izurdiaga - Si bien es de sobra conocida la maestría de los hermanos Eduardo y Gerardo Brun, séptima generación de una familia dedicada a trabajar el hierro, este año que acaba han sido incluidos en la Red Nacional de Maestros de la Construcción Tradicional, desarrollada por INTBAU (International Network for Traditional Building, Architecture and Urbanism), gracias al apoyo de Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust, en colaboración con el IPCE (Instituto de Patrimonio Cultural de España) y el Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional.

Se trata de un directorio de carácter estatal que reúne a los principales maestros de los diversos oficios de la construcción actualmente en activo; una selección de personas y empresas que desarrollan una labor de singular valor en la práctica de los diferentes oficios tradicionales de la construcción, maestros que destacan en la preservación y continuación de un modo de hacer que forma parte del patrimonio cultural inmaterial. “Este reconocimiento, que ya lo tenía mi padre, nos anima a seguir manteniendo la fragua encendida. Estas cosas siempre hacen ilusión”, apunta Eduardo Brun, que junto con su hermano, regenta en la actualidad este negocio familiar de Izurdiaga.

Es lo que han visto desde pequeños, un oficio que comenzó en 1772 con Babil Brun, un herrero de ascendencia alemana. Generación tras generación, los Brun han transmitido de padres a hijos los secretos de este antiguo oficio, una técnica que apenas ha variado pero que se ha ido adaptando a los tiempos y lo que demandaba el mercado.

Son casi 250 años trabajando el hierro, de transformarlo en objetos útiles y también artísticos a golpe de martillo, sobre el metal que se ha calentado en la fragua; antiguas técnicas para formas tradicionales y también con los diseños más vanguardistas, trabajos que destacan por su maestría. No en vano, han sido reconocidos con una larga lista de premios de artesanía, ferias y exposiciones, tanto a nivel nacional como internacional.

Por otro lado, estos hermanos de Izurdiaga también tienen amplia experiencia en la docencia, con tres décadas formando a personas interesadas en la forja y la soldadura. “Lo más curioso es que viene más gente de fuera que de la zona. Hemos tenido alumnos de Galicia o Catalunya”, apuntan. Lo cierto es que en tierras gallegas son un referente, como se muestra en el libro A Idade do ferro, publicado recientemente.

Además, Eduardo Brun acaba de llegar de los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf, en Argelia, dónde ha impartido durante 15 días formación de soldadura y forja, en colaboración con la Asociación de Trabajadores y Técnicos sin Fronteras (ATTSF). Esta ONG con sede en Pamplona reúne a un grupo de profesionales de diferentes ramas como mecánica, electricidad, electrónica, mantenimiento de maquinaria industrial y fontanería, entre otras, para compartir su experiencia en la búsqueda de soluciones técnicas para la problemática que se presenta en los países en vías de desarrollo. “Es la segunda vez que voy y es una experiencia increíble. Cómo viven y las ganas que tienen de aprender. Son muy agradecidos”, señaló.

Forjas Brun también quiso llevar alegría e ilusión a los campamentos saharauis, con un Olentzero perdido en el desierto sin poder hacer carbón pero igual de generoso. Y es que repartió globos y caramelos entre niños y niñas y también mayores. Sus andanzas por aquellas tierras se pueden ver desde ayer en YouTube y en www.forjasbrun.eu.

Gracias al tesón y buen hacer de estos hermanos y otros artesanos que han sabido elevar su trabajo a obra maestra, la forja ha conseguido recuperar la importancia de siglos pasados Los principales clientes de los Brun eran y siguen siendo particulares que les piden barandas, balcones, rejerías, verjas y puertas para sus viviendas y otros elementos más pequeños como aldabas, bisagras, picaportes o clavos. También las instituciones, sobre todo para la restauración.

Así, la crisis golpeó con fuerza a esta empresa familiar, que ha sabido sobrevivir a base de imaginación. Aguantó con la creación del centro de interpretación de la forja en 2012, donde se ofrecen cursos de forja y soldadura además de visitas guiadas en las que se puede ver trabajar a estos maestros artesanos y participar en la tarea, un espectáculo de fuego y sonidos al golpear el martillo contra el yunque, una música que acompañó en una ocasión Kepa Junkera y su trikitixa.

Asimismo, en este museo de la forja se puede realizar un recorrido temático por este viejo oficio y visitar una exposición de piezas, con diseños clásicos y también vanguardistas realizados con técnicas tradicionales como soldadura a la calda, además de tallas forjadas de diferentes motivos y elementos decorativos. La visita se completa con un itinerario por un espacio exterior con esculturas realizadas por el patriarca de los Brun, autor de conocidas piezas como El Peregrino de Puente La Reina o el monumento de la plaza de la Cruz, en Pamplona. Persona de gran devoción, la mayoría son santos y otros motivos religiosos. “La media de visitas es de unas 250 personas al año. En este tiempo habrán pasado más de 2.000 personas”, calcula Eduardo Brun.

Por otro lado, con el fin de promocionar este antiguo oficio, los Brun cogen sus herramientas y utensilios para montar una fragua en ferias de artesanía y otros eventos por diferentes lugares del Estado. Este año han realizado 27 en total. “De quedarme con una elegiría la del Festival Marítimo de Pasaia, organizada por Albaola, con más de un centenar de embarcaciones de todo el mundo hechas como se hacía antes”, recuerda Eduardo Brun.