tradición, emoción, dedicación y pasión son los cuatro pilares que se esconden tras la esencia del Día de la Almadía y que ayer, una vez más, estuvieron presentes en Burgui.

Los almadieros se convirtieron en los grandes protagonistas de la XXVII edición, que comenzó a celebrarse de forma continuada en el año 1992, y volvieron a surcar con entusiasmo las aguas bravas del río Esca hasta culminar en el puente medieval, tras el salto de la presa.

El relevo de los más jóvenes en esta popular tradición se consolida cada vez con más fuerza y cada año se suman nuevos rostros y nombres.

Tanto es así que ayer ocurrió algo insólito, algo que quedará en la memoria de los vecinos del valle: dos mujeres participaron por primera vez en la historia en el Día de la Almadía de Burgui.

Pero sobre todo quedará en el recuerdo de Virginia Laspidea y Leyre Marco, las dos jóvenes que con su presencia ayer han abierto camino a las nuevas generaciones de mujeres para rememorar, año tras año, la fiesta de interés turístico nacional que atrae a cientos visitantes a esta localidad del Valle del Roncal.

Las dos jóvenes, que han trabajado duro desde enero para ocupar un lugar que hasta ahora solo era para hombres, no pudieron ocultar su nerviosismo en los momentos previos al descenso.

“Estamos muy nerviosas, pero vamos en buenas manos y los que van remando tienen mucha experiencia, así que no nos pasará nada”, apuntó Laspidea. Por su parte, Marco aseguró que se encontraban un poco expectantes ya que son las primeras y “eso, quieras que no, es mucha responsabilidad”. “Lo hemos hecho con la idea de que ahora más mujeres se animen a participar”, aseguraron.

En el mundo de las almadías hay quienes se inician por primera vez y quienes son unos verdaderos veteranos en esta tradición. Es el caso del burguiarra Arturo Erlanz, de 67 años, que lleva 27 ediciones a sus espaldas: “Mi padre tuvo un aserradero de madera en el pueblo y la verdad es que al vivirlo tan de cerca, siempre me ha interesado”, afirmó.

Erlanz, que se encontraba en el tradicional almuerzo de migas minutos antes de subir a la almadía, recordaba con emoción que “nosotros tuvimos la suerte de que gente que vivió unos cuantos años bajando la madera por el monte nos pudo enseñar esta tradición y ahora nosotros tenemos la responsabilidad de seguir con ella”.

El Día de la Almadía, según comenta Erlanz, se ha mantenido para rememorar y salvaguardar este patrimonio y también, en honor y recuerdo a los almadieros de los valles de Roncal, Salazar y Aezkoa.

Junto a Erlanz se encontraba Asier Aspurz, de 18 años, que, con los nervios a flor de piel, aseguraba que representa a la cuarta generación de almadieros de su familia. “Es la primera vez que voy a participar pero como voy acompañado de mi padre sé que irá bien”, señaló.

Todos los pronósticos apuntaban a que la lluvia no se haría presente durante la jornada de ayer. Sin embargo, el buen tiempo acompañó a los almadieros y a todos aquellos que esperaban con impaciencia su descenso, mientras se escenificaba el antiguo oficio de las lavanderas.

Y llegó el momento. El reloj marcaba las 12.30 horas cuando llegó la primera almadía en la que los más jóvenes, guiados por los veteranos, se hicieron con los remos.

En ella, bajaron a Rufo Polido, de la Federación Navarra de Pelota Vasca, premiada con la Almadía de Oro de 2018. “Estoy enormemente agradecido por este reconocimiento y muy ilusionado aunque ahora un poco nervioso. Espero que todo vaya bien”, comentó Polido antes del descenso.

Un pequeño percance Entre el bullicio de los allí presentes, los almadieros comenzaban a dejarse ver ataviados con el tradicional traje roncalés. Todo transcurría con normalidad hasta que, al llegar a la presa, un joven remero que se encontraba en la parte delantera de la almadía, sufrió una leve caída dentro de la embarcación al quedar clavado su remo.

“Son cosas que pasan y todo depende de cómo esté el río en ese momento. Hoy como el agua estaba un poco turbia no se podía ver bien y entonces hemos metido el remo demasiado pronto”, señaló Koldo Cilveti, presidente de la Asociación Cultural de Almadieros Navarros, quien aseguró que desde la Asociación animaron a las dos jóvenes a participar porque “las mujeres tienen que entrar en cualquier sitio”.

Diez minutos más tarde, a la 12.40 horas, salió la segunda almadía, que en esta ocasión bajó a Gorka Aguinaga, cocinero del restaurante Iruñazarra. “Esto es increíble, mi familia han sido almadieros del Salazar y por mis venas corre sangre de almadiero”, aseguró emocionado el cocinero. Esta segunda embarcación siguió los pasos de la primera y sufrió el mismo contratiempo, a pesar de que Cilveti, junto a otro almadiero, intentasen avisarles del estado en el que se encontraba el río. Pero esta vez, Aguinaga, sin pensarlo dos veces, agarró el remo delantero, que ayer manejaba con maestría Arturo Erlanz, y consiguió “salvar la situación”, aseguro Civelti.

Tras llegar ambas almadías al atadero de Basari y trasladar a los cientos de personas a otra época , la emoción se podía palpar entre todos almadieros, orgullosos y satisfechos con todo el trabajo realizado.

Entre lágrimas, Virginia Laspidea descendió rápidamente de la almadía para fundirse en un abrazo con su familia y con su compañera Leyre Marco, quien aseguró que la experiencia ha sido mucho mejor de lo que esperaba. “El próximo año repetiremos seguro”, afirmó.

Antigua tradición. El Día de las Almadías, declarada fiesta de interés turístico nacional en 2005, es una antigua tradición que tenía como objetivo dar salida por vía fluvial a toda la riqueza forestal de los valles pirenaicos navarros ya que no tenían otra vía de comunicación.

Otras actividades. Además del descenso de las almadías, tuvo lugar la apertura del Museo de la Almadía, un mercado tradicional con puestos de venta de productos artesanos y una tradicional comida popular.

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Ayer se celebró la XXVII edición del Día de la Almadía, Fiesta de Interés Turístico Nacional.