Altsasu, territorio momotxorro
El carnaval rural volvio ayer a ser multitudinario a pesar de una intensa lluvia que no logró deslucir este espectáculo sin guiónLos txikis tuvieron su propia maskarada en menor formato y de día
altsasu - Las calles de Altsasu fueron ayer territorio de los momotxorros, salvajes personajes que encabezaron una comitiva que volvió a ser multitudinaria pese a la lluvia. Y no dio tregua. Era el carnaval rural, un espectáculo sin guión en el que tenían cabida todo tipo de personajes relacionados con la tierra, una catarsis colectiva que no deja indiferente a nadie. Cientos de personas tomaron parte en esta maskarada y otros cientos como espectadores que no quisieron perderse esta fiesta nombrada de interés turístico de Navarra en 2011. Y es que el carnaval de Altsasu ofrece momentos únicos de gran plasticidad que muchos fotógrafos profesionales y aficionados quisieron inmortalizar con sus cámaras. Pero sobre todo ofrece una experiencia en el que se avivan todos los sentidos, una mezcla de emociones y sensaciones que no se olvidan.
El gran protagonista de este carnaval es el momotxorro, una mezcla de bovino y humano de aspecto terrorífico. Cubre su cabeza con un cesto del que asoman dos grandes cuernos, con un ipuruko del que cuelgan crines que ocultan su rostro. A la espalda lleva un narru o piel de oveja, sujeto a la cintura por un cinturón del que penden cencerros. Por delante, una tela blanca manchada de sangre, que también se echan en brazos y en caras. Es un personaje cargado de simbolismo. Así, el sonido de los cencerros purificaría los campos y despertaría la naturaleza dormida. A la sarda o tridente se le atribuyen efectos fertilizantes, por lo que azuzaban a las muchachas casaderas con ellas. Las crines poseerían virtudes purificantes y protectoras mientras la sangre simbolizaría la defensa a muerte.
Pero el carnaval de Altsasu es mucho más que momotxorros, es una comitiva rural poblada de personajes que miran a un pasado no muy lejano en el que los animales y la labranza eran fundamentales en la economía doméstica. Así, no faltó la ereintza o la siembra, con una golda tirada por dos bueyes, el ituruko que los conduce y otras dos personas echando ceniza, También estaban las traviesas y ruidosas sorgiñak con el akerra al mando que les vigilaba desde el carro. Pero de vez en cuando bajaba a marcar territorio ante el delirio de las brujas, que le hacían pasillo con sus escobas.
Tampoco faltaron los mullidos juantranposos, rellenos de hojas de maíz que rodaron por el suelo y contadas maskaritak, el contrapunto femenino al momotxorro en el carnaval original. Y es que casi nadie quiere ocultarse tras esta especie de burka, una sobrecamaza adamascada, fruncida encima de la cabeza y unas puntillas en el rostro.
Éstos, juntos con los matxingaizto, son los principales personajes de la maskarada altsasuarra, que conviven junto a otros inclasificables y dan juego a la imaginación. Cada uno a su ritmo. Asimismo, se pudieron ver diferentes escenas, como la de boda y un akelarre de la mano de la compañía de danza Dantzarima. De la música se encargaron las fanfarres de la Escuela de Música y Zangitu, txistularis y gaiteros de Altsasu, Burumba de Aoiz y Xapiru trikitixa eskola.
CARNAVAL TXIKI Aunque el carnaval alcanzó su esplendor cuando cayó la noche, las celebraciones comenzaron al mediodía, con una comida popular que reunió a 225 personas. Por la tarde, los txikis fueron protagonistas, con un carnaval en pequeño formato pero con todos los elementos. Después de una chocolatada en la plaza Zumalakarregi se fueron de kalejira, mientras otros realizaban la cuestación popular a la que siguió un auzate en la plaza. Cuando se puso el sol se tomó el camino de Zelandi, dónde fue el ritual de la sangre y concentración de la comitiva rural, que salió en estampida.
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