tudela - La música tiene un papel central en su vida, siempre ha estado presente en su día a día y se lo ha dado prácticamente todo. Descendiente de una familia de músicos, fue su padre quien le enseñó las primeras notas musicales y desde entonces, distintas melodías le han acompañado. Pedro Garijo es el director del Coro de Griseras desde hace más de diez años y profesor de música del colegio desde casi el comienzo de su carrera hace ya unas décadas. Tras un largo recorrido de actuaciones, premios y viajes asegura que lo que más le ha hecho aprender es el estar en contacto con niños y adolescentes, que aportan frescura a su vida y le hacen involucrarse con sus preocupaciones y sueños. “A veces incluso ejerces de padre con algunos”, reconoce emocionado.

El músico se crió en Rincón de Olivedo (La Rioja) y estudió Magisterio en Logroño, además de ingresar en el Conservatorio durante sus años de estudiante. Desde que empezó a trabajar en el colegio ha tenido la suerte de poder dedicarse a la enseñanza musical, por lo que está muy agradecido. Una vez que ejerció como profesor fue un descubrimiento para él el canto de voces blancas de los niños. Fue consciente de una pasión oculta: la música, en general, y el coro, en particular.

Garijo cuenta que la iniciativa del coro no fue un chispazo repentino ni un momento concreto. En Tudela se celebra todos los años un certamen de villancicos en el que participan todos los colegios. Según afirma: “Me daba pena que se quedara solo en una actuación de tres minutos hasta el año siguiente”. Entonces se propusieron preparar algo para la Semana Cultural del colegio, de forma que estaban prácticamente todo el año ensayando. “A partir de ahí empezaron a salir canciones, coordinamos mejor los ensayos, los chicos estaban cada vez más a gusto y nos fuimos poniendo un poco más en serio”, recuerda el director.

Para él lo más importante es que los niños aprenden “a crecer en una serie de hábitos de disciplina”. Como anécdota narra: “Cuando termino una actuación los espectadoras me hacen muchos comentarios acerca de que les llama mucho la atención cómo es posible que niños que son pura energía se puedan quedar quietos un par de horas mirándome. Son actitudes que se van cultivando en el coro”.

Si tuviera que elegir el mejor momento que ha vivido como director a lo largo del proyecto, recuerda cuando Lucía, la directora del colegio, le anunció que habían sido seleccionados para participar en el Primer Concurso Nacional de Coros, en Madrid: “Fue algo maravilloso”. También destaca la experiencia que supuso participar y ganar el concurso que daba sintonía a la canción del verano del parque Sendaviva. A todo ello añade los pequeños momentos del día a día. Por ejemplo: “Cuando organizamos viajes y ves a todo el mundo disfrutando, yo me siento muy bien porque me considero un poco responsable de todo lo que hemos creado”.

De todos los premios que llevan en la mochila (como el Premio Olentzero o el Quiosco de Oro otorgado por la Peña La Revolvedera), el más preciado para él es el reconocimiento de los propios chavales y que le tengan en alta estima.

Con respecto al reto más difícil al que se ha enfrentado durante su labor como director, en su opinión fue el primer año que cantaron en el Gaztambide, ya que también fue un objetivo personal. “Ahí le puse el alma, trabajé todo lo que pude para que saliese algo que para mí era nuevo”, nos cuenta. Los siguientes años se trataba de intentar seguir innovando.

Pedro Garijo está convencido de que lo más importante para el buen funcionamiento del coro es que los chicos estén concienciados de formar parte de él. Recalca que “tiene que haber una gran disciplina: a nivel de puntualidad, concentración en el ensayo y capacidad de trabajo”. Cree que con trabajo se puede conseguir todo. “Aquí se ha trabajado mucho, y luego por encima de todo está el compañerismo que hay, con eso me quedo”. El director trata de enseñarles que tienen que tener en cuenta que su actuación personal repercute en la actuación de todos.

De cara al futuro, le gustaría prepararles para algún concurso ya que cree firmemente que sólo cuando tienes un fin el coro crece. “Cuando tienes una meta es cuando das el 110%, y entonces subes un escalón más”, afirma sonriendo. Pero ante todo, desea que no se pierda nunca la esencia de que siga siendo el coro del colegio, que tenga esa seña de identidad y que se les reconozca por ello.