La Filmoteca de Navarra acoge la inauguración de las III Jornadas Científicas de la Cátedra Archivo del Patrimonio Inmaterial de Navarra escenario en el que se presentará en Navarra, en la tarde de mañana lunes, a partir de las 19.00 horas, el documental Recuerdos de madera mojada, un trabajo producido por Labrit Multimedia y financiado por el Ministerio de Cultura, que recoge la memoria de lo que ha sido en el siglo XX, después de siglos de actividad ininterrumpida, el transporte fluvial de la madera en buena parte de la península ibérica, en concreto en la comunidades autónomas de Castilla-La Mancha (gancheros), Catalunya (raiers), y Aragón (navateros); así como en la Comunidad Foral de Navarra (almadieros). El documental recoge también los testimonios de quienes hoy, extinguido ya aquel oficio, están siendo capaces de convertirlo en recurso turístico y en homenaje permanente a las generaciones que les precedieron.

Documental oportuno

El documental está enmarcado dentro de un proyecto, más amplio, que fue presentado en 2014 por la empresa navarra Labrit Multimedia ante el Ministerio de Cultura a las ayudas que la administración central sacó para subvencionar proyectos de puesta en valor, promoción, difusión y protección de bienes declarados Patrimonio Cultural. Así expuesto puede parecer un proyecto más y un documental más. Sin embargo, pocas veces se puede llegar a decir que el desarrollo de un proyecto haya sido tan oportuno como lo ha sido este.

El documental dura 43 minutos, pero detrás de ese minutaje hay más de veinte horas de grabación de testimonios en esas cuatro comunidades que han permitido salvaguardar in extremis la memoria de un oficio que desapareció por completo en los inicios de la segunda mitad del siglo XX. Veamos seguidamente unos ejemplos bien claros.

Por ejemplo, en Castilla-La Mancha se le hizo una extensa entrevista, y de gran calidad etnográfica, a Juan Albendea Morillas, nacido en Priego en 1922, última persona en toda la cuenca del Alto Tajo que quedaba con vida de aquellas cuadrillas de gancheros que se dedicaban a conducir la madera por el río. Este hombre representa el punto final en Castilla-La Mancha de aquellas decenas de generaciones que durante siglos se dedicaron a esta actividad. Añádase a esto que su grabación permitió, igualmente, salvaguardar la memoria del trabajo del mimbre en esa zona.

Si nos subimos ahora al Pirineo, recorriendo este de oriente hacia occidente, el equipo de grabación tuvo la oportunidad de grabar los recuerdos de Emilio Fábrega Forné, nacido en 1916 en Coll de Nargó, en el pirineo leridano, que con sus cien años de edad es hoy el último raier que está vivo en Catalunya. Todos sus recuerdos sobre este oficio han quedado recogidos y salvaguardados gracias a este proyecto y parcialmente inmortalizados en el documental.

En Aragón el acierto no ha sido menor al de las otras dos comunidades reseñadas. En la localidad de Monzón se le pudo grabar al último navatero aragonés, a Mariano Pallaruelo Castillo, nacido en 1928 en la localidad oscense de Puyarruego; con él desaparecerá algún día la memoria viva de este oficio que durante tantos siglos ha aportado una gran riqueza al pirineo aragonés. Y sin irnos de la provincia de Huesca, el equipo de grabación captó en Echo, por donde la última navata, o almadía, pasó en 1934, al último testigo que queda vivo de aquello; su nombre es Emilio Coarasa Lorente, nacido allí en 1926, y con unos recuerdos muy claros de aquellos últimos marineros del río Subordán, sobre todo por el hecho de que hacían noche en su casa. Es, además, un testimonio grabado en lengua chesa, en el que además quedó inmortalizada la memoria del contrabando en esa zona, de la vida escolar, de las fiestas, y de otros muchos aspectos de la vida de esa localidad oscense.

En Navarra

Y finalmente llegamos a Navarra. Las entrevistas grabadas en esta comunidad son de un valor incalculable. Quien ha quedado inmortalizado en el documental es Juan Urzainqui García (Burgui, 1922), un almadiero que falleció tan sólo tres semanas después de haber desmenuzado ante la cámara todos sus recuerdos sobre este viejo oficio. Se le grabó delante de la almadía que está expuesta en Burgui; allí, como si de su testamento inmaterial se tratase, nos dejó todos sus recuerdos y conocimientos sobre las almadías y los almadieros.

Experiencias, técnicas, recuerdos y chascarrillos quedaron salvaguardados para siempre antes de dejarnos; falleció hace casi un año, en vísperas del Día de la Almadía. Se les iba ese día al colectivo almadiero uno de sus maestros, uno de esos almadieros que tuvo la paciencia y el acierto, junto con José Ayerra, de transmitir todos sus conocimientos a quienes hoy hacen posible la celebración anual de esta fiesta.

En Burgui también se ha conseguido grabar los recuerdos del nonagenario Pablo Tolosana Turrillas (1922), quien durante casi dos horas hizo una descripción detallada de cómo fue su vida de almadiero, del recorrido que hacían, de su experiencia en cada puerto fluvial, de las ventas de los troncos, del proceso de construcción de las almadías, y de otros muchos detalles.

También en la localidad roncalesa de Burgui se le pudo grabar a Manuel Sanz Zabalza (1931), tal vez no tan experimentado, en su opinión, como los anteriores en el arte de manejar el remo, pero que fue uno de los almadieros que descendió en la última almadía navarra, en el año 1952, poco antes de que se cerrase ese último hueco que se había dejado en la presa del embalse de Yesa, con cuyo cierre ese año se puso el punto final al tráfico almadiero en Navarra.

Y arrimándonos todavía un poco más hacia occidente llegamos al valle de Salazar, en donde también muy oportunamente se le grabó a Carmelo Aznárez Artázcoz (Uscarrés, 1924) que fue el último almadiero salacenco que vivió, y que con su testimonio se convirtió en extraordinario transmisor del legado cultural almadiero salacenco. Una aportación realmente valiosa la suya.

Además de estos tres valiosos testimonios, el equipo de grabación de Labrit Multimedia, así como el equipo de la Fundación Euskokultur, dentro de lo que es la creación del Archivo del Patrimonio Inmaterial de Navarra, ha recogido, y esto ya no se pierde, el testimonio de decenas de personas en Aezkoa y en Aoiz que en su juventud se ganaron la vida barranqueando madera, conduciéndola por ríos y regatas manejando las picas con destreza; de la misma manera que se supera ampliamente el centenar de testimonios grabados por toda la parte oriental y meridional de Navarra de personas que nos han dejado sus recuerdos de aquellas almadías que veían pasar por su pueblo.

Podemos hoy decir, sin miedo, que ninguna otra comunidad, región o provincia, con ninguno de sus oficios identitarios, o simplemente extinguidos, tiene la suerte de gozar de un proceso de salvaguarda de su memoria como el que en este momento tiene en Navarra la cultura almadiera. Al margen de todas estas grabaciones, que son las que verdaderamente marcan la diferencia, baste saber que en Castilla-La Mancha, en Catalunya y en Aragón tienen en cada una de esas comunidades un libro que atesora su historia maderista en torno al transporte fluvial, mientras que en Navarra son tres los libros existentes sobre esta materia; uno de ellos está centrado en Burgui, otro en la merindad de Sangüesa, y el otro en el conjunto de Navarra.

Una de las cosas curiosas del documental Recuerdos de madera mojada es que los autores de los libros publicados en las otras tres comunidades han sido entrevistados para este audiovisual por el autor del libro Almadía por los ríos de Navarra.

Recreaciones actuales

El proyecto en general y este documental en particular, han tenido como objetivo tratar de determinar en qué medida el oficio de almadiero, raier, navatero o ganchero, se ha convertido en un referente importante del imaginario colectivo de las localidades y valles que han apostado por recrear dicha labor anualmente y, por esa vía, mostrar y transmitir en soporte audiovisual el grado de identificación de los actuales habitantes de esas zonas con los elementos materiales e inmateriales asociados al transporte fluvial de la madera.

Quiere esto decir que toda esa labor de recuperación y salvaguarda que gracias a este proyecto oportunamente se ha hecho, se completa con una puesta en valor de las manifestaciones festivas actuales. Dichas fiestas han convertido un oficio que, siendo muy duro, generó una gran riqueza en los valles concernidos, en un recurso turístico que busca seguir generando riqueza en unos tiempos en los que en estas zonas se necesita más que nunca.

Es por ello que el documental Recuerdos de madera mojada hace también un repaso a todas estas manifestaciones festivas que recrean el transporte fluvial de la madera, dando voz a sus protagonistas y promotores, a quienes se les deja mostrar ante la cámara cuales son las razones que les han llevado y les llevan, a coger el hacha y el remo cada año, a mostrar con orgullo ante cientos o miles de personas una actividad que para ellos es también identidad a la vez que homenaje a sus abuelos y a cuantos antepasados un día se mojaron, pasaron penurias y arriesgaron su vida para mantener viva una casa, un pueblo, o un valle.

Así pues, este documental tiene una carga emotiva muy fuerte. Durante su rodaje hubo mucha lágrima, mucha emoción, contenida y sin contener, cuando se pensaba en todo lo que habían pasado los antepasados; en algunos casos ha habido personas que posteriormente han pedido que no se les mostrase llorando en el documental. Todavía hoy nos da vergüenza que se nos vea llorar. Era la prueba evidente de que estas recreaciones actuales están en manos de gente sensible que muestra emoción y que incluso llega a mostrar preocupación al darse cuenta de que sus hijos, o sus nietos, van a perder la referencia del abuelo o del padre que, en otro tiempo, navegó entre rocas, foces y angostos, que se sumergió en aguas mayencas, que depositó toda su confianza y su propia vida en el remo al que se aferraban sus manos.

Recuerdos de madera mojada atesora y muestra el testimonio de los representantes de la totalidad de asociaciones y colectivos que hoy hacen posible que se celebren las maderadas en las Jornadas Gancheras de Priego, que se celebre la Fiesta Ganchera en el Alto Tajo, o la Baixada dels Raiers de Coll de Nargó, o la Diada dels Raiers en La Pobla de Segur, o en Laspuña el Descenso de Nabatas por el río Cinca, o esos otros Descensos de Nabatas que hay en Echo y en Murillo de Gállego, o aquí en Navarra el Día de la Almadía-Almadiaren Eguna.

Por lo tanto, el documental que vamos a poder ver mañana a la tarde en la Filmoteca de Navarra, con entrada libre, tiene un valor que va mucho más allá del valor que pueda tener un documental como tal. Hay un trasfondo, un mensaje, un homenaje? Y no olvidemos que el documental es algo así como la punta del iceberg, es la parte visible de un proyecto que nació queriendo ser ambicioso y ha acabado superando todas las expectativas y todos los objetivos que se había marcado. Recuerdos de madera mojada es ese producto final en el que se ha entremezclado la labor de personas especializadas en audiovisuales, de personas especializadas en gestión del patrimonio inmaterial y de personas conocedoras de los recovecos etnográficos, sociales y emocionales que se ocultan tras el apasionante mundo del que maneja el remo o el gancho. Un equilibrio perfecto entre la cabeza y el corazón; un documental, en definitiva, en el que los protagonistas son los que tienen -y en algunos casos nunca mejor dicho- la última palabra.