidia el conocimiento tan extenso que tienen de todos los campos. Me apetecía venir para desarrollarme personalmente y ayudar al Ayuntamiento en un proyecto que me pareció interesante. Y si el interés es mutuo, perfecto.

¿Qué se ha encontrado?

-Todavía tengo una perspectiva muy general. Pero tenemos una plantilla que lleva casi 25 años funcionando estupendamente y da un servicio acorde al número de población, aunque el ratio de atención por ciudadano es algo menor que en otras localidades. Al margen de eso, la plantilla funciona muy bien y está muy asentada. Llevo dos días leyendo los partes sorprendido... ¿qué no hacen? Con gente tan multidisciplinar no será difícil buscar caminos de aproximación al ciudadano, que es hacia donde quiere reorientar sus esfuerzos el Ayuntamiento.

¿Ha tenido tiempo de aterrizar con tranquilidad?

-No, porque hay una serie de trabajos que se tienen que hacer. El anterior jefe, Miguel Ángel Zuasti Ansó, me está llevando de la mano, algo que en otras policías muchas veces no pasa. En eso soy un privilegiado. Y me gustaría que se reconociera su labor. La plantilla estaba encantada con él y ha hecho un trabajo estupendo.

Viene de Policía Foral y habla de reforzar lazos con ellos.

-Respetando a todos los cuerpos, aquí tenemos uno de una profesionalidad grandísima y con características distintas a la Policía local, con una especialización mucho mayor y más medios, de información, de espacios físicos o de personal de apoyo. Sería absurdo no aprovecharlo. Hay que reorientar o simplemente aprovechar más todo lo que nos puede ofrecer la Policía Foral.

También pretende aumentar la colaboración con el resto de Policía de la Comarca.

-Me he sorprendido porque desconocía cómo funcionaba esto. Ya hay una coordinación bastante buena. La unión entre jefes existe y hay acuerdos de colaboración. Pero hay un camino muy interesante y la Policía de la Comarca tiene mucho desarrollo. Somos una gran ciudad y todos tenemos que estar coordinados.

No será fácil...

-Es complejo. Pero tiene que ser inmediato, y me consta que ya hay voluntad por parte de quien nos tiene que coordinar, que es el Gobierno de Navarra, en el desarrollo de las comunicaciones. Hay que unificarlas en un solo sistema y con un solo tipo de aparato. Se trata de dar un servicio al ciudadano, que el agente que está en Barañáin pueda dar un aviso inmediato a todos los agentes. Es un camino muy operativo, creo que a corto plazo se va a recorrer y que va a suponer una diferencia interesante.

El acuerdo programático habla de activar y potenciar los protocolos sobre violencia de género.

-Los malos tratos siempre le tocan muy de cerca a la policía local. Y ya se atienden. Pero dentro de las plantillas, aunque son pequeñas y tienes que atender todas las materias, sí puedes reorientar los esfuerzos y reforzar determinadas parcelas. Esta es una realidad durísima que sigue muy presente. Y tenemos que poner todos los medios para solucionarla. El equipo de Gobierno quiere que la Policía Local se forme en este ámbito. Es un proyecto a corto plazo para dar una formación concreta a determinados agentes y hacer un seguimiento específico en colaboración con servicios sociales, asociaciones... Buscamos la vertiente social del trabajo de un policía, que es por donde queremos ir.

Para empezar, van a reformar la Comisaría para mejorar este servicio.

-El enfoque es ese, adaptar las instalaciones para estas situaciones peliagudas, porque puedes tener sentado al denunciado junto al denunciante y tiene que haber vías de salida distintas y zonas con una privacidad concreta, espacios que resulten acogedores para la persona que se encuentra en un momento de debilidad emocional... Ahí la comisaría no cumplía y las reformas se van a acometer ya.

También habrá cambios en la ordenanza cívica.

-Se quieren reorientar o matizar unas líneas genéricas de actuación más sociales, quizás con menos intervención y menos coercitivas que las que existen. Es un tema político y estoy en esa línea. Es una de las razones por las que estoy aquí.

¿Son un problema las peleas en Barañáin?

-No. Hay zonas muy concretas, están muy delimitadas, se patrullan habitualmente y sí, a veces pasa. Lo que ocurre es que gracias a Dios este pueblo genera muy pocas noticias de sucesos, y cuando las genera eso es lo que llama la atención. Pero a mí no me han trasladado esa problemática ni la he vivido. Es algo a controlar como en cualquier sitio... porque con 21.000 habitantes lógicamente hay de todo. Y si estos problemas los podemos contar con los dedos de la mano es que la cosa no está tan mal.

¿Cuál es su reto principal?

-De momento, mi único reto es filosófico. Quiero trasladar esta nueva visión a la plantilla, dentro del respeto al trabajo que se ha hecho. Que la acepten y la asuman como propia. Lo último que quiero es imponer. Quiero que la gente participe de este proyecto. Y si orientas el trabajo a las personas los resultados vienen solos.