Sal, como la hacían en tiempos los romanos

salinas de oro - Una patrulla de 15 legionarios romanos entraba, pasadas las 11 de la mañana en Salinas de Oro. Igual que lo hicieron los soldados del Imperio por la calzada que unía la localidad navarra con el asentamiento de Andelos. Ya en el primer siglo después de Cristo, cuando los romanos ocupaban gran parte del Ager Vasconum (es decir, las zonas no montañosas de Navarra y la CAV), se percataron de las posibilidades del manantial de agua salada de Salinas de Oro. Ellos fueron los primeros en explotar la producción de sal en esta localidad. Muy útil por aquel entonces para conservar alimentos, cocinar, comerciar, o incluso, para pagar a la Legión bajo el dicho Salarium Argentum.

Dos mil años después de que los romanos comenzaran a trasladar la sal para comercializarla, la producción de este producto sigue muy viva en Salinas de Oro, a base de sol y viento, un método no muy diferente al utilizado por sus primeros productores. De ello se encargan dos familias que siguen con el oficio que iniciaron varias generaciones anteriores. Ellos, Iosu Gironés y Alberto Nuin, continúan una profesión totalmente dependiente del tiempo. Del viento y del sol. Ambos utilizan el agua que emana del manantial de agua salada de Salinas de Oro. Este manantial alberga las antiguas aguas del Mar de Tetis, que cubría la Península hace más de dos mil millones de años.

Ese agua, vertida sobre unas piscinas de cemento, se evapora por la acción del sol quedando la sal. Sin embargo, para que esa sal no se apelmace en el suelo, es necesario removerla constantemente. Si las condiciones son buenas, en dos o tres días se puede obtener sal de calidad. Pero la acción del viento puede modificar esto. Si el viento es de norte, la sal será gruesa y de mayor calidad. En cambio, si sopla desde el sur, la sal será más fina y de peor calidad. Esta sal se destina a la industria, principalmente. Mientras que la de más calidad, la flor de sal de la primera capa, sólo es para restaurantes. - I.V.Z.