La pesca del salmón se abre, por fin, en el río Bidasoa y a saber dónde lanzarán su aparejo los aficionados a cuenta de que el pozo de Los 50 ya no existe por el derribo de la presa de Endarlatsa. La fisonomía de nuestro amigo el histórico río ha ido experimentando un cambio progresivo y parece que imparable aunque persiste la existencia de otros saltos “de los que no se tocan”, habida cuenta de que las eléctricas nuestras de cada día no se iban a conformar como se han visto obligados a hacer los salmoneros.

Desde Biriatu aguas arriba, hasta algo más de medio siglo atrás, se localizaban 35 pozos nada menos, uno más si se considera que en las cercanías del paraje San Miguel eran dos los que conocían los salmoneros. La toponimia de aquellos pozos, varios de ellos conocidos por los nombres de personas residentes en el entorno o de sus casas, nos los recuerdan uno a uno: Lami Arria, Lamiña, Erroizenea, San Miguel (dos pozos), Joshe Ramón, Ikapido, Bakero, Los Castaños, Peña Fernando, Chapitelako Arria, Elgorriaga, Aiena, Peña Negra, Cincuenta (ya en territorio navarro), Artxabal, Galingueta, Kaia, Mimbres, Corrientes de Kaia, Montoya, Pozo Electra Irun-Endara, Nasa Azpi, Nasa Gaiñ, Erdi Parla, Juan Tomás Arri, Segundo Arri, Zumeondo, Arri Kaskua, Xerrepa, Marcelino Arria, Pasajia, Urzuri, Becerro, Fundiciones de Bera y Onbordi.

¿Cuántos quedan?. Sería cosa de ir repasando la lista y guardando en el baúl de los recuerdos los que han desaparecido por la influencia natural del cauce del río y la humana más reciente, que estará (se supone) ejerciendo la suya, y habrá que ver con el paso del tiempo cómo los salmones adaptan sus espacios de desove a la nueva realidad en aras a la permeabilidad buscada. Todo es una incógnita en esta primera temporada, en particular desde el derribo del azud de Los 50 que era, mayormente, donde se apostaban los salmoneros y fijaban sus turnos de lance.

No son pocos los que opinan que las presas destruidas no suponían tanto obstáculo como se dice: “Es verdad que manos previsoras pretenden facilitar la ascensión con rampas suaves, pero ni siempre son posibles ni son necesarias para los salmones que se hallan en pleno vigor. El pez prodigio de agilidad y decisión, salva los obstáculos atravesando valiente el huracán que en vano trata de abatir la fortaleza del audaz saltador”, escribía en su El más audaz surcador del Bidasoa don Gregorio de Múgica, buen conocedor, amante y defensor de nuestro río y de las condiciones físicas del salmón, hombre nada pusilánime.

Más daño que las presas hacen las aves invasoras, que proliferan y quieren comer todos los días. Calculen un mínimo de 200 garzas y cormoranes que depredan una pieza al día y tendrán 73.000 al año. En Cantabria y Asturias les han declarado la guerra, antes de derribar las presas y aquí devoran a sus anchas. Veremos lo que hay este año. - LM.S.