Un medio millar largo de amantes rendidos y declarados de esas viejas canciones que se llevan en el corazón de por vida, disfrutaron del feliz Kantu Zaharren Eguna que ayer se celebró en “su casa” de Venta Peio, en Dantxarinea donde con los brazos abiertos les han acogido en los últimos doce años. El festejo que Anjel Mariezkurra soñó un día puede que sin esperar la aceptación multitudinaria alcanzada reconoció y agradeció a Euskalerria Irratia su esforzada labor que en sus treinta años de existencia ha posibilitado entre otras cosas escuchar el cancionero euskaldun.
La fiesta, como explica Anjel Mariezkurrena, hace de puente entre el otoño y el final de la temporada de caza y las ferias con las navidades, y desde que comenzó hace catorce años repite un éxito inenarrable. El rítmico estruendo de Joaldunak de Zubieta sirvió de espectacular aperitivo, mientras el gentío ocupaba sus plazas en las que, con el perfecto servicio, encontraban el cancionero impreso que se entrega en todas las ediciones.
El menú fue espléndido, no en vano Venta Peio cuenta con el cocinero Joxe Ugalde, reciente ganador del concurso de pintxos de Dantxarinea, y se liquidó entre canción y canción, la primera, Euskal Herrian euskaraz de Oskorri y como de obligado cumplimiento. El personal se volcó en la interpretación de amplio repertorio, desde el popular Eperra xuberotarra que versionaron Niko Etxart y Ange Duhalde con acierto, Txorian txori de Mikel Laboa, emocionante como pocas Xalbadorren heriotzean (En la muerte de Xalbador) que dedicó Xabier Lete al bertsolari bajonavarro Fernando Aire en su fallecimiento, y una larga relación de cantos.
Actuaron el coro Menditarrak de Banka (Baja Navarra) acompañado por Aitor Ibarra (Jalisko, para siempre jamás) y Joserra Mitxelena a la guitarra, Jaione Olazabal, y el medio millar de coralistas que bailaron sokadantza y ondearon pañuelos. De mantener el ambiente se encargó como eficaz showman Anjel Mairezkurrena con el akordeolari Francisco Santxotena, Francisco Herrero (violín), Asier Oleaga (percusión), Juantxo Zeberio (teclado) y el trikitilari Iñaki.
La merendola animó todavía más el cotarro, mientras se sucedían composiciones del acervo popular, canciones alegres unas, melancólicas otras interpretadas siempre con fuerza y entusiasmo y con alguna lágrima traidora que trae recuerdos a los ojos de algunos. El canto popular de Iparraguirre o Labeguerie, de Ez dok Amairu y otros, goza de una envidiable salud.