la inmensa obra que trabajó en vida el Padre José Antonio, quizás siguiendo el mismo consejo, “nunca permanezcas ocioso”, que significó la existencia de su íntimo amigo y continuador el Padre Jorge de Riezu, ha culminado en fecha reciente. Hace nada y en su ciudad natal, se acaba de publicar Notas de Folklore, el décimo y “último” volumen, una joya de la corona como los anteriores, de las Obras Completas de Aita Donostia, editado por Eusko Ikaskuntza, la Sociedad de Estudios Vascos.

Apenas llegado a Lekaroz, la dedicación a la investigación folklórica, a cualquier detalle, uso y costumbre que observara entre toda clase de gentes, desde el pastor o el artesano más humilde, y al estudio profundo de todo tipo de músicas, movieron su interés y sana curiosidad sobre todo cuanto considerara el “alma” de este país. Todo lo recogió al detalle, sin ocultar su predilección por compositores como Claude Debussy y Maurice Ravel, éste coetáneo suyo al que tuvo oportunidad de conocer y tratar, e incluso recibir en el desaparecido colegio, de lo que queda puntual testimonio gráfico en el libro Lecároz en cien palabras, que acaba de firmar Fermín Goñi.

La vida del Padre Donostia fue intensa, el estudio, la investigación, la composición y la interpretación, favorecida por la disposición del piano de cola que presidió y acabó dormido en su celda-estudio, igual que el órgano de la iglesia de Nuestra Señora del Buen Consejo, obsequios ambos de sus padres a la Comunidad Capuchina, fueron sus fieles compañeros e incomparables herramientas de su extraordinaria labor. El Padre Jorge de Riezu heredó su archivo y se fijó la obligación fraternal de dar luz eterna a lo que se han denominado sus Obras Completas que ahora parecen concluidas con la publicación del ¿último? volumen dirigida por el folklorista Xabier Dueñas.

En el libro, de 1.082 páginas, Xabier Dueñas ha sistematizado y organizado todas las fichas que nos legó el Padre Donostia. “Las anotaciones están tomadas en pueblos de la geografía de Euskal Herria, en especial en los valles de Baztan y Ulzama”, ha matizado Xabier Dueñas. Territorios, el nuestro en particular, que recorrieron a diario las franciscanas sandalias de quien, a salvo de su origen, bien hubiera podido rebautizarse en la Orden como Padre José Antonio de Baztan, tal su apego y su amistad y entrega a esta tierra que le acogió y vio nacer todo lo mejor de su grandiosa inteligencia musical y su creatividad inagotable.

De estas Notas de Folklore que ahora salen se ha dicho que son “el último volumen”, cosa que nuestra atrevida ignorancia, estima arriesgada definición. ¿No quedará por ahí un cuaderno, un pentagrama, algún apunte tomado al vuelo de quien, con justicia, se consideró precursor del nacionalismo cultural vasco?. No sería raro y sí añadida muestra del saber de quien significó un antes y un después. Ahora y todavía. - L.M.S.