“Tú harías lo mismo”
me niego. No quiero tener la sensación de que soy un tonto a las tres cuando veo las declaraciones, ante un tribunal, de personajes como Correa, Bárcenas, Fabra o Camps....Ese tipo de gente que habla con la seguridad de quién parece afirmar que es normal abrir una cuenta en Suiza con 48 millones para la jubilación y regalar un coche a alguien por los servicios prestados o achacar tu riqueza en comisiones a la fortuna de la lotería. Me indigna esa sensación que tienen de que la vida se ha hecho para ellos y que se ve respaldada por la gente que les ríe las gracias, que incluso se quiere sacar fotos con ellos proque “en su situación, todo el mundo haría lo mismo” o porque robar el dinero público “es una cuestión cultural”. Me saca de quicio que se comente en televisión entre carcajadas la forma de realizar circunloquios para referirse a la caja B o a las comisiones, como en su día me atacó los nervios la indemnización en diferido con toda la impunidad que conllevaba. Hay quién desde la derecha habla de la superioridad moral de la izquierda con tan poca razón como quién dice que “quién paga impuestos es un burro”. No es superiorida moral sino tener la empatía de ponerse en el lugar de quién no tiene tanta suerte como tú lo que ha de vestir a un político y lo que es tan raro de encontrar. Esa moda de criticar a quién hace las cosas simplemente de forma correcta me desespera. Al final, parece que hacer las cosas como se debe es algo de locos y de superhéroes, mientras quienes roban, delinquen, se aprovechan de sus puestos, mienten a sabiendas o simplemente esconden la verdad son los normales porque hacen lo que todos haríamos si tuviéramos la oportunidad y se nos rascara un poco la etiqueta. Me niego a admitirlo o, por lo menos, quiero luchar contra ello. En la izquierda no existe una superioridad moral, quizás sea más un complejo de inferioridad de la derecha cuando se aplican ciertas políticas y recortes con una venda en los ojos. Ni la izquierda son un conjunto de salvapatrias cantando Al vent ni las derechas llevan tridentes y se bañan en piscinas de monedas. Lo que tengo claro es que hay quién se aprovecha de su puesto para robar y para enriquecerse, en la diestra y en la siniestra, y se ampara en el “tú haría lo mismo” en mis circunstancias para quitarse la condena moral de encima.
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