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Sanfermines, la fiesta de la calle y la gente que fueron

Cuadrillas como El Llavín, Los Irunshemes o La Veleta dieron paso a las peñas de hoyUn libro recoge la historia de todas ellas

Sanfermines, la fiesta de la calle y la gente que fueron

pamplona - La fiesta de la calle y de sus gentes. Así resume Blas Subiza Urroz lo que son los Sanfermines para él. Acaba de salir a la calle un libro en el que lleva trabajado más de diez años y en el que saca a la luz los entresijos de estas fiestas en las que este pamplonés de la calle San Nicolás va a cumplir 75 años de forma ininterrumpida. Bajo el título La gran fiesta de la calle. Los Sanfermines del siglo XX, el autor desvela algunas curiosidades como que la peña La Única, que en 2003 celebró su centenario, tuvo que nacer más tarde, en 1932, o que el encierro de Pamplona solo se salvará si se establece un límite de acceso de corredores.

Blas Subiza ha centrado su estudio en los Sanfermines populares, esa quintaesencia de la fiesta que le ha venido dotando de la espontaneidad que "nunca debió perder". ¿A quién se le debe esto? A la gente de Pamplona y en gran parte, también, a esas cuadrillas o agrupaciones de mozos (y más tarde, también de mozas, en algunos casos), que forjaron la historia de los Sanfermines, y de cuya filosofía fueron herederas muchas de las actuales peñas. El libro recopila la historia de la mayoría de ellas, y recupera para la memoria nombres propios de sus protagonistas. Recoge Subiza que las cuadrillas pudieron tener su origen en los jaraneros de las huertas de la Rochapea, que se hicieron famosos como la huerta del Tambor. En 1852 "apareció en los tendidos de sol el primer cartelón con el nombre de Trueno", la que pudiera ser una de las primeras cuadrillas sanfermineras. En 1855 se conoce la sociedad La Unión; en los 60 del siglo XIX, la Sociedad Recreativa La Constancia y La Armonía, y después La Maravilla y la Euterpe.

Ya en el siglo XX vería la luz La Veleta (1902), aunque "nada que ver con de la 1931"; en 1914 nace El Llavín, a los que se les conocía por una "enorme llave a modo de bota de donde se abastecía la cuadrilla"; en 1917 Los Irunshemes, aunque más con carácter musical que sanferminero (aún persiste en la calle Jarauta), y en años sucesivos grupos de jaraneros como La Capuchaca, La Cuatrena, La Sequía, La Olada, La Sirena, La Unión Pamplonesa, Los Kilikis.... amén de La Ochena (la del guitarrón gigante) y La Marea. Blas Subiza recoge que en 1926 fue cuando "por primera vez una de estas sociedades se denomina peña, y fue la Peña Indarra", a la que siguió en 1929 la Peña Aurrera. Llegarían después La Benéfica, en la calle San Agustín, Los de Siempre, a los que se atribuye la cantinela de ¡Ay Gabino, cómo te vas a poner...! y ya en los 30, empiezan a salir las primeras peñas sanfermineras que persisten en la actualidad: en 1932 cree Subiza que nació La Única, en 1933 El Bullicio (de la salida de La Veleta, creada en 1930 y que desapareció tras la Guerra Civil), y en 1934, Muthiko Alaiak. A la par, Los Iruñshemes ya celebraron en 1931 una becerrada benéfica. Y más peñas: Iruñako, La Imoztarra creada en el bar Alegría de San Agustín, o los De Madera, que poteaban por la calle Amaya, y fueron incondicionales de los bares Leyre y Larumbe. Con cariño también recuerda a los Del Fuelle, una veintena de mozos del Mochuelo y el Casco Viejo muy reconocidos en el tendido 5 de la plaza, entre ellos los hermanos Aragón, José María Baztán, Zaro, Fermín Iriarte, Leza, Alfonso Gorría, Javier Baztán, Felisín y otros.

LA MUJER Y LA FIESTA Hay también una parte importante que Blas Subiza ha querido dedicar a la mujer y la fiesta. Entre ellas las mujeres del Muthiko, que ya habían constituido su grupo de danzas, y que pasaron de formar parte de la Sección de Caridad, a conseguir en los 60 ser socias de pleno derecho, con nombres como Maribel Olazarán, Mercedes Goñi y Milagros Goñi. El Muthiko fue la primera que acabó con el casposo acto de la elección de las madrinas de la peña.

Blas Subiza recuerda a otras neskas como Ceci, de La Ünica; a Mariví Erburu, que con Alicia Rivas, fue una de las "primeras mujeres que corrió el encierro", Carmen Oscáriz, Carmen Arias, Mariví Esparza (la encargada cada mañana de engalanar la hornacina de San Fermín), Edurne Etxeberria (hija de Etxebe, que fue corredora), Asun Apesteguía o Txaro Pardo, defensoras del protagonismo de la mujer en todos los ámbitos de la fiesta.

De hecho, este amplísimo trabajo de recopilación, que en su primera parte aborda la figura del toro y las funciones religiosas recuperando fechas y momentos curiosos, deja la parte más extensa para las peñas y el trabajo realizado por ellas a través de la Comisión de Peñas, de la que él mismo formó parte, para mantener "la esencia de los Sanfermines". Porque, a pesar de que "muchos querían acusar a la peña de hacer política", Blas Subiza considera que han sido más los políticos los que han intentado utilizar la fiesta y en este sentido es muy crítico con el mandato de Barcina.

Sobre la fiesta, el autor, pamplonés de 75 años, opina que en su caso, hoy en día tiene que "acoplarse a los Sanfermines, porque ya no son los míos", aunque confiesa que no se irá nunca. Como amante de las fiestas de Pamplona, Subiza reivindica un trabajo comprometido de todos los sectores para que éstas recuperen su carácter musical y la espontaneidad de la calle: "Cuando veo los bares al mediodía, a oscuras y con luces de colores, se me saltan las lágrimas", dice. Y hablando de música, opina que la ciudad está en deuda con el Maestro Turrillas: "Si alguien se merece lanzar el Chupinazo es alguien de la familia Turrillas".

Respecto a otros actos, Subiza cree que "tanto el encierro como el Riau Riau son dos espectáculos que han muerto", pero así como, a su juicio, el Riau riau no tiene solución, "el encierro, sí". Para él, el toro, animal del que se confiesa un aficionado (pero el de las dehesas), debe seguir siendo el protagonista, y hoy "si miramos el encierro desde arriba, ya ni se le ve", porque la masificación han acabado fagocitándolo. Así, señala que si el recorrido es el mismo desde que en 1922 se inauguró la actual plaza de toros, pero la población se ha multiplicado considerablemente estos años, y lo mismo ha ocurrido con la gente que viene de fuera, "no queda más remedio que limitar el numero de mozos". Su propuesta sería dividir el recorrido en tres tramos, calcular el número de corredores que accederían a cada tramo, cerrar cada tramo con barreras que se abrirán "según el estudio que se realice", poniendo un acceso limitado. Respecto a si esta medida resultaría tan antipopular y por eso nunca se ha puesto en marcha, opina que "en cualquier espectáculo, un concierto, por ejemplo, hay un aforo limitado. Pues esto es lo mismo".

1879. El Ayuntamiento cede los derechos de las ferias y barracas a la Casa de Misericordia. Se calcula que las primeras barracas se instalaron en 1838, cuando el Ayuntamiento mandó construir unas casetas de madera, tipo las de los ajos, para la Taconera.

1883. Según Arazuri, este es el primer año en el que se comienza a merendar en la plaza de toros después del cuarto toro.

1980. Por primera vez, preside una mujer la corrida. Fue María Ángeles Oyaga (UCD), con toros de Marqués de Domecq.

Encierros en San Fermín Txikito. Ha habido en los años 1942 (1), 1943 (1), 1978, tras los sucesos de Sanfermines, hubo tres encierros a las 9; en 1991 (1 encierro a las 9), en 1992 (2 encierros a las 9) y en 1993 (dos encierros a las 9).

Primer cartel. El primer cartel de San Fermín del que se tiene constancia data del año 1881.

El libro. Escrito por Blas Subiza, que fue presidente de la Armonia Txantreana, miembro de la Comisión de Peñas y de la Comparsa de Gigantes, con la colaboración de Iñaki de Santiago. El autor agradece a éste y a las personas que han escrito desinteresadamente su participación. Consta de 624 páginas.

600 ejemplares. Editado por Lamiñarra, salió a la venta en diciembre al precios de 24 euros.

Colaboradores. Hay textos de Beatriz Itoiz, Eugenio Salinas, Elías Antón, Carlos Pérez Conde, Iñaki Cabasés, Eduardo de Lorenzo, Carlos Saralegi, Mintxo Ilundáin, Asun Apesteguía, Txaro Pardo, entre otros, y testimonios de personas como el Javier Chourraut, la familia de Turrillas o la familia Fraile y miembros de la Junta de la Casa de Misericordia.