En 1962 el Pasaje de Seminario era un transitado y muy práctico atajo para quienes desde la calle Ansoleaga quisieran llegar a la calle de San Saturnino, y de ahí hacia la plaza Consistorial y Mercaderes. O al revés, por ejemplo para quien desde las citadas calles quisiera ganar tiempo para llegar a misa de San Cernin.

El origen de este paso data de 1890, cuando se derribaron ciertas casas en este lugar. Francisco Seminario, concejal del ayuntamiento y persona de “posibles”, construyó las casas que ahora se ven, y cedió los bajos para construir el pasaje. El consistorio, agradecido, quiso dar su nombre a la calle que pasa por delante, pero él mismo propuso que se dedicara a San Saturnino, y quedó en su honor el nombre del pasaje, hasta hoy. El autor de la obra fue Julián Arteaga, arquitecto municipal que diseñó también el Primer Ensanche, y a quien el anterior ayuntamiento dedicó una calle. Bien hecho... ¿A que sí?

Hoy en día el pasaje de Seminario sigue con el mismo aspecto que tenía en 1962. Hasta ha querido la casualidad que, como entonces, hubiera dos personas transitando por él en el momento de obtener la fotografía. Eso sí, las de hoy en día están ya casi al final del mismo, junto a la salida hacia la plaza Consistorial, como si a las mujericas de 1962 les hubiera costado 57 años atravesar el lugar...

En otro orden de cosas, y toda vez que es objetivo confeso de esta serie proponer mejoras en la ciudad, uno no puede sino lamentarse por el claro declive del comercio. Y es que no cabe duda de que el pasaje de Seminario sería hoy un lugar mucho más atractivo si sus tiendicas tuvieran actividad, vida y movimiento. Y esto me recuerda que en la anterior legislatura el ayuntamiento hizo un interesante estudio sobre el comercio tradicional, con propuestas concretas. Habrá que moverlo, así que en cuanto vea a un concejal se lo digo...