allo - Londres, años 50. La acaudalada viuda Elsa Warren invita a cenar a su mansión a un grupo de amigos y familiares para celebrar el día de su cumpleaños. Pero avanza la noche y un fortísimo temporal de nieve obliga a todos ellos a cambiar de planes, teniendo que pernoctar allí. A la mañana siguiente, la casa se despierta con una desagradable sorpresa: la anfitriona es hallada muerta y cualquiera de los presentes puede ser el asesino. ¿Alguien logrará descubrir quién es el autor y cuál es el móvil del crimen?
Esta ficción es una de las situaciones en la que los huéspedes de la casa rural de los Ulibarri, en Allo, pueden sumergirse durante un fin de semana de la mano de la firma vizcaína Ekitalde. Ellos son quienes, al más puro estilo de los tradicionales Murder Mystery Dinner ingleses y de las novelas detectivescas de Agatha Christie o GK Chesterton, han patentado una original experiencia de ocio que han bautizado como Exquisite Corpse (Cadáver Exquisito).
Una vez en la casa, cada huésped encarna a un personaje, incluido el papel de asesino. Todos, por tanto, son sospechosos y durante la estancia tendrán que recopilar pistas e información que manejan otros compañeros para resolver el crimen. “Unas semanas antes de venir le hacemos una pequeña encuesta a cada uno y, en función de su perfil, repartimos los personajes. Además, desde un mes antes, y cada tantos días, les vamos dando información de sus personajes y del resto, acceso a un blog y van sucediendo unas cuantas sorpresas, así que cuando llegan aquí la expectación es enorme”, explica Rubén Ramírez, uno de los promotores del juego.
La actividad en sí empieza el viernes a última hora de la tarde -los organizadores les reciben en la casa ya caracterizados-, y concluye el sábado por la noche, cuando llega el momento de poner las cartas sobre la mesa y se decide quién es el ganador. “Ellos tienen que interpretar su papel, jugar sus bazas y decidir si dar información a los demás o no. Y también tienen que tener cuidado, porque si ponen al asesino contra la pared en un momento dado y no hay nadie más en la habitación, podrían ser la siguiente víctima”, apunta Ramírez.
“Todos tienen que colaborar para unir las piezas del puzzle e intentar resolver el misterio”, recalca Aitor Vílchez, quien durante el juego se pone en la piel de Alfred, el mayordomo. “Para que todo sea más dinámico y avance la historia, a determinadas horas le salta un mensaje en el móvil o una indicación en las tarjetas que les repartimos y tienen que hacer caso. Por ejemplo, estar en un sitio concreto de la casa en un momento exacto, mantener cierta conversación con otro personaje, escuchar detrás de una puerta... Se lo pasan genial”, dice Ramírez.
Está claro que es una experiencia intensa. “Un cliente se trajo un podómetro el otro día y dijo que había caminado 5 kilómetros por la casa y que había subido y bajado no sé cuántas veces las escaleras. Acaban agotados”, apunta Aitziber Vílchez, quien además de firmar los guiones, durante el fin de semana forma parte del servicio.
Y, por supuesto, tampoco faltan la diversión y las carcajadas. “La gente no se quiere ir y aún el domingo siguen hablando del juego. La verdad es que se viven emociones muy intensas, se ríen muchísimo y es toda una descarga de adrenalina”, apunta la actriz Lola Cantero. Tanto es así que “se acaban llamando entre ellos por los nombres de los personajes”, añade Ramírez, quien señala que el grupo empezó a hacer este tipo de juegos hace ya algunos años para sus amigos y que fue hace uno, más o menos, cuando dieron el salto como empresa de ocio.
Ekitalde, en función del número de participantes, es quien elige la historia a desarrollar durante el fin de semana. De momento tienen dos juegos: Cita con la muerte y Marea roja, pero ya trabajan en nuevos proyectos. “No hace falta que todos los que vienen sean del mismo grupo, puedes venir en pareja, en cuadrilla, solo, etc”.
una casa especial La elección de la casa rural de los Ulibarri para desarrollar este tipo de experiencias no fue casual. Su laberíntico diseño, sus tres plantas con 400 m2 cada una o su dilatada historia (data del siglo XVI) la hacen especial. “Miramos 8.000 millones de casas por Internet hasta que dimos con esta, que nos gustó muchísimo. Los dueños son encantadores y la casa ayuda un montón a la trama; en cuanto la gente ve el portón de la entrada, lo entiende”, asevera Rubén Ramírez.
Además, coincidió que los propietarios habían estado intentando organizar algo similar allí para una despedida de soltera, por lo que dar con Ekitalde fue para ello todo un descubrimiento. “Me encanta poder ofrecer aquí esta experiencia, es algo que personalmente me gusta y, además, siempre he pensado que esta casa tiene como un cierto halo de misterio”, apunta Blanca de Ulibarri.
La actividad cuesta 100 euros por persona (incluida la cena del viernes y tentempiés durante el día), a lo que hay que sumar la estancia Más información, en ocio.ekitalde.com y www.casadelosulibarri.com.