Eran tres mensajes en uno los que Rocamador Dantza Taldea (el grupo de danzas de Sangüesa) quiso transmitir a su pueblo en la tarde del sábado: solidaridad, integración y folclore con un festival en el que tomaron parte cerca de 90 personas y con el que llenaron por dos veces el Auditorio del Carmen.

“Era para nosotros lo más importante, que calara el mensaje en un fin de fiesta con el que además de celebrar y mostrar lo aprendido, podíamos ayudar”, recalcaba Unai Vital, dantzari y monitor, aún con el buen sabor de boca compartido con Juan Pedro Aramendía y el resto del grupo, que incluye a sus incondicionales txistularis.

La fusión en Ilargia, una actuación de los grupos de niños y niñas, adultos y usuarios de Anfas/ Tasubinsa, dispuestos a darlo todo como protagonistas de un gesto solidario con ANECS (Asociación de Niños Enfermos de la Comarca de Sangüesa), para la que recaudaron, llegó con sorpresas, como la aparición de Calvo y Pocaboina, cabezudos centenarios a los que dos niños del grupo de danzas ponen pies .

Aparcaron el palo para bailar un Arin-Arin con el que demostraron que saben correr pegar y bailar, antes de soplar la tarta con el nº 100.

integrar Tarde dulce con “atmósfera positiva para todos los p úblicos”, en el festival compuesto por once dantzas y una pieza destacada en el programa, Esku Dan-tza Ilargia, la de los cursillistas con diversidad funcional.

La buena experiencia tiene futuro, opina Vital, que enseña de forma altruista junto a Aramendia. En el grupo ha merecido la pena. “ A nivel personal he aprendido más de lo que he enseñado. Un mínimo avance de cada paso es una gran conquista social”.