elizondo - Una oruga de origen asiático, que ha invadido y colonizado los setos y bosques de Navarra, y de todo el Pirineo y la costa cantábrica hasta la raya de Finisterre, está devorando los bojerales y amenaza de forma implacable con la ruina absoluta de esta especie vegetal. La culpable de esta alarmante situación, cuyo nombre científico es el de Cydalima perspectalis o Cylindrocladium buxicola procede del Extremo Oriente y llegó en algún transporte marítimo, y adaptada sin problema a la climatología cantábrico-pirenaica está avanzando hacia el interior arrasando todas las plantas de boj que encuentra a su paso.
El gusano, de unos cinco o seis centímetros es fácilmente identificable por las franjas negras y verdosas que muestra en su piel, y no causa el secado del boj sino que es una especie desfoliadora que consume las hojas y los brotes de la planta que acaba muriendo al ser privada de la capacidad de fotosíntesis. En toda la cuenca del Bidasoa ya son muchos los setos de boj afectados, en los que se advierte con nitidez las consecuencias del ataque, en contraste con enredaderas y otras plantas que crecen al amparo de estas formaciones vegetales que no son defoliadas y lucen sanas y verdes.
En un principio, hace dos o tres años, el aspecto que iban tomando los setos más cercanos a las poblaciones no fueron considerados de la extrema gravedad que no tardaría en llegar. Los cierres de jardines y huertas, de propiedad privada empezaron a transformar su apariencia y contrastar visiblemente con otras partes que todavía no habían sido invadidas, pero se estimó como un problema pasajero.
“El boj es una especie muy fuerte, de madera muy sólida y resistente, y probablemente fue por eso que al comentarlo a guardas forestales y técnicos, no se prestó mayor atención”, manifiesta Alberto San Miguel, exalcalde de Oiz, un pequeño municipio de Malerreka que cuenta con el que es muy probablemente el mayor y más tupido bojeral de Navarra.
En efecto, entre sus bosques, catalogados como LIC (Lugar de Interés Comunitario), junto al haya y roble, castaño, fresno y pino de repoblación, se localiza el llamado Ezpeldegia (denominación de bojeral, en euskera) poblado de arbustos cuya madera ha sido históricamente utilizada por los artesanos para fabricar cucharas y otros útiles de cocina, y bastones artísticamente decorados. También el bojeral ha sido colonizado y se encuentra en serio peligro.
depredador En principio, la oruga no mata el arbusto que ataca, depreda todas las hojas con insaciable voracidad pero no suele afectar a la corteza. Con todo, existe muy serio riesgo de acabar provocando la muerte de la planta, al privarla de fotosíntesis (el sistema de respiración vegetal) ya que en los casos donde no encuentra más que comer, sí engulle los brotes y la corteza y si se llega a esta etapa, la planta se secará.
Si los brotes sobreviven, la planta podría recuperarse si bien no es ni mucho menos sencillo que consiga lograrlo. Y los consejos apuntan la conveniencia de arrancar de raíz los arbustos y proceder a una nueva plantación, a expensas de su crecimiento necesario para los fines que cumplía.
acciones Desarrollo Rural y Medio Ambiente ya advirtió el peligro, y ha remitido a los ayuntamientos las estrategias de control posibles o recomendables, aunque reconoce que “las formas de control en muchas de las masas naturales de boj (...) donde se ha detectado la plaga son poco viables”. Se aconseja la corta y eliminación o quema de las partes o ejemplares afectados, tratamiento mediante Bacillus thurigiensis (algunos formulados se aceptan en agricultura ecológica) y repetición de la aplicación a los 7-10 días, y otros tratamientos.
El gran problema, como en otros casos, es la posible limitación y condicionantes de los productos en distancia mínima sobre cursos o masas de agua, y su empleo en horas en los que la actividad es inferior. Pero el caso es que la defoliación se muestra imparable y el boj se nos muere.