Y no se sigue por no recordar lo que sobre refrán que se decía, o frase hecha, es más insulto que otra cosa, en vísperas (el martes, 8 de marzo) del que llaman Día Internacional de la Mujer que nació con apellido (Día Internacional de la Mujer Trabajadora) y se le ha ido suprimiendo por obvio, por discriminatorio y hasta insultante, como si hubiera unas que sí lo eran y otras que no. El Día de la Mujer y punto quedamos pues, se empezó a conmemorar el 19 de marzo de 1911, en breve se cumplirán 105 años, y se hizo así en cuatro países: Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, y luego se extendió por muchos otros.
Sin embargo, no fue hasta 1975 (¡hace sólo 40 años!) cuando decide la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer y en 1977 proclamarlo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, que no sabe uno si se cumplen tanto una cosa como la otra, visto lo que cada día nos ponen ante ojos y oídos. La mujer, en nuestra sociedad vasca, por más que siempre o casi haya sido motivo de respeto y consideración (etxekoandre, señora de la casa es una de las más bellas palabras del vocabulario euskaldun) también ha sido objeto de una cierta marginación y además en su territorio mas propio e indiscutible: la cocina.
Por supuesto que también en otros muchos, pero nadie que lo haya visto y conocido podrá negar la imagen de los comensales sentados ante una festiva y abundante comida, mientras ella, la “señora de la casa”, permanecía como aislada junto a la que llamaban cocina “económica” con su plato en una mano y la cuchara en la otra. Y en postura de lo más incómoda a la vista, agachada con una rodilla en el hueco de la otra, en postura que decían “en kukurubiko”.
Pero bueno, esa es cuestión casi anecdótica para todo lo demás que cabe añadir, que es mucho. Recordar que hasta hace nada (y estamos hablando de nuestra civilización, que consideramos de lo más progresista) la mujer gozaba (¿?) de un estatus de segundo orden o más bajo si nos apuran, y aún hoy se consideran su labor y esfuerzo de menor calidad aunque no lo sea, y sea retribuido en menor cuantía parece (es) sencillamente insultante y reprobable. ¡Y aún, no se le ocurra quedar embarazada que se juega el empleo!.
“La mujer es una roca”, le tengo oído a un recordado y muy querido fraile de Lekaroz, venerabilis barba capuccinorum, y cada vez que nos ofrecen la imagen de una de ellas en penosas situaciones de ese infame negocio que son las guerras, sea la de Kim Phuc con su cuerpecito desnudo y masacrado por el napalm, la de esa mujer anónima que llora con su hijo muerto en brazos como La Pietá de Miguel Ángel o cualquier otra es cuando de cierto conmemoramos el Día de la Mujer. Lo otro es, más que conmemoración, marketing con el que nos atontan para que sea día de consumo y regalo. - L.M.S.