lo dijo con la más sensible sinceridad, le brotó del corazón: “Me gustaría ser recordado como un chico de Elizondo”, y decidió que quería ser inhumado “en tierra”, como así fue y así descansa en el camposanto del pueblo, que no fue el de su nacimiento (nació en Eraso, localidad de su apellido, el 21 de febrero de 1914) aunque llegó con sus padres a vivir con seis meses y dedicaría a Elizondo toda su vida y toda su capacidad, rompiendo moldes incluso: fue el primero que vistió bermudas, pantalón corto de tipo explorador hasta la rodilla en pleno verano, una anecdótica curiosidad de escaso interés pero que da idea de su temperamento y sentido de la libertad. Se nos fue en 2002.

La música, el canto y el canto coral fueron su vida, exigente a la máxima potencia, quizás con Mariano Izeta (que formó en el coro triunfador en 1952 en Llangollen y en Roma en 1953) con el que tenía estrecha amistad. la personalidad más relevante del Valle de Baztan en el siglo XX. Se inició como cantor y obtuvo premios importantes, como en el Certamen de Canto de Bilbao donde logró el primer premio que por cierto tenía una estimable dotación para la época: ¡Mil pesetas!, y marchó a Madrid a seguir carrera musical con éxito pero decepción acumulada por favoritismos e irritado, harto, de zancadillas y trabas que las había y hay como en toda actividad humana.

Fue íntimo amigo del Padre Donostia, cuando el Colegio de Lekaroz era considerado el foco impulsor más importante de lo que se denominó el germen del nacionalismo musical vasco, y dirigió precisamente la Misa de Requiem creada por el padre José Antonio que cantó la Agrupación Coral de Elizondo, en los funerales del insigne capuchino en 1956. En su epistolario personal, que alguna vez convendría sacar a la luz, el Padre Donostia se dirige con total confianza a Juan Eraso, le hace saber sus cuitas y preocupaciones musicales (y algunas, las menos, personales) y le aporta muy precisas indicaciones sobre cómo desea y considera más adecuado interpretar sus obras, siendo para él como fue el coro elizondarra una valiosísima herramienta.

Juan Eraso Olaetxea, al que uno le decía siempre maestro y quiero pensar que le agradaba, era una persona muy particular, dotada de un irrepetible genio musical y cuando se indignaba también de un expresivo genio vital. Fue alcalde de Elizondo pero lo fue solo un año, después de un serio enfrentamiento con el propio gobernador civil de Navarra, Luis Valero Bermejo, un oscuro y servil personaje nefasto para Navarra, a causa de la defensa que Eraso hizo de la propiedad del pueblo sobre el solar del viejo cementerio que desaparecía.

Como no podía ser otra fue contrabandista, más frustrado que otra cosa, y siempre un soñador a quien las ideas le bullían sin parar en su mente. Y gran soñador, que empeñó vida y desvelos en un objetivo que parecía imposible, que con su genio y saber logró conseguir. - L.M.S.