pamplona - La Asociación de Personas Sordas de Navarra Asorna fue fundada en 1957. En pleno centro de Pamplona trabaja en ofrecer cursos de lengua de signos, apoyo educativo, teleasistencia, acompañamiento a personas mayores e intérpretes, junto con mediadores de lengua de signos. En este último grupo se encuentra Javier Gavira. Originario de Ciudad Real, hace un año y tres meses que llegó a Asorna, después de haber estudiado la carrera de Psicología en Sevilla y el ciclo superior de Interacción Comunicativa, un grado que apenas lleva disponible cuatro años. Ser mediador es “una profesión bastante nueva para trabajar con personas sordas que tienen bajos niveles de autonomía”, explica Javier, a quien siempre le ha gustado el tema de la discapacidad. “Durante la carrera decidí entrar en el ciclo porque tenía claro que quería trabajar con personas sordas, no a nivel de psicólogo sino más bien a nivel de mediación”, recuerda.

Un educador Un mediador es como un educador o una figura referente para las personas sordas de bajo nivel comunicativo que, generalmente, “son inmigrantes”, explica Javier. En concreto, su tarea se centra en enseñar a las personas sordas de otros países la lengua de signos, porque “muchas de ellas no aprenden ni la lengua de signos ni lengua oral”, sobre todo porque han vivido en países en vías de desarrollo donde no han tenido los recursos necesarios para poder acceder a la educación que han necesitado. Generalmente, no tienen un buen nivel de lengua de signos suficiente para poder ir a hacer gestiones por su cuenta: “Son personas que necesitan un apoyo que les enseñe cómo funciona el mundo”. Para ello, “adapto la información, utilizo dibujos, pictogramas y la lengua de signos muy básica para que vayan conociendo cómo funciona la realidad”, aclara.

Cada uno de los usuarios requiere unas necesidades y en Asorna se les prepara un plan de intervención específico para cada uno. Por otro lado están los intérpretes que “trabajan con personas sordas que tienen un buen nivel de lengua de signos”. En Asorna cuentan con dos mediadores pero “hay muy pocos a nivel comunicativo en Navarra, de hecho, todos venimos de fuera”. La gente llama interesándose en la lengua de signos, pero para ser intérprete o mediador tienen que estudiar la formación reglamentada: “Aquí no formamos ni a intérpretes ni a mediadores, formamos a personas que están interesadas en aprender lengua de signos, ya sea una persona sorda o un familiar para que se puedan comunicar”, explica Javier. En la Comunidad Foral no existe el grado superior; lo más cercano queda en Zaragoza y Cantabria.

única en cada país La lengua de signos no es universal, sino que “son como las lenguas orales”, explica Javier, quien añade que la mayor parte de inmigrantes que acude a la asociación procede de Sudamérica, en concreto, de Perú, Ecuador o Venezuela, y en menor número de Europa del Este: Rumanía, Bulgaria y Ucrania.

Cada uno viene hablando su idioma y el mediador, en este caso Javier, entra en acción para ayudarles a salir de la exclusión social y facilitar su integración. La lengua de signos, como cualquier lengua oral, tiene una gramática, una sintaxis y una cultura detrás y “está clasificada por los expertos como lengua natural”. Javier explica que gracias a Asorna y a la lengua de signos ha conocido a mucha gente: “Tengo muchos amigos”, dice.

“Una vez que conoces a la comunidad sorda, te das cuenta de que, al tener su lengua propia, eso les hace tener su propia cultura, muy visual y muy suya. Hay que acercarse para conocerla, porque es maravillosa”, admite. Lo más importante es normalizar la situación: “La sordera es una enfermedad muy invisible, porque a un ciego lo ves por la calle, pero es muy difícil saber si una persona es sorda, a no ser que la veas con un audífono; por eso probablemente la discapacidad sea tan invisible. Y dentro de las discapacidades creo que es de las que menos se habla”. Nosotros “desde Asorna trabajamos para dar a conocer la sordera. Si sabemos que en un colegio hay un niño sordo, acudimos para sensibilizar a los profesores”.

éxito El apoyo familiar es esencial: “Aquellos usuarios que tienen una familia que les comprende, que les apoya y que quiere aprender lengua de signos para comunicarse con esa persona” presentan más facilidades. Y, continúa: “Con los usuarios que no tienen un buen apoyo familiar, la interacción es mucho más difícil”. En Navarra no hay un dato en concreto sobre el número exacto de personas sordas, sin embargo, la presidenta de la ONG, Sofía de Esteban, estima que existen unas 500 personas sordas en la Comunidad y cerca de unas 15.000 que sufren alguna discapacidad auditiva, desde la sordera ligera hasta graves problemas auditivos.

En los últimos años, la llegada de inmigrantes ha aumentado y la asociación teme que llegue el día en que no puedan ofrecer su servicio a todos: “Estamos bastante preocupados, porque la subvención ha disminuido bastante y va a llegar el momento en el que no vamos a poder atender a todos los que necesiten nuestra ayuda por falta de recursos económicos”, reconoce la presidenta de Asorna, que mediante signos habla con la intérprete y ella lo traduce: “En caso de que termine vamos a tener que buscar otra solución”, recalca.