valle de egüés - El 13 de febrero de 2006 nació el club de gimnasia rítmica Alaia, acunado por la experiencia de la exgimnasta y entrenadora Maite Resano y la ilusión de las gimnastas Laura Uhalte, Paula Martínez, Raquel Esteban, Sara Oyón y Silvia Uhalte. Y también por los padres de las deportistas, que no dudaron en apoyar este proyecto que acababa de echar a andar por el tapiz del polideportivo de Puente la Reina. Poco a poco, aquellos primeros pasos se convirtieron en zancadas y en 2008 el club cambió su sede, trasladándose al polideportivo de Olaz, en el Valle de Egüés.
El 8 de mayo, el Ayuntamiento del Valle anunció que este grupo de gimnastas figuraban entre las tres candidaturas finalistas a tirar el cohete de fiestas, junto a la Comparsa de Gigantes del Valle y Mintzakideak Kantuz. Un reconocimiento a “los numerosos logros conseguidos en esta disciplina” y, especialmente, a los dos oros logrados en el campeonato nacional, en primera categoría y júnior. Y a los pocos días, concretamente el 20 de mayo, la noticia de que ellas serían las encargadas de tirar el cohete sacudió el Valle. “Cuando nos enteramos nos sentimos entre sorprendidas y agradecidas al mismo tiempo. Para nosotras es una recompensa al trabajo que hacemos durante todo el año en el club”, confiesa Maite Resano, cuyo proyecto ha crecido con el paso de los años hasta llegar a las 200 gimnastas. Aunque esa no ha sido la única evolución que ha experimentado este club de gimnastas.
Sara Oyón y Silvia Uhalte, otrora gimnastas de competición, son ahora entrenadoras del club que las vio crecer y llegar a lo más alto como gimnastas. No obstante, y a pesar de que ya están retiradas de la competición, ninguna de las dos ha cejado en su empeño por encumbrar el nombre del Club Alaia a lo más alto. “Este es un deporte del que es muy complicado desligarse, durante muchos años fuimos gimnastas de Maite Resano y ahora somos entrenadoras, yo del conjunto júnior y Silvia del de primera categoría”, explica Sara, poniendo de manifiesto una realidad que todas ellas conocen bien. “Las gimnastas empiezan muy jóvenes y, a excepción de contadas ocasiones, se retiran para los 17 o 18 años”, ilustra Resano, que ahora entrena a los conjuntos alevín e infantil.
Sin embargo, y a pesar de que la vida de una gimnasta de competición es corta, los conocimientos y la experiencia son sus mejores armas para seguir relacionadas con este mundo que tantos sacrificios les ha costado. “Los valores que intentamos transmitir a las chicas son el compañerismo y la importancia del trabajo en equipo, que tengan en cuenta que para que el trabajo conjunto luzca es necesario que sean exigentes consigo mismas”, explica Silvia, cuyo conjunto se alzó el pasado mes de mayo con el oro en la Copa de España por Conjuntos.
“Detrás de esa medalla hay mucho trabajo. La Copa de España fue una experiencia muy bonita, antes de salir a pista sí que pasamos nervios, pero solamente ahí, el resto de la experiencia fue muy bonita”, explica Irati San Martín, de 17 años, que al igual que sus compañeras de primera categoría entrena unas dieciséis horas semanales. “Según vas avanzando y aumentando el nivel y la exigencia es más complicado compaginarlo con los estudios, pero todo es cuestión de organizarse”, señala Arantxa Saragüeta, que también forma parte de la “familia de primera categoría”.
Y es que, para estas gimnastas el club es una familia en la que sufren y disfrutan cada segundo de su pasión. “Somos un club pequeño pero muy familiar. Aquí todo el mundo aporta lo que puede, tanto los padres como las gimnastas”, señala Resano con orgullo. Por su parte, ellas también lo tienen claro; prefieren competir en conjunto que de forma individual. “Lo mejor es el compañerismo y la sensación de que nos apoyamos unas a otras encima del tapiz. Así los malos ratos se llevan mejor”, coinciden las júnior, que también trajeron un oro a casa de la Copa de España por Conjuntos.
cantera de gimnastas “Las txikis, infantil y alevín, comenzaron en octubre y en estos casos hacemos un trabajo a muy largo plazo”, apunta Resano, consciente de la importancia de que las gimnastas se introduzcan pronto en este disciplinado deporte. Por el momento, Egüés cuenta con una buena cantera de gimnastas. “Cuando sea mayor a mí me gustaría llegar a competir en primera categoría y ganar un oro”, confiesa Alba Esparza, incapaz de reprimir la emoción al recordar su admisión en el club.