El Pirineo se engalana en un Aezkoako unido
Aribe acogió el fin de semana la 40ª edición del Día del Valle de Aezkoa, un encuentro especial entre los valles de la Montaña que, con sus trajes tradicionales, reivindicaron su historia, su arraigo y su futuro.
Cuatro décadas han pasado ya desde aquella primera jornada de encuentro entre los vecinos de Aezkoa que se consolidaría como lo que es hoy: el Día grande del valle. Sin embargo, para celebrar esta 40ª edición del Aezkoako Eguna han querido contar con la participación de los pueblos y los valles de alrededor para reivindicar su compromiso de ser un Pirineo fuerte. “Queremos afirmar el deseo de seguir siendo lo que somos, en un ambiente festivo, en unión y mirando hacia adelante. Ojalá en un futuro actos como éste sean recordados por haber abierto un camino idóneo para que estos valles sigan vivos y con un futuro más halagüeño”, manifestaba el domingo Nere Ubau, en representación de la Asociación Cultural Aezkoa Kultur Elkartea.
Ya desde el viernes comenzaron los actos que han rodeado a este Día tan especial. Con una bertso-afaria en la patatera, los bertsolaris Aimar Karrika y Eneko Fernández ambientaron la sobremesa de una cena que luego se prolongó con dos conciertos, todo ello organizado por Aezkoa Gazte Asanblada. El sábado contó con una serie de actos que dejaron entrever la participación de los diferentes colectivos del valle, como la vuelta en btt a Aezkoa organizada por AKE, los bailes de Aezkoa Dantza Taldea o la actuación de la coral Orreaga. Pero, sin duda, el domingo es el día en el que se concentra todo el esfuerzo altruista de los aezkoanos que cada año sacan adelante su fiesta más arraigada.
ALMADÍA RÍO IRATI
Una vuelta al pasado
Desfile de trajes
Desde primera hora de la mañana, bajo el puente de Aribe lucía una pequeña almadía por las aguas del río Irati, que sirvió a los más txikis para conocer el antiguo oficio de transporte de la madera. Fotografías y momentos de diversión que dieron paso a una gran almadía traída desde Roncal. Entre los aplausos de cientos de curiosos, los vecinos Patxi, Javi, Alain, María, Asier e Iñaki dirigieron la almadía a través del puente medieval, formando una bonita estampa como antaño.
A la antigua usanza también se engalanó el Pirineo, ya que se dejaron ver lucidas vestimentas antiguas de los valles de Erronkari, Zaraitzu, Aezkoa, Erroibar, Artzibar y los pueblos de Luzaide/Valcarlos y Auritz/Burguete. Con sus mejores galas, cientos de vecinos realizaron un vistoso desfile a lo largo del pueblo, acompañado de música y de dantzas tradicionales. Desde los dantzaris de Otsagabia hasta los Bolantes de Luzaide, pasando por los trajes de cada valle, los alcaldes de Aezkoa y los gigantes Aizpea, Muslari, Alkatea y Joxepa, que cerraron el desfile. La comitiva fue capitaneada por los abanderados Pablo Iribarren, Miren Elizondo y Fernando Hualde, que portaron las banderas de Salazar, Aezkoa y Roncal, respectivamente, y que dirigieron la kalejira desde el puente hasta la Junta del Valle. Allí, Mari Blanca Carballo y Miriam Burusco fueron presentando el valor etnográfico y cultural de los trajes antiguos, mientras, organizados por pueblos, salían a desfilar por la plaza. Uno de los más antiguos lo llevaba Garazi, perteneciente a una mujer aezkoana y con hijos, documentado en el año 1920. Asimismo, desde Auritz/Burguete llegaron la vaquera Haizea, el tratante Amets y el pastor Patxi con kapusai sobre la cabeza para protegerse del frío, acompañados de un perro que portaba un collar de principios del siglo XX para proteger a los rebaños de los lobos. Sin olvidar los trajes antiguos de los pueblos colindantes, las presentadoras expusieron su intención de crear un proyecto para el patrimonio indumentario de Aezkoa. “Animamos a colaborar a cuantas personas estén interesadas en recuperar la vestimenta tradicional, especialmente a las mujeres mayores”, declararon. Tras varios bailes y actuaciones con cabida para todos, la jornada continuó con un zikiro que congregó a medio centenar de comensales.
Un día representativo de encuentro y fraternidad entre valles que seguro marca un antes y un después en la vida de sus habitantes.