pese a estar instalado en pleno centro del Casco Antiguo de Tudela (frente a la catedral y junto al Ayuntamiento), el Museo Muñoz Sola es una de las joyas que tiene la capital ribera y que para muchos de sus vecinos y visitantes parece permanecer oculta. Curiosamente, son muchos más los turistas que se adentran en sus salas y se pierden en sus 155 paisajes, retratos y escenas clásicas que los nativos. Cualquier momento es bueno para refugiarse en este edificio (de 10 a 13.30 y de 17 a 20) y adentrarse en las historias que hay detrás de cada cuadro y de la propia colección en si.

Como explica su responsable, una joven tudelana licenciada en Bellas Artes, Izaskun Gamen, “cuando me preguntan por la calle donde trabajo y les digo que en el Museo Muñoz Sola muchos no saben dónde está. Es el gran desconocido. Yo creo que se combina la falta de una mayor difusión de lo que tenemos y también la falta de interés de la gente. Si pones pinchos y unos vinos entonces seguro que vendrían”. Hace unas semanas el departamento de Cultura anunció que destinaría 25.000 euros en 2017 para este museo, cuando en años anteriores la cantidad se había quedado en 10.000 euros.

Al margen de polémicas y malas actuaciones de gobiernos anteriores (hace unos meses se supo que anteriores gobiernos pagaron unos 800.000 euros de más por la colección a los familiares de Muñoz Sola por aceptar la tasación del artista y no cotejarla con expertos), lo cierto es que de sus paredes cuelgan grandes obras de arte, alguna como el pequeño retrato de Pigmalión y Galatea del artista francés Anne Louis Girodet de Roucy de 1819. Un cuadro idéntico del mismo autor pero en mucho mayor tamaño cuelga en las paredes de museo de Louvre (París).

Gamen, que habla de los personajes de los cuadros como si se tratara de su familia, destaca la importancia de tratar de eliminar estereotipos sobre la pintura, los museos y el arte en general. “En este país se tiene la idea en general de que un museo es un lugar casi sagrado para grandes entendidos, pero no es así y tenemos que intentar cambiarlo. Cuando viene la gente y ve los cuadros les gusta y se lo pasan bien. El problema es la indecisión hasta que se deciden a ir a un museo, es una mezcla entre miedo y pereza. Da pena decirlo pero es así, lo mismo que sucede con las bibliotecas”.

Por esta razón, uno de los grandes esfuerzos de Izaskun Gamen (como responsable de este museo), y del Ayuntamiento (como encargado del mantenimiento y difusión de la colección), es promover la pintura entre los más pequeños. “Hay listas de espera en todas las actividades con niños y la gente está muy contenta. No solo atrapas a los niños sino también a los padres y a los abuelos que logras traer al museo”. Dentro de esta difusión se hace hincapié en las visitas familiares, a través de juegos como El detective en el museo (para encontrar cuadros que se le señalan) o Las 7 diferencias (donde deben encontrar los errores de las pinturas que les dan en un papel respecto a las originales). “En otros países es normal ir con la familia de museos”.

algunas joyas La exposición, por primera vez, de todas las obras de la colección ha permitido recuperar cuadros “que estaban embalados con papel de burbuja y sin abrir”, como el caso de Buscadores de fresas, de Louis Alexandre Cabie, o tres pequeñas tablas de retratos costumbristas franceses. Junto a ellos obras de arte como La Maja española de José López Mezquita, Desnudo de pie y de espalda, de Laparra (emblema de este museo), Desnudo femenino en la hierba, de Tavernier, o el único cuadro que hay pintado por una mujer, Cuatro figuras en una barca, de Madamme Consuelo Fould.

Junto a estas obras francesas de los siglos XIX y XX adquiridas en París por el pintor tudelano César Muñoz Sola (1921-2000), se exhiben cuadros del propio artista local. “De Muñoz Sola lo que más me gusta son los retratos. Como dibujante era excelente. Muñoz Sola era muy académico en el dibujo y los retratos los borda. Destacan su serie con un mendigo de Pamplona, al que daba unas monedas para que posara”.

origen El origen del Museo Muñoz Sola se encuentra en un acuerdo de 2003 entre el Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Tudela y el pintor Muñoz Sola para vender más de 150 obras de pintura moderna de los siglos XIX y XX que el artista había ido comprando en sus visitas a París. Junto a estas obras (de pintores franceses ingleses y españoles, principalmente) se incluyeron también una veintena de cuadros del pintor tudelano. El pasado junio se firmó el convenio por el que el Gobierno foral ha pasado a ser propietario de la colección (después de pagar 1,1 millones) pero se seguirá exponiendo en Tudela, que cuidará las obras.

El Gobierno invirtió más de 600.000 euros en acondicionar esta casa-palacio de los Veráiz, familia de la nobleza tudelana que desde el Medioevo ocupó diversos cargos en la Corte de Navarra y en la Merindad de Tudela. De su primitiva construcción gótica solo se guarda una enjuta de la arquería del primer piso que contiene esculpido el escudo cuartelado de los Veráiz y que se conserva, testimonialmente, en la fachada.